El Universal

Veracruz, tres años bajo el asedio de la delincuenc­ia

Homicidio doloso, secuestro y extorsión se incrementa­ron en sexenio de Javier Duarte

- ASTRID SÁNCHEZ Y ÉDGAR ÁVILA —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

En Veracruz el delito de homicidio doloso se incrementó casi tres veces en los últimos tres años, de acuerdo con el Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. En 2014 la tasa era de 6.10 asesinatos por cada 100 mil habitantes y para el cierre de 2016 alcanzó 15.52, la más alta desde 1997.

En enero de este año las cifras fueron de 102 asesinatos, 15 secuestros, 55 extorsione­s, 237 denuncias por robo de vehículo con violencia y 489 por robo de automóvil sin violencia.

La incidencia de los delitos de alto impacto en Veracruz alcanzó los números más altos en el sexenio de Javier Duarte. Según los registros del secretaria­do, entre los delitos de alta incidencia en los últimos tres años el robo de vehículos sin violencia pasó de 4 mil 536 en 2014 a 5 mil 589 en 2016, mientras que de 2015 a 2016 el secuestro tuvo un repunte de 97 a 132 casos; respecto a las extorsione­s, pasaron de 126 a 192 en este periodo.

Homicidio doloso, secuestro, extorsión y robo de vehículo superaron el récord entre 2010 y 2016. Para este último año se acumularon mil 258 asesinatos, la cifra más alta en la historia de la entidad.

Xalapa.— Cuando llegó a toda prisa a su casa, la escena que vio le partió el alma, pero a la vez le inundó la rabia y un coraje que no logró contener. A mitad de la calle su mamá de 80 años, diagnostic­ada con alzheimer, y su niño, de cuatro años, estaban abrazados con el miedo reflejado en sus rostros.

Momentos antes le habían llamado a su celular para informarle que habían entrado a su vivienda de la colonia 21 de marzo, Xalapa, y que posiblemen­te aún estaban adentro los ladrones. Salió a toda prisa de la oficina de gobierno estatal donde labora desde hace años y lo primero que vio al entrar a su calle fue a su madre e hijo arropados por el aura del miedo. El coraje que le inundó no sólo fue por ser la tercera ocasión que hurtaban en su casa, sino por ver a los suyos en esas condicione­s.

“Me dio mucho coraje, me dio impotencia, me sentí frustrada, enojada y, sobre todo, me dio repulsión de sentirme tan cobarde porque no había hecho nada, siento mucho coraje, porque siento que es un abuso, porque han entrado a mi casa, vulnerado la tranquilid­ad y la paz de mi familia”, dice.

Fue a principios del mes de marzo cuando a esta mujer soltera, con años dedicada a trabajar, nuevamente invadieron su espacio personal. La primera ocasión fue en una de sus primeras viviendas, donde se llevaron dos tanques de gas, luego, en su actual casa, le vaciaron todo y revolviero­n sus cosas.

“Han tocado nuestras cosas, han desacomoda­do todo, buscaron papeles, no es una casa de lujos, es una que he hecho con mucho esfuerzo y creo que la gente por fuera piensa que hay dinero, pero no”, afirma.

Con la rabia atravesada, dice que desde hace años trabaja para el Poder Ejecutivo y si bien ha ocupado cargos medios no quiere decir que tenga un salario elevado, por el contrario, ha hecho sus cosas con mucho esfuerzo. “Había ido cerrando mi casa, irla amuralland­o y sólo esas eran las reacciones que tenía, irnos encerrando en nosotros mismos y eso pensé que nos daba más seguridad, incluso contraté por seis años un alarma contra robos; sin embargo, es dinero tirado a la basura”, asegura.

Y ahora “sólo” ingresaron a su habitación, pero además utilizaron su baño, tocaron su ropa y se llevaron cosas de valor y dejaron a su familia temerosa. “Me siento muy triste porque ha sido mucho esfuerzo, cada vez que han intentado o que se han metido he tenido que hacer obras que no estaban contemplad­as y han roto con la proyección de la casa. Ahorita me dio mucho coraje, porque no había sido capaz de denunciar ni de quejarme, había tolerado todo”, lamenta.

En el segundo hurto llamó a la policía para presentar denuncia, pero de inmediato se desilusion­ó porque los oficiales le dijeron que todo estaba muy raro y que incluso parecía que era un autorrobo.

“Decían que no entendían por dónde se metieron, si las cerraduras de la puerta no estaban violadas y los barrotes estaban intactos. Se fueron y yo estaba muy enojada porque me dejaron sin un quinto, sin teléfono, pero luego vimos que la ventana de la cocina estaba abierta, doblaron los barrotes de la protección de tal modo que por fuera se veían bien, pero por dentro no y ahora tienen cuadrícula como de cárcel”, señala. Pero la vez que más coraje sintió fue cuando un vecino, tras el robo total de sus muebles, le dijo que eso ocurría por ser madre soltera, porque los ladrones no veían en casa una figura de autoridad.

“En una ocasión me dijeron que eso pasaba porque vivía sola, porque era madre soltera y que eso provocaba que abusaran y me dio mucho coraje, porque esa no era la respuesta y solidarida­d que esperaba de mis vecinos”, declara.

Ahora, al ver a su familia a mitad de calle, las cosas cambiaron, presentó una denuncia ante la Fiscalía General del Estado y decidió que dejará de ser tan confiada y amable con todos.

“No es posible que vivas en una situación de siempre estarte protegiend­o, de no confiar en la gente que está cerca de ti”.

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En la colonia donde vive la mujer las casas están enrejadas. Ella dice que dejará de ser tan amable con todos.

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