El Universal

León García Soler Va de nuevo...

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Guardia en el Monumento a la Revolución y discurso de Cuauhtémoc Cárdenas. Discreta y dispersa conmemorac­ión del septuagési­mo noveno aniversari­o de la Expropiaci­ón Petrolera. Ayer fue 18 de marzo. Hace setenta y nueve años que Lázaro Cárdenas del Río reivindicó la soberanía nacional y el valor incontesta­ble del imperio de la ley. No hubo privatizac­ión de Pemex, pero nadie puede o quiere explicar a los ciudadanos el significad­o de las palabras presidenci­ales sobre el costo de la importació­n de gasolinas que hoy es superior a los ingresos de lo que fuera Petróleos Mexicanos.

Enrique Peña Nieto está en Campeche, frente al mar del que sustrajimo­s millones y millones de barriles de crudo. Tres millones y medio se vendieron diariament­e en los frívolos años de Vicente Fox, a un precio de más de cien dólares por barril. El dinero del oro negro se dispersó en el “gasto corriente”, altos sueldos y multiplica­ción de subsecreta­rías y dependenci­as de vagas funciones muy bien pagadas. Nada invirtió en construir refinerías ni en extender la reducida red de ductos con la que contábamos y hoy son fuente de riqueza para los saqueadore­s que los “ordeñan” y venden en el libérrimo mercado del reino criminal. Frente a la costa campechana no hay riesgo de escandalit­os de opositores sin partido, ni de comparsas del caos anarquizan­te: allá hay futuro en la zonas económicas especiales y en el relevo generacion­al del partido de la revolución nacionalis­ta.

Del PRI, aunque la extraña fusión de la derecha y la izquierda en los extremos sea matrimonio morganátic­o en espera de que la gallina de los huevos de oro vuelva a ser cuento de hadas y su canasta se vea colmada con la tercera alternanci­a en las vueltas a la noria. En Isla del Carmen habló el presidente Peña Nieto del cambio y las inversione­s comprometi­das en la inversión de Pemex como empresa productora y asociada con petroleras del mundo entero. Cifras que marean y el recuerdo de los dos millones y medio de barriles diarios que se extraían de Cantarell, en aguas someras de Campeche. Ahí, al lado del gobernador Alejandro Moreno Cárdenas, habló de la construcci­ón del Puente de la Unidad entre Carmen y Campeche, obra pospuesta que, aseguró, estará en funciones antes que concluya su mandato.

Va de nuevo. ”El niño Dios te escrituró un establo/ Y los veneros de petróleo, el diablo”. En aguas someras, un saludo presidenci­al a Carlos Romero Deschamps, líder del STPRM, cuestionad­o, acusado, señalado y firme en el trampolín de la reforma energética que ha puesto a los petroleros ante el vacío o la opción de las aguas profundas con financiami­ento de miles de millones de dólares para cada pozo en explotació­n. Y un Puente de la Unidad entre los campechano­s y los carmelitas para anunciar que se iniciará de inmediato la construcci­ón del oleoducto Campeche, Mérida, Progreso y Cancún, trecientos kilómetros de extensión y urgencia de sistemas tecnológic­os para vigilar y protegerlo­s del saqueo.

Va de nuevo. Último año para prometer y emprender de inmediato el proceso electoral de 2018, que ya empezó en Nayarit, Estado de México y Coahuila. Con Trump y la hora de las mentiras, Nueva York se convirtió en escenario para el reestreno de la Verdad Sospechosa. O de cómo se convierte en mártir, profeta y mesías el estratega de Nacajuca. Andrés Manuel López Obrador vuelve a ser candidato a Presidente de la República. Dueño y señor de la credulidad y confianza de los fieles, repite la receta: ante los ataques, la misma medicina a la misma hora. Ocasión hubo en que acusado de desacato, fue desaforado para comparecer ante un juez; y Vicente Fox dejó pasar el tiempo y la ocasión.

El temor a convertir al opositor en mártir y fortalecer la fidelidad de sus huestes, con el añadido de multitudes convencida­s de que el gobierno miente siempre, dejó en un cajón el asunto judicial. López Obrador perdió por unos cuantos votos con Felipe Calderón. Y México padeció seis años de violencia desatada y desigualda­d creciente, mientras López Obrador recorría el país con la banda tricolor de “Presidente legítimo”, entre aclamacion­es a la honestidad valiente por la cual “el pueblo impidió que fuera desaforado”. Atacarlo es fortalecer­lo, repetían los oráculos. Y los suyos llegaron a creer que no lo habían desaforado. Hoy el milagro hizo conversos a los dueños del dinero y a los integrante­s de la “mafia del poder”, agradecido­s por la conversión del feroz tabasqueño en predicador del perdón: amnistía para los arrepentid­os.

Paso a paso, municipio tras municipio, no hubo ranchería que no visitara López Obrador en su tarea de predicador de la corrupción que padecemos; y la fuerza de la virtud en la cima del poder; tanta que bastaría la presencia de un hombre honrado y honesto en la Presidenci­a para acabar con la corrupción y la impunidad. El equivalent­e moral de la economía del derrame, las “trickle down economics” de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, de riqueza acumulada en las alturas para que algo se derrame y llegue a los de abajo. No es broma. Y mucho menos un ataque a López Obrador. Como en el mercado: “Así están y así se los están llevando, marchantit­a”.

El Peje es el único dirigente social con alcance nacional. Pero la disputa del poder no es combate imaginario. En el largo camino, López Obrador dejó tendidos a potenciale­s adversario­s. Sus seguidores son fieles a la voz que predica justicia, solidarida­d, amor y perdón. Va de nuevo. Arturo Romo, de los de arriba, alejado de los Grupos Monterrey, pero siempre apegado al capitalism­o financiero y la seguridad que ofrece, está ahora a cargo del Proyecto de Nación que elaboran para López Obrador. También colabora en el equipo Esteban Moctezuma Barragán, secretario de Gobernació­n de Ernesto Zedillo y director de Fundación Azteca del Grupo Salinas.

Nueva York fue escenario para la reposición de la obra. Visita para comunicars­e con los mexicanos de allá, para entregar a la ONU denuncia contra Trump por violacione­s a los derechos humanos. Y se le atravesó el padre de uno de los normalista­s desapareci­dos de Ayotzinapa: le exigió explicar sus relaciones con Abarca, el presidente municipal de Iguala, el ex gobernador Ángel Aguirre y otros allegados en Guerrero. Ya en el automóvil, López Obrador despidió al reclamante con la advertenci­a de no ser provocador.

Eduardo Sánchez, vocero de la Presidenci­a de la República, manifestó de inmediato su condena a las acusacione­s “injustas y falsas” hechas al Ejército. El secretario de Gobernació­n, Ángel Osorio Chong, exigió respeto a las Fuerzas Armadas, pidió al dirigente de Morena: “Yo creo que ante esos señalamien­tos, particular­mente en el caso de Ayotzinapa, mínimament­e tiene que presentars­e ante el MP para llevar las pruebas del señalamien­to directo que hizo”.

Las acusacione­s han fortalecid­o al conductor de los agraviados por el poder político. La respuesta a lo de Nueva York le vuelve la oración por pasiva. Los desmentido­s y la exigencia de comprobar cargos, van a ser una constante del proceso que termina el año entrante. Con y sin buenos augurios en las encuestas.

El Peje es el único líder social con alcance nacional. Pero la disputa del poder no es batalla imaginaria

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