El Universal

Reclama México cooperació­n y respeto

- José Cárdenas @JoseCarden­as1 josecarden­as@mac.com www.josecarden­as.com

Mientras el presidente Trump presumía ante empresario­s la operación militar para detener y expulsar de Estados Unidos a los hombres “realmente malos”, a un ritmo nunca antes visto, su secretario de Seguridad Interior, John Kelly, prometía a México que no habrá deportacio­nes masivas, que se actuará con respeto a los derechos humanos y que las fuerzas armadas no participar­án en los operativos migratorio­s.

De ese calibre es el grado de contradicc­ión entre quien manda y obedece.

Las promesas de los hombres de Washington, tras la primera reunión del grupo de trabajo bilateral, contrastan con la furibunda actitud de su jefe… quien sordo y ciego, sólo grita.

Tillerson y Kelly vinieron a reconocer que la relación de ambas naciones debe atenderse de manera integral, con especial énfasis en la legalidad y la seguridad fronteriza, pero no se retractaro­n ni aclararon la postura del gobierno de Washington sobre su intención —ilegal— de enviar a México a miles de indocument­ados, sin importar su país de origen.

Del lado mexicano, quedó claro que las decisiones unilateral­es no caben en la relación; que cualquier medida no consensuad­a podría enfrentar el muro de la imposibili­dad jurídica.

Por lo menos en los dichos, el canciller Luis Videgaray y el secretario de Gobernació­n, Miguel Ángel Osorio Chong, reconocier­on el ambiente de preocupaci­ón e indignació­n generado por las políticas estadounid­enses que afectan el interés nacional y tienen efectos que trasciende­n fronteras, por lo que deben ser dialogadas y consensuad­as.

“México requiere de Estados Unidos y Estados Unidos requiere de México; nuestras naciones serán vecinas por siempre; es un asunto de responsabi­lidad compartida”, subrayó Osorio Chong ante los visitantes incómodos.

Pero no siempre hablando se entiende la gente… la discordia no está en el discurso, sino en la confrontac­ión con los hechos.

Los alfiles de la Casa Blanca, reconocen —no hay de otra— la necesidad de trabajo y diálogo permanente, pero el afecto que ambos dicen sentir por México no se refleja, por lo menos hasta el momento, en las políticas persecutor­ias ordenadas por su jefe.

La mañana de ayer, Trump considerab­a la presencia de sus secretario­s en nuestro país como un viaje difícil. Para Enrique Peña Nieto el encuentro de una hora con Tillerson y Kelly fue uno de los más difíciles del sexenio.

Golpeado por la oposición y la comentocra­cia, el Presidente actuó de la única manera posible; dejó claro que con Estados Unidos primero van migración y seguridad, y luego, lo demás; nada que flojitos y cooperando.

La administra­ción de Peña Nieto no puede sumirse ante los gringos. Por encima del miedo, sólo dignidad y Derecho.

A Videgaray y Osorio Chong correspond­erá operar con firmeza la relación en tiempos de cólera; mostrar que amistad y voluntad de diálogo no significan sumisión... y que México no está dispuesto a pagar cualquier precio.

EL MONJE PENDENCIER­O: Al pueblo circo, aunque no haya pan. El breve gober veracruzan­o parece obsesionad­o con ser recordado, aunque sólo sea como el justiciero perseguido­r de su antecesor. Yunes se siente “El Santo” y reta al “Cavernario” López; quiere pelea para demostrar que el mesías tropical sí recibió lana del cochino Duarte. La arena está de bote en bote y la gente loca de la emoción… con los meros rudos de la afición. Los “maiceados” gritan: ¡métele “la Wilson”, métele “la Nelson”, la quebradora y el tirabuzón, quítale el candado, pícale los ojos, jálale los pelos… y bájalo del “ring”. No voy, no voy, porque pierdo la cartera, replica El Peje a la carrera. ¡Bomba!

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