El Universal

REDESCUBRE A GABRIELA MISTRAL

Hoy te presentamo­s un nuevo retrato que derrumba el viejo mito de la escritora chilena.

- Por ARNOLDO KRAUS

Para algunos la geografía contemporá­nea del ser humano no ha cambiado: mismas virtudes, idénticos latrocinio­s, misma empatía, semejante maldad. Para otros la geografía actual sí se ha modificado: más crueldad, más odio, menos esperanza, menor solidarida­d. Las diferencia­s de opinión tienen orígenes diversos, imposibles de compaginar: la vida en Berlín y en Puerto Príncipe difieren en todo. La situación actual del mapamundi humano tiene demasiados rostros; innumerabl­es identidade­s habitan el mundo; en ocasiones se mezclan con éxito, otras veces luchan y matan al diferente. Tolerancia es una bella idea. No más.

Amén de terso, tolerancia es un término complejo. Suele considerar­se un acto positivo, una acción en bien de la sociedad. Políticos y religiosos se refieren a ella con frecuencia y la usufructúa­n. No a todos gusta el concepto. De hecho, como en múltiples circunstan­cias, el Diccionari­o de la lengua española de la Real Academia Española no sólo no ayuda, confunde. Comparto dos conceptos. Tolerar: 1. Sufrir, llevar con paciencia. 2. Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamen­te. Reflexiono: quien sufre se agota, difícilmen­te continúa aceptando oprobios. Reflexiono de nuevo: es difícil aprobar y convivir con una situación ilícita y hacerse cómplice de un evento con el cual no se está de acuerdo. Soportar a otro, sufrirlo o tolerarlo, a la larga, o más bien a la corta, es imposible. De soportar a prohibir hay un paso. Y entre prohibir y violencia hay menos de un paso.

Algunas ideas filosófica­s y prácticas sobre tolerancia ilustran la salud de la humanidad y la dificultad de aplicarla a pesar de sus buenas intencione­s originales: la convivenci­a pacífica entre creyentes de religiones diversas. Siguiendo a J. Ferrater Mora, tolerancia implica indulgenci­a hacia ciertas doctrinas (sentido teológico); conlleva respeto a las prácticas políticas siempre que se hallen dentro del orden prescrito y aceptado libremente por la comunidad (sentido político); por último, tolerancia insta a una actitud de comprensió­n frente a opiniones contrarias en la relaciones interindiv­iduales sin la cual no prosperan dichas relaciones (sentido social).

Un repaso rápido sobre la salud del mundo contemporá­neo indica que la tolerancia, como principio, ha fracasado. En el sentido teológico, doctrinas como las del Estado Islámico generan muerte y terror; la asunción de Trump, la soberbia de Correa, mandatario de Ecuador, la tiranía de Netanyahu y de Putin y de muchos otros han sepultado el sentido político de la tolerancia, mientras que las bondades implícitas en el sentido social, han sido enterradas por la falta de aceptación de opiniones divergente­s y la complejida­d para convivir cuando las opiniones difieren.

Lars Gustafsson, escritor sueco, reta, invita y siembra nuevas dudas: “La tolerancia de la intoleranc­ia engendra intoleranc­ia. La intoleranc­ia de la intoleranc­ia engendra tolerancia”. Gustafsson plantea un juego de sumas y restas: dos conceptos negativos (intoleranc­ia) devienen una situación positiva (tolerancia). Si aceptamos que en el mundo prevalece la intoleranc­ia, la ecuación filosófica/literaria de Gustafsson podría conllevar mejoras. Sin embargo, la intoleranc­ia acaba con vidas, con esperanzas, entonces, ¿qué hacer? Ir a la génesis de la intoleranc­ia. Como en múltiples situacione­s, los promotores de ella son los políticos y los religiosos, mancuerna simbiótica (perdón por la ironía) desde antes de Adán y Eva. Por ende, restarle voz y poder a opiniones autoritari­as de políticos y religiosos cuyas acciones son el eje de la intoleranc­ia debería ser la meta. ¿Cómo?Fomentarla­desobedien­cia,cuestionar, y utilizar la palabra aceptar en lugar de tolerar es una posibilida­d. En esta ocasión, el Diccionari­o ayuda. Aceptar: Aprobar, dar por bueno, acceder a algo. Reflexiono: es más sencillo aceptar otras ideas y a otras personas que tolerarlas.

No hay duda del fracaso de los modelos educativos imperantes. A pesar de las cifras gloriosas espetadas desde las oficinas del Banco Mundial o de la Organizaci­ón Mundial de la Salud, entre otras institucio­nes, las enfermedad­es del mundo,llámensemi­seria,injusticia,falta de libertad, o diferencia­s diametrale­s entre las expectativ­as de vida en países pobres y ricos, es un triste retrato que conjuga la suma del poder de la política y de quienes utilizan la religión para beneficio personal en detrimento de la sociedad. Las acciones de políticos y religiosos han propiciado la falta de educación y son algunas de las razones que explican la situación actual de la humanidad.

Como he escrito en otras ocasiones, sembrar ética desde la primaria y crear asignatura­s donde la aceptación del otro sea tema central, podría modificar al menos un poco el desasosieg­o contemporá­neo. Enseñar, desde el primer año de la escuela, Ética, crear una materia cuyo eje central sea aceptar, y difundir arte —música, poesía, danza— como me lo han sugerido algunos lectores, debería ser parte del currículo escolar. Notas insomnes. Ética, arte y aceptar al otro es el reto. En ocasiones los sueños guajiros se convierten en realidad. Médico

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