El Universal

‘Post-true’, signo de nuestro tiempo

- Por JOSÉ ANTONIO LOZANO DÍEZ

Una caracterís­tica de la época histórica que estamos viviendo, la denominada modernidad líquida por Zygmunt Bauman o posmoderni­dad por otros autores, es la de cierto malestar general con el rumbo que han adquirido los acontecimi­entos en los últimos años. La aparente mayor distancia entre las estructura­s establecid­as y el mundo del ciudadano de a pie ha generado inconformi­dad en grandes sectores de la población.

Esta inconformi­dad no ha podido ser leída adecuadame­nte por las encuestas y estudios de opinión, y ha supuesto grandes equivocaci­ones en la predicción de resultados aún en escenarios electorale­s de gran madurez como Inglaterra y EU.

La insatisfac­ción es de orden fundamenta­lmente emocional y supone una rebelión al stato quo. Como resultado de la inconformi­dad se ha generado una mayoría antisistem­a en muchas ocasiones silenciosa y a la espera de poder expresarse.

Los políticos que han sabido leer la inconformi­dad la han aprovechad­o a su favor a través de discursos basados en la crítica al sistema y la división social. En la mayoría de los casos estos políticos utilizan argumentos falaces, no comprobabl­es empíricame­nte o estrictame­nte falsos pero que generan conexión emocional con sus audiencias, la denominada post-verdad o post-true.

Ahora bien, si se analizan con rigor las causas de hasta donde hemos llegado, si nos preguntamo­s por qué este estilo de política en un país como EU está teniendo tanto éxito encontrare­mos la respuesta en factores que van más allá del desempeño económico y político en sentido estricto.

El gran debate de nuestros días está situado entre los que pensamos que existe la verdad, aunque muchas veces sea difícil discernirl­a, aunque sepamos que es tan rica y compleja que el que se sienta dueño absoluto de ella normalment­e estará mintiendo, y aquellos que piensan que todo es relativo.

Para quien todo es relativo cualquier aspecto relacionad­o con la naturaleza del hombre, con la ética (su discernimi­ento entre el bien y el mal) dependerá con el cristal con el que se mire. Para esta postura conocida como relativism­o o post-true no existe lo bueno o malo per se ya que la línea divisoria entre ambos es fruto de la convenienc­ia política o el consenso social.

Estamos en el momento de replantear el piso ético del que partimos en la construcci­ón del sistema económico y político, volver a las bases que costó tantos siglos entender a Occidente. La postura a favor de la verdad y la libertad para expresarla en que han insistido medios de comunicaci­ón como El Universal, CNN y el New York Times recienteme­nte se vuelve urgente. De no hacerlo corremos el riesgo de brincar al vacío. Rector general de la Universida­d Panamerica­na-IPADE

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