Cómo Santa Fe se volvió algo más seguro (y lo que eso significa para todos)
En los años ochenta, la ciudad de Gainesville, Florida, en Estados Unidos enfrentó una epidemia de asaltos a tiendas de conveniencia. Nada parecía servir para prevenir esos delitos: ni rondines a pie, ni patrullajes en vehículo, ni videocámaras, ni botones de pánico. Nada. Pero un buen día, la policía de la localidad empezó a identificar algunos patrones. Por una parte, la mayoría de los asaltos ocurría cuando había un solo dependiente en el establecimiento. Asimismo, eran más susceptibles de ser robadas las tiendas que tenían algo (carteles, cajas, etc.) que bloqueara la vista hacia la calle.
Solución: pedir a las cadenas de tiendas que 1) asignaran un segundo dependiente para las horas con mayor propensión a un asalto y 2) retirasen todo lo que impidiera ver desde el exterior. Resultado: una disminución de 65% en el número de asaltos a tiendas de conveniencia en dos meses. Sin una sola detención ni un solo disparo.
Con una simple búsqueda en internet, pueden encontrar decenas de casos similares. Intervenciones pequeñas y baratas, con grandes efectos sobre la actividad delictiva. En conjunto, se conoce a ese tipo de acciones como prevención situacional del delito.
En castellano, eso significa algo muy simple: las personas cometen (algunos) delitos porque se les presenta la oportunidad de hacerlo. Cambiar a las personas es difícil. Reducir las oportunidades para cometer (algunos) delitos, no tanto. En consecuencia, hay mucho que ganar si se pone atención a lo segundo.
Esto no es asunto sólo de países ricos. Hay ejemplos muy cercanos a nosotros. Esta semana, Carlos Vilalta, un profesor del CIDE, presentó los hallazgos de un estudio que realizó en la zona de Santa Fe, en el poniente de la Ciudad de México (http://seguridad.nexos.com.mx/?p=59). Resulta que las manzanas habitacionales con vigilancia estricta registraron 35.7% menos delitos contra la propiedad (robo de vehículo, robo a transeúnte, etcétera) que manzanas similares sin vigilancia. En manzanas con centros comerciales, la disminución por el mismo efecto fue de 84.1%.
Según Vilalta, estos hallazgos tienen tres implicaciones para la política de seguridad. En primer lugar, “en algunas zonas, el delito se puede reducir priorizando la vigilancia e implementando medidas de protección por encima de otras soluciones de tipo social o comunitario”.
Segundo (y crucial), “hay que diagnosticar bien el tipo de problema delictivo que hay en cada lugar o zona de la CDMX”. Lo que sirve en Santa Fe puede no servir en Iztapalapa. Lo que sirve para reducir el robo de automóvil puede ser inútil para prevenir el secuestro. Las soluciones de prevención son altamente específicas, propias de láser y no de escopeta.
Tercero, “en ciertos lugares, la prevención situacional es más efectiva para prevenir la actividad delictiva que otras estrategias, como la social”. Es decir, en algunos casos, en algunos contextos, para algunos delitos, no es necesario cambiar todo para que algunas cosas mejoren.
Esa conclusión me resulta a mí esperanzadora. Es posible idear intervenciones pequeñas, baratas y altamente específicas para reducir de manera significativa y rápida algunos tipos de delitos. Y sin meter gente a la cárcel ni pegar de tiros.
¿Qué es lo que se requiere para empezar? Datos y más datos. Es necesario 1) facilitar radicalmente la denuncia y 2) poner la información sobre incidencia delictiva a nivel de calle, a disposición del público. Con eso, muchos focos se van a prender en muchas cabezas. Y, con algo de suerte, podemos encontrar fórmulas para hacer la vida algo más segura sin necesidad de cambiar al mundo o esperar a las calendas griegas.