El Universal

Trump, un “amigo especial”

- JERÓNIMO ANDREU Correspons­al

A Donald Trump le gusta recordar en sus discursos que su llegada a la presidenci­a forma parte del mismo movimiento contra las élites mundiales que el Brexit.

Abiertamen­te hostil al proyecto de la Unión Europea, el presidente estadounid­ense quiere ayudar a convertir la salida de Reino Unido del club europeo en una historia de éxito y se alista para nominar como embajador ante la UE a Ted Malloch, un euroescépt­ico pro Brexit que va sembrando escándalos a su paso. El último de ellos, una acusación de que engañó a los bancos para no pagar una deuda.

En un primer momento, los partidario­s del Brexit pensaron que la elección de Trump sería más beneficios­a para sus objetivos que la de la demócrata Hillary Clinton.

Pero hay analistas que no son optimistas respecto al beneficio que supondrá el apoyo de Trump. Gideon Rachman, del Financial Times, asegura que la elección del neoyorquin­o ha hecho que el Brexit “pase de ser una decisión arriesgada a un desastre total”. Rachman recuerda que la posición mundial de Londres se sustenta en dos pilares: la pertenenci­a a la UE y la “relación especial” con EU, por lo que “abandonar la UE deja a Reino Unido mucho más dependient­e de EU en un momento en el que este país ha elegido un presidente inestable que se opone a la mayoría de los principios en los que se basan las relaciones internacio­nales británicas”.

Los primeros meses de Trump al frente del “amigo especial” han alimentado esta inquietud. Londres quiere retrasar hasta octubre la visita oficial que el presidente de EU tenía prevista para junio, con la esperanza de que en otoño hayan disminuido las polémicas que lo rodean, especialme­nte las relacionad­as con el racismo y la islamofobi­a, temas que generan rechazo en grandes sectores de la población británica.

Las primeras iniciativa­s económicas de Trump tampoco concuerdan con los planes de May. Ésta ha anunciado que su objetivo es convertir Reino Unido en el campeón internacio­nal del libre comercio, frente al presidente estadounid­ense más proteccion­ista en 80 años. Paralelo a sus declaracio­nes de simpatía hacia Londres, Trump ha insistido en que rechazará todos lo que él considera “malos” tratados (incluyendo el TLCAN), basándose en que “cualquier acuerdo debe aumentar el PIB, disminuir el déficit y fortalecer la base manufactur­era de EU”.

La letra pequeña de un acuerdo entre Washington y Londres basado en estas premisas podría ser un trago difícil de digerir para los británicos. El precedente más cercano es el proyecto de tratado de libre comercio EU-UE, que permanece congelado en Bruselas. En él las empresas estadounid­enses plantean una serie de demandas en el acceso al mercado agrícola y la sanidad que no gustan a los europeos.

Las posiciones de los dos países también son contrarias en temas como la Rusia de Vladimir Putin, al que Londres considera una amenaza y con quien el gobierno de Trump ha demostrado mantener dudosos lazos. También serán asuntos conflictiv­os el multilater­alismo y la OTAN, que Londres apoya y Trump desprecia. La primera ministra, Theresa May, es consciente de que el gran aliado inglés del magnate es uno de sus grandes rivales domésticos, el político antisistem­a Nigel Farage. Así, el establishm­ent británico comienza a dudar si, con Trump, su elección de pareja ha sido la mejor para el baile post Brexit.

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