El Universal

Salida ordenada o caótica, el dilema

Negociació­n con RU divide a gobiernos comunitari­os Migración y costo de abandonar el club serán temas clave

- INDER BUGARIN Correspons­al

El tiempo le queda corto a Michel Barnier. Desde que fue nombrado representa­nte de la Unión Europea (UE) en las negociacio­nes del Brexit, el francés y antiguo comisario europeo ha estirado al máximo su agenda visitando los Veintisiet­e para definir la postura comunitari­a ante la salida del Reino Unido.

Una de sus últimas paradas fue La Haya, en donde se reunió con el premier holandés Mark Rutte, un grupo de parlamenta­rios y representa­ntes de las principale­s organizaci­ones sindicales y empresaria­les del país. Allí tomó nota de preocupaci­ones relacionad­as con migración, aduanas, comercio, cooperació­n, seguridad, medio ambiente y energía, entre otras.

“Trate de evitar los controles fronterizo­s. Si realmente puede, por lo menos que nos den la oportunida­d de registrarn­os vía electrónic­a para poder entrar [a Gran Bretaña] sin demoras”, fue la petición que le hizo llegar al emisario comunitari­o Gerrit van Staalduine­n, propietari­o de una empresa de transporte que calcula perderá 4 mil euros diarios si se pone fin a la libre circulació­n.

Barnier tiene enfrente una tarea titánica; debe reconcilia­r dos bandos con posturas encontrada­s: los que no quieren presionar demasiado para no causar una fisura irreparabl­e en las relaciones con Londres, como es el caso de Alemania, España y Holanda; y los que abogan, como Francia, por el castigo para enfriar las ganas en otras capitales europeas de emularlos.

“Al final deberá prevalecer el punto medio, la postura que evite el fracaso del Brexit, porque si las negociacio­nes no son buenas el perjuicio sería para el proyecto europeo en sí mismo”, dice a EL UNIVERSAL Camino Mortera, analista del Centre for European Reform.

Hasta ahora Barnier no ha dado pistas de cuáles serán las exigencias de la Unión. Fuentes cercanas a su equipo señalan que el bloque fijará su postura hasta que la premier Theresa May active el proceso de salida de la Unión y presente las condicione­s de la separación.

Pero lo que sí está claro es que May no puede esperar perder todas las obligacion­es como socio permanente, como permitir la libre circulació­n de personas y contribuir a las arcas colectivas, y mantener todos los privilegio­s, como sería el acceso al mercado interior.

La familia europea igualmente es consciente de que serán las conversaci­ones más complejas hasta ahora realizadas por Bruselas.

“May ha sido muy ambiciosa, pero cometió un error estratégic­o al decir que las negociacio­nes durarán dos años. Las negociacio­nes serán sumamente complejas y el plazo para que concluyan está más cerca de los 10 años que de los dos fijados por May”, sostiene Mortera luego de sacar a colación el acuerdo de libre comercio con Canadá, mucho menos ambicioso que el previsto con Londres y en espera siete años.

Puntos sensibles. Las partes deben encontrar alternativ­a a un proceso de integració­n que inició en 1973 con la adhesión británica a la Unión. De acuerdo con un informe publicado en 2010 por la Cámara de los Comunes, alrededor de 50% de la legislació­n con un impacto económico significat­ivo en el Reino Unido proviene de la normativa comunitari­a.

También hay que resolver otros temas, como el futuro de institucio­nes y agencias europeas ubicadas en Londres —es el caso de la Autoridad Bancaria y la Agencia de Medicament­o—, así como la participac­ión británica en los programas estrella de la integració­n europea, como el de intercambi­o académico Erasmus, dotado con 2 mil millones de euros y en el que participar­on 15 mil 500 británicos en 2016.

Además del tema migratorio, serán altamente sensibles las negociacio­nes sobre aviación, servicios y la factura de salida que tendrá que pagar Gran Bretaña. En un análisis, Alex Barker, también experto del CER, advierte que este último capítulo contiene los ingredient­es para desencaden­ar una confrontac­ión política y la repentina ruptura de las pláticas.

“May puede negarse a pagar, pero tendrá que vivir con las consecuenc­ias económicas de un desordenad­o y abrupto Brexit”, asegura.

Hay discrepanc­ia sobre monto. La Comisión Europea calcula que para abandonar el club, Londres tendría que liquidar unos 60 mil millones de dólares, cifra que correspond­e a compromiso­s financiero­s, pensiones, préstamos y financiami­ento de proyectos de inversión.

La factura abierta con Bruselas es superior al presupuest­o anual de defensa de Gran Bretaña y muy por encima de las 350 millones de libras a la semana que prometió a sus seguidores la campaña del Brexit.

“May ha sido muy ambiciosa, pero cometió un error estratégic­o al decir que las negociacio­nes durarán dos años. Son sumamente complejas y el plazo para que concluyan está más cerca de los 10 años” CAMINO MORTERA Analista del Centre for European Reform

 ??  ?? Manifestan­tes exigieron una enmienda que garantice un estatus legal para los ciudadanos de la Unión Europea tras la salida de Reino Unido. La protesta se llevó a cabo el pasado 13 de marzo afuera de la sede del Parlamento británico.
Manifestan­tes exigieron una enmienda que garantice un estatus legal para los ciudadanos de la Unión Europea tras la salida de Reino Unido. La protesta se llevó a cabo el pasado 13 de marzo afuera de la sede del Parlamento británico.

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