El Universal

Rafa Márquez: cambiar desde el futbol

- Por EMILIO LEZAMA Analista político. @emilioleza­ma

El futbol mexicano siempre ha carecido de visión y ha adolecido de corrupción; como consecuenc­ia el éxito es un accidente

En el fútbol los ídolos venden playeras, los héroes construyen legados. “A un jugador hay que juzgarlo por el coraje, por el altruismo y por la fantasía” canta Francesco de Gregori en su oda musical al futbol. Algo de razón tiene el cantautor italiano, en una época privada de grandes guerreros, los futbolista­s son lo más cercano que tenemos a héroes de carne y hueso, pero a menudo confundimo­s el heroísmo con simple proeza; tendemos a idolatrar al futbolista que mete goles y olvidamos que los héroes son los que construyen juego adentro y afuera de las canchas.

En 2003 Rafa Márquez fichó con el Barcelona y de la noche a la mañana todo un país se volvió culé. Decir que desde Hugo Sánchez no había habido un futbolista mexicano volando tan alto crea la falsa sensación de que antes del pentapichi­chi habían habido más. La rareza del triunfo no es una cuestión genética, tiene que ver con un sistema corrupto y mal planteado; superdotad­os siempre hay pocos, pero a los buenos hay que entrenarlo­s. Bien lo decía La Volpe en una entrevista: “a Márquez le sale natural, los demás tienen que practicar”.

El futbol mexicano siempre ha carecido de visión y ha adolecido de corrupción; como consecuenc­ia el éxito es un accidente y no el producto de un proyecto consensuad­o. A finales de los noventa yo jugaba futbol en el Centro de Capacitaci­ón de la Femexfut; el eslogan de la academia era “futbol 2000” porque ese año vería consumada su primera generación de futbolista­s. Antes de que esto pudiera suceder, el sueño de miles de niños fue vendido para construir un Walmart. Nada más representa­tivo de la mezquindad de los dirigentes que los sueños de una generación de deportista­s catafixiad­os por la posibilida­d de television­es baratas donde podríamos ver el sueño consumado de los deportista­s de otras naciones.

A pesar del triste panorama futbolís tic o de la nación, el espíritu de Márquez siempre ha mantenido una rebeldía y liderazgo que son escasas en el juego moderno. Menotti decía que había que culturizar otra vez el futbol, devolverle su identidad. Márquez no será un literato pero sintetiza un futbol culto no solo por su manejo elegante en la cancha, sino por lo que construye fuera de ella. Las repercusio­nes de su éxito no son menores; ver a un mexicano en la cúspide proveyó un nuevo techo a los sueños de una generación de jugadores. Ver que ese mismo jugador lucha por cambiar la mentalidad del futbolista mexicano y la estructura de las organizaci­ones que lo presiden, proveé un nuevo techo a las posibilida­des sociales y políticas de un ídolo deportivo.

A sus 38 años el consenso es claro: en México hay y ha habido muy buenos jugadores pero hay solo un jefe. Rafa Márquez es el capitán indiscutib­le de la Selección Mexicana y su mejor jugador. Es además el único que ha tenido la fantasía, el altruismo y el coraje de hacerle frente al status quo y buscar reformar al futbol mexicano desde adentro. La asociación de jugadores que pretende crear es la primera piedra de un proyecto mucho más ambicioso; lo mejor que le puede pasar al futbol mexicano es que Márquez juegue el mundial de 2018, se retire y se quede a cargo de la Femexfut.

El tema del futbol no es menor; en el futbol nacional se sintetizan muchos de los problemas que aquejan al país. La corrupción, la falta de visión a largo plazo, la ausencia de un sistema meritocrát­ico y la incompeten­cia en general han sentenciad­o al deporte a esa misma mediocrida­d que envuelve la política nacional. Pero mientras que el país se distrae esperando un destello de esperanza de una clase política que jamás la ha proveído, quizás ese impulso se esté gestando desde un lugar inesperado.

Si Márquez logra su objetivo, se mantiene lejos de los partidos políticos y cerca de las canchas y el deporte nacional, el gran héroe del futbol mexicano puede convertirs­e en un referente social que trascienda el futbol. En un país donde un pequeño puñado de privilegia­dos hace lo que quiere con el resto, la creación de una asociación del futbolista y de un proyecto futbolísti­co serio puede ser el ejemplo que eleve el techo a nuestros sueños políticos y sociales. No sería la primera vez que Márquez hiciera tal cosa.

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