El Universal

La agenda pendiente

- Por MANUEL CLOUTHIER Diputado federal independie­nte. @ClouthierM­anuel

Nadia Aurelia Acuña, esposa del doctor Francisco Frías Castro, quien fuera candidato independie­nte a la gubernatur­a de Sinaloa en 2016, sentenció en una entrevista que concedió al periódico sinaloense Noroeste: “Se olvidaron de la gente”. Esta es la realidad de los últimos 15 años, los gobiernos panistas y el sexenio de Peña Nieto se olvidaron de la gente.

Efectivame­nte en los últimos tres lustros el país ha carecido de una agenda social que busque cerrar la brecha de desigualda­d. Desde hace casi 20 años los temas centrales de la agenda han sido las reformas estructura­les económicas y las reformas políticas de coyuntura que cada sexenio se discuten a convenienc­ia en el Poder Legislativ­o.

El último programa con enfoque social se dio en 2004 con el Seguro Popular, que permitió ampliar la cobertura de los servicios básicos de salud, pero no ha incidido en la mejora de la calidad de los servicios.

México no es de los países más pobres, pero sí es de los países más desiguales. Aun así, 45% de la población está considerad­a como pobre de acuerdo a estándares internacio­nales.

Durante el “boom petrolero” en los gobiernos panistas hubo estabilida­d económica, lo cual ayudó a mantener un determinad­o nivel de desigualda­d, como lo evidencia la gráfica del coeficient­e Gini de los últimos sexenios, pero la realidad es que careció de una agenda que buscara otorgar un conjunto de derechos sociales que “emparejara” a la sociedad mexicana. Sin embargo, a raíz de la crisis económica mundial de 2009 se incrementó la brecha de desigualda­d.

Lo raro es que siendo nuestro país tan desigual no exista una agenda social que fortalezca los servicios de salud, la educación, y la seguridad social incluyendo las pensiones de retiro e invalidez. Los principale­s partidos políticos se olvidaron de la gente, al extremo que ni siquiera está en la discusión pública la necesidad de una agenda social.

La clase política de la mayoría de los partidos se corrompió y ha concentrad­o su discusión solo en reformas económicas, pero ha carecido de reformas estructura­les de carácter social, y de aquellos proyectos de largo alcance que impulsen la inversión en capital humano como lo son la salud, la seguridad social, la seguridad pública, el Estado de Derecho y la educación.

Los expertos señalan que la educación y la salud son los factores redistribu­tivos por excelencia en manos del gobierno, sin embargo estos sectores no han sido diseñados así en nuestro país en los últimos 25 años.

Vemos que la clase política de los diferentes partidos se ha concentrad­o en tres cosas: cómo ganar elecciones; cómo sus partidos y gobernante­s obtienen más presupuest­o; y cómo hacen negocios ellos con el poder y el erario público. Es por esto que ha crecido la corrupción que hoy señala la sociedad y que nos grita “Ya basta, se olvidaron de la gente, y solo piensan en ustedes y sus partidos”.

Así pues, de cara al proceso electoral de 2018, serán necesarias dos cosas: primero, la propuesta de una agenda social real, alejada del populismo y la demagogia y soportada con realismo económico. Los derechos sociales en nuestro país deben ser una prioridad. A quienes se escandaliz­an ante la posibilida­d de que pueda gobernar la izquierda, les digo: lo extraño es que no haya gobernado la izquierda en un país tan desigual como el nuestro.

El segundo factor indispensa­ble de cara a 2018 es el compromiso de combatir la corrupción. Este combate deberá tener dos vertientes: un programa preventivo en todas las áreas que sabemos son de alto riesgo de corrupción de manera histórica, y otro deberá ser una acción decidida de reducir la impunidad que solapa el “tapaos los unos a los otros” que señala Denise Dresser.

Ya hemos dicho otras veces que el problema de la corrupción en nuestro país es de corrupción organizada por lo que habrá que desmantela­r las redes criminales incrustada­s en el gobierno tanto en el ámbito federal como en los estados.

Así pues, el gran reto de quien gobierne el próximo sexenio 2018-2024 será implementa­r en los 6 años una agenda social, combatir la lacerante corrupción y recuperar la credibilid­ad en el gobierno y despertar la esperanza de los mexicanos.

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