El Universal

Auditor gana más que el presidente Peña

B Juan Manuel Portal cobró más de 4 mdp en 2016 b ASF repartió 159 mdp en “estímulos” a personal

- EDUARDO BUENDÍA —politica@eluniversa­l.com.mx

El titular de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), Juan Manuel Portal Martínez, ganó 4 millones 113 mil pesos brutos durante 2016.

El monto representa un sueldo mensual de aproximada­mente 342 mil 820 pesos, cifra que supera el salario del presidente Enrique Peña Nieto, quien ganó 208 mil 571 pesos brutos al mes, de acuerdo con el manual de percepcion­es de los servidores públicos de 2016.

El manual señala en su artículo octavo que “ningún servidor público podrá recibir una remuneraci­ón […] mayor a la establecid­a para el Presidente”, norma que no es congruente con lo que percibe el titular de la ASF.

En informació­n entregada a EL UNIVERSAL vía transparen­cia se especifica que el año pasado Portal Martínez, quien desempeña ese cargo desde 2010, recibió un salario anual de 2 millones 371 mil pesos brutos, 497 mil 755 pesos por prestacion­es, 403 mil 955 por gratificac­iones, 14 mil 202 pesos por primas y 826 mil 711 pesos por concepto de “estímulo”.

Lo anterior, sin tomar en cuenta que entre sus prestacion­es también están vehículos y celulares que son pagados por el erario, según el manual que regula las remuneraci­ones de la ASF.

Durante 2016, la Auditoría Superior de la Federación repartió también 159 millones 324 mil pesos entre su personal por concepto de “estímulos por productivi­dad y eficiencia a su personal operativo”, lo que se suma a los mil 606 millones de pesos que destinó al pago de salarios y otras percepcion­es para los 3 mil 59 servidores públicos de su plantilla laboral.

Auditores especiales tuvieron en 2016 un sueldo bruto de 2.3 millones de pesos y 568 mil pesos de “estímulo”, entre otras prestacion­es.

No sé por qué hablamos tanto de qué hará el PRI en la sucesión presidenci­al. Es sin duda el partido político que más atención pública atrae y no hay motivo. Lo que sucede ahí dentro es, hoy por hoy, una disputa por a quién le toca el difícil papel de ser el rostro de la derrota. Porque en lo que tiene que ver con 2018, para el PRI ese parece ser el destino manifiesto.

Sin embargo, en la conversaci­ón pública, lo que priva es: ¿a quién escogerá el presidente Peña Nieto? ¿Osorio por puntero? ¿Videgaray por poderoso? ¿Narro por inesperado? ¿Eruviel si logra retener el Estado de México? ¿Están aún en la pelea Meade, Nuño, etcétera? ¿Ochoa? ¿Hay un caballo negro?

Lo cierto es que ese halo que rodea a la sucesión dentro del PRI, con sus formas tan propias como rebasadas, parte de muchos supuestos erróneos:

1.— El Presidente elige a su sucesor. El morbo del “tapado” está en declive: a juzgar por la tendencia de las encuestas, la evaluación ciudadana del Presidente y el malestar social, el presidente Enrique Peña Nieto no sólo no va a poder elegir a su sucesor, sino que en un descuid o no podrá ni siquiera elegir al candidato de su partido. En muchos sectores del PRI, pero sobre todo entre no pocos gobernador­es de este color, hay molestia con el primer mandatario, con la manera como ha gobernado y especialme­nte con el desempeño de su gabinete. Si el Presidente busca imponer a un candidato priísta a la Presidenci­a que no cuente con el visto bueno de los gobernador­es, se puede armar una rebelión interna.

2.— El PRI tiene sus tiempos. Morena tiene candidato presidenci­al desde hace varios años, en el PAN ya se apuntaron tres y se dedican a eso, en el desmejorad­o PRD también hay tres que han levantado la mano, y al menos cuatro independie­ntes han declarado abiertamen­te que la van a buscar. Así que mientras López Obrador, Anaya, Margarita, Moreno Valle, Mancera, Graco, Silvano, El Bronco, Castañeda, Ferriz, Álvarez Icaza y varios más ya están en campaña, en el PRI los aspirantes siguen atados. Si el presidente Peña Nieto no permite el juego abierto dentro de su partido a la brevedad, estará solamente con denándolo con más contundenc­ia a la derrota. Opino que debe permitir que los que quieran, puedan jugar sin esperar más: que salten secretario­s, que levanten la mano gobernador­es, que salgan a la pista a correr porque el pelotón los está dejando.

3.— El Estado gana elecciones. Esta dejadez priísta, esta flojera para sumarse a la carrera presidenci­al, proviene de la singular creencia de que el Estado (entiéndase, el presupuest­o orientado a fortalecer una candidatur­a) alcanza para ganar una elección. En 2000 el partido del presidente perdió, en 2006 no le alcanzó al primer mandatario ni para elegir al candidato de su partido, en 2012 el partido del presidente en turno volvió a perder y a nivel estatal, las alternanci­as son muchas y frecuentes.

Este fin de semana el tricolor conmemoró su cumpleaños 88, pero no hubo luces.

Si Peña Nieto no permite el juego abierto dentro de su partido a la brevedad, estará solamente condenándo­lo con más contundenc­ia a la derrota

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