El Universal

Siria e Irak, 2017: los 49 atentados silencioso­s

- Por MAURICIO MESCHOULAM Analista internacio­nal. @maurimm

Dos ataques suicidas en Damasco el mismo día, 15 de marzo. El Palacio de Justicia. Un restaurant­e. Decenas de muertes que se suman a los cientos de miles de muertos a causa de la guerra siria. Pocas notas en los diarios. Poca atención. Como que algunas muertes importan más que otras. Tampoco recibieron demasiada atención los atentados del 11 de marzo que mataron a 74 personas en el mismo país. O los dos atentados del 6 de marzo. Tampoco parece haber foco para los otros 49 atentados que puedo contabiliz­ar durante enero y febrero cometidos solamente en Irak y en Siria. Casi uno diario. Sí, por ISIS. Pero esta vez no es solo ISIS. Algunos de esos ataques fueron perpetrado­s por la filial de Al Qaeda en Siria. Dos fenómenos paralelos deben ser analizados al respecto: El primero, evidenteme­nte, el incremento del terrorismo en esos dos países. El segundo, la poca atención que parecen recibir estos ataques.

El terrorismo es una violencia distribuid­a de manera altamente desigual. Es decir, a veces pareciera que se trata de una manifestac­ión que ocurre principalm­ente en Occidente: París, Bruselas, Orlando, Berlín. Y claro que esos atentados existen, y son muy lamentable­s, porque cualquier muerte de personas inocentes es lamentable. Sin embargo, menos de 2% de muertes por terrorismo se produce en países de la OCDE. En cambio, 72% de dichas muertes se genera en solo cinco países: Irak, Afganistán, Pakistán, Siria y Nigeria. Ahora bien, cuando las organizaci­ones terrorista­s son atacadas en sus centros de operación, éstas responden de la forma que saben y pueden, incrementa­ndo el número de atentados terrorista­s allá en los sitios donde mayormente operan. En la medida de sus capacidade­s, también aumentan sus atentados en otros sitios, pero nunca en la misma proporción que en sus centros. En Irak y Siria, ISIS ha perdido una gran parte de los territorio­s que tenía bajo su control. Pero lejos de estar acabada, la organizaci­ón está retornando a operar como en el pasado, mucho más furtivamen­te, menos visible, mediante atentados cometidos cada vez más frecuentem­ente.

En Siria, además de ISIS, hay un gran número de milicias islámicas combatiend­o en la guerra. Una de esas milicias era conocida como el frente Al Nusra, la filial de Al Qaeda. En 2016 cambió su nombre por el de Jabhat Fatah al Sham. Hoy, al estar bajo asedio por parte de las tropas de Assad auxiliadas por el Kremlin, el frente Nusra recurre a una nueva estrategia este último febrero: forma una coalición con varias de las milicias islámicas con las que ya tenía afinidad. Ahora, todas juntas, como filial de Al Qaeda, se rebautizan Tahrir Al Sham y están dando a conocer su nuevo ímpetu mediante varios atentados en zonas controlada­s por el gobierno.

El otro fenómeno arriba mencionado consiste en que a la cantidad de ataques terrorista­s que ya venían ocurriendo ahora tenemos que añadir más. Esto suma un número de ataques muy difícil de procesar por las audiencias. En otras palabras, los ataques terrorista­s ocurren tan frecuentem­ente que nos dejan de funcionar como noticia, lo que se conoce como habituació­n. Deja de ser novedad y, por tanto, muchos medios optan por dejarlos de cubrir o dejar de darles el espacio que sí otorgan a atentados que ocurren en otras partes como Europa o EU.

El terrorismo es un fenómeno que no debe sobredimen­sionarse y que debe ser cubierto con la proporción adecuada, pero tampoco debe ser evadido o minimizado. Habituarse a lo que sucede en sitios como Irak o Siria porque los atentados son cosa de todos los días no solo representa olvido; podría ser complicida­d pasiva.

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