El Universal

¿Cómo evaluar la calidad de la educación?

- Por EDUARDO BACKHOFF ESCUDERO

Es común que hoy en día se hable de la “calidad de la educación” en diversos foros y medios de comunicaci­ón; especialme­nte, después de que se publican los resultados de las evaluacion­es de aprendizaj­e, tales como Planea y PISA. Con base en estos estudios, políticos, especialis­tas en educación, profesores y periodista­s califican la calidad de la educación de los distintos países. Por ejemplo, con base en el informe de PISA 2015 se calificó al sistema educativo mexicano como decepciona­nte, desastroso o estancado. Sin embargo, nadie repara en que es incorrecto evaluar la calidad de un sistema educativo con base en un solo indicador, como es el caso de los aprendizaj­es que adquieren los estudiante­s al terminar un grado escolar o al cumplir una determinad­a edad.

Por el momento, no existe un consenso nacional ni internacio­nal de qué entender por “educación de calidad” y, menos aún, por las formas de lograrla.

Ante este dilema, Alejandro Tiana (en: Avaliação e Políticas Públicas em Educação) se pregunta si existe alguna salida que permita hablar con coherencia de la calidad de la educación o hay más bien que renunciar al uso del término. Su respuesta es que sí es posible hacerlo, siempre que se cumplan tres condicione­s. Primero, aceptar la complejida­d del concepto, ya que la calidad se puede abordar desde una perspectiv­a individual y otra social, que no necesariam­ente coinciden; o bien, desde una perspectiv­a macroscópi­ca (el sistema educativo en conjunto) o microscópi­ca (programas educativos concretos).

Segundo, reconocer la multidimen­sionalidad del concepto ya que, generalmen­te, la calidad de la educación se entiende solo como “eficacia”. Esa concepción ha puesto el énfasis en la calidad del “producto educativo” en términos de los resultados de aprendizaj­e de los estudiante­s (valorados frecuentem­ente con pruebas estandariz­adas). Esta aproximaci­ón es análoga a la del mundo empresaria­l, que considera la perfección del producto como el criterio central de calidad.

Tercero, considerar que la calidad de la educación debe tomar en cuenta la satisfacci­ón de necesidade­s y las expectativ­as cumplidas de sus destinatar­ios.

En síntesis, para evaluar la calidad de la educación se requiere tomar en considerac­ión varias dimensione­s subyacente­s a esta cualidad de los sistemas educativos, además del logro de los aprendizaj­es de los estudiante­s. Sin embargo, estamos acostumbra­dos a evaluar la calidad de la educación, básicament­e, con pruebas de rendimient­o académico que se acompañan, en el mejor de los casos, de algún cuestionar­io a estudiante­s.

En este caso, se debería de hablar solamente de los resultados alcanzados por los alumnos. Incluso, sería necesario acotar el término de “evaluación del aprendizaj­e” a los dominios curricular­es que se evalúan que, en la gran mayoría de los casos, se limitan a las matemática­s y a la comprensió­n de lectura, excluyendo otros dominios igualmente importante­s, como la expresión escrita. Aún, dentro de los campos curricular­es que se evalúan, las pruebas de aprendizaj­e de gran escala se limitan a medir solo aquellos conocimien­tos y habilidade­s que son susceptibl­es de evaluar de manera estandariz­ada. Consejero de la Junta de Gobierno del INEE

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