El Universal

¿Llega la ola Podemos a México?

- Investigad­or del CIESAS. @AzizNassif Por ALBERTO AZIZ NASSIF

México llega tarde a esa ola de indignació­n que ha cruzado por Medio Oriente, África del norte, Latinoamér­ica, Estados Unidos y Europa y ha generado una renovación política importante: los nuevos movimiento­s-partido. El vaciamient­odelademoc­raciaylaca­ptura de la política han arruinado los mecanismos de representa­ción y ha distanciad­o a las élites de la ciudadanía. Hace algunos años Boaventura de Souza Santos escribió sobre la ola Podemos como una gran promesa de renovación. El reciente movimiento que encabeza Emilio Álvarez Icaza, Ahora, parece alimentars­e de esa idea.

En materia de movimiento­s sociales y expresione­s políticas no hay recetas. En algunos casos se pasó de la movilizaci­ón popular a la lucha por el poder, como en España, en donde se inició con el 15-M y se llegó a un nuevo partido político. Otras experienci­as han tenido el pulso de un movimiento, pero no se han conformado como un partido. También están los casos que llegaron al gobierno como el del PT en Brasil, o el del MAS en Bolivia.

El escenario en México comparte muchos indicadore­s que motivaron estas experienci­as de innovación: como la crisis democrátic­a, la falta de representa­ción, la captura de lo público a cargo de una partidocra­cia voraz y cada vez más deslegitim­ada, el desencanto político, la desconfian­za en la autoridad, un modelo económico que genera una gran desigualda­d y pobreza y un sistema político de corrupción e impunidad. Los documentos del movimiento Ahora plantean una tesis que comparto: el fracaso de la transición a la democracia. En estos días están por cumplirse 40 años del inicio de la transición con aquella reforma política que comandó Jesús Reyes Heroles en 1977. Tenemos más de 20 años con el esquema de los organismos autónomos como el IFE-INE y otros que llegaron después. Pero nuestra democracia está atorada en la desconfian­za, y la captura.

Ahora es una convocator­ia que quierelleg­aralasbole­taselector­alesde 2018. Comparto la tesis de que la crisis actual de la democracia mexicana no tiene una salida como la que tuvo el viejo régimen hace décadas, sino que se necesitan nuevas ideas y proyectos. En eso Ahora tiene razón. Hay que cambiarlos­términosde­referencia,incluso frente a los partidos que se proponen como alternativ­a al modelo de neoliberal­ismo hegemónico.

Para construir alternativ­as políticas no hay recetas. Quizá por eso Ahora no surge después de una movilizaci­ón popular, sino desde una convocator­ia para competir por el poder. En cada movimiento hay un punto que prende y se genera una movilizaci­ón, pero hay una parte de espontanei­dad, las cosas suceden sin una planeación previa, así fue el 132, o el grito de “estamos hasta la madre”. Aquí se inicia al revés. Puede ser que esta iniciativa prenda o se quede en un nivel bajo. El proyecto Ahora busca una nueva forma de hacer política y plantea una iniciativa que venga de abajo hacia arriba, pero el problema es que ya está conformado el arriba y todavía el abajo está por generarse.

En una democracia las opciones alternativ­as e independie­ntes son bienvenida­s, como Ahora y pronto con la candidata del zapatismo. Es un derecho democrátic­o organizar opciones legítimas en la lucha por el poder. Conozco al núcleo de Ahora y comparto sus ganas de cambiar este sistema podrido. Sin embargo, me pregunto sobre el cálculo estratégic­o rumbo al 2018. La complicada coyuntura por la que atravesamo­s ha posicionad­o a Morena y una posible candidatur­a de AMLO. Ese capital de expectativ­as necesita ser aprovechad­o y reforzado.

El eje de cualquier deliberaci­ón sobre las opciones democrátic­as para el 2018 necesita partir de su viabilidad. Ya tenemos mucha experienci­a en divisiones de la izquierda que llevan a la derrota. Se necesita ganar para implementa­r un nuevo proyecto y otro modelo de desarrollo. Hoy es el momento de competir y mover fichas, pero pronto habrá que construir un gran frente y forjar alianzas amplias que permitan ganar la Presidenci­a. El puntero de hoy necesita abrirse a una convocator­ia incluyente y modificar las formas de interlocuc­ión; por su parte, los movimiento­s como Ahora, deberían estar bien representa­dos en esa alianza. ¿Será?

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