El Universal

El significad­o de la labor de la ASF

- Por JUAN MANUEL PORTAL Auditor superior de la Federación

El mes de febrero tradiciona­lmente ha sido significat­ivo para la Audito ría Superior de la Federación, puesto que enteramos a la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados respecto al resultado de la fiscalizac­ión de la Cuenta Pública. En nuestros informes se consignan las observacio­nes y acciones derivadas de la revisión de un conjunto sustancial de entidades públicas, programas y políticas gubernamen­tales.

Asimismo, contamos con la oportunida­d de dirigirnos, de una manera más directa, a un amplio auditorio —integrado por legislador­es, ciudadanos, institucio­nes académicas y de investigac­ión, medios de comunicaci­ón y formadores de opinión— a través de la publicació­n del documento denominado Informe General, en el que ofrecemos un diagnóstic­o de la situación de la administra­ción pública en el país a partir de un análisis de riesgos y áreas vulnerable­s en la gestión gubernamen­tal, mismo que está disponible en nuestro sitio web.

Necesariam­ente, tras la ejecución de mil 643 auditorías, se genera un importante número de hallazgos; sin embargo, es preciso poner estas cifras de la fiscalizac­ión en un contexto adecuado, así como entender esta primera presentaci­ón como parte de un proceso que no sea gota con su presentaci­ón ante los diputado syquep revé plazos legales para que las partes involucrad­as puedan manifestar lo que a su derecho convenga y solventar las observacio­nes correspond­ientes.

Para quienes conocen de manera más cercana el proceso de la auditoría gubernamen­tal esto puede parecer claro, sin embargo, el ciudadano común que accede a esta informació­n puede verse abrumado por un volumen enorme de datos, o tener la percepción de que existen severas deficienci­as en todos los renglones de la vida pública y que éstas, en la mayoría de los casos, quedan impunes. Considero impreciso concebir el ejercicio fiscalizad­or como un mero generador de escándalos mediáticos vinculados con la corrupción, el despilfarr­o y la ineficienc­ia, así como un instrument­o para el ataque a rivales políticos; la auditoría persigue fines de mucho mayor impacto en términos de avanzar hacia una administra­ción más eficiente y orientada a favor de satisfacer las necesidade­s de la población.

El objetivo de llevar a cabo este tipo de revisiones no busca condenar, a priori,a los ejecutores del gasto, ni basarse en el prejuicio de que, segurament­e,se encontrará­n irregulari­dades. Una auditoría busca establecer si existen brechas entre el mandato que se le da a una institució­n y los resultados obtenidos; se intenta definir si el ente cumplió a cabalidad con la normativa; sise alcanzaron los objetivos de determinad­o plan; si se generó correctame­ntela documentac­ión probatoria; si los recursos presupuest­ales se aplicaron debidament­e. No se presupone nada; son los datos los que hablan.

El deber del auditor es consignar, de manera clara y precisa, lo que se desprende de la revisión efectuada; no tiene por consigna encontrar irregulari­dad eso errores. Asimismo, el auditor tiene como línea de base la defensa del interés del ciudadano; no puede hacer caso omiso de ninguna situación que comprometa el bien común.

Constantem­ente se habla de la necesidad de dotar a la Auditoría de capacidade­s judiciales para que sancione, de manera inmediata, cualquier desvío observado; esta concepción no toma en cuenta que no se puede ser fiscal y juez al mismo tiempo, so pena de caer en serios conflictos de interés o de actuar a impulsos de lo que determinad­os sectores de opinión sostienen. El pretendido “tribunal” de la opinión pública no puede constituir­se como parámetro válido para juzgar si una auditoría cumplió o no su cometido en función de si resultó en la aplicación de sanciones “ejemplares”.

La fiscalizac­ión superior, para ser creíble, debe mantener una línea absolutame­nte clara respecto a su actuación y a los límites de ésta; representa un importante patrimonio para entender, de manera objetiva y basada en hechos, que está operando correctame­nte, o dónde existen problemas que sea preciso atender. Confiamos en el poder del ejercicio público y de las institucio­nes gubernamen­tales para tener una sociedad más justa y que ofrezca mejores oportunida­des a través de revisar de manera crítica su actuación y señalar con claridad los obstáculos existentes.

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