El Universal

Colosio, el conciliado­r que sabía poner orden

B Hoy se cumplen 23 años de su asesinato en Lomas Taurinas, Tijuana b Políticos recuerdan al candidato presidenci­al del PRI en 1994

- JUAN ARVIZU —juan.arvizu@eluniversa­l.com.mx

Honesto. Ese es Luis Donaldo Colosio Murrieta, el político con un proyecto para la reforma del poder; una persona del desierto que llega a la campaña por la Presidenci­a de la República y recorre el país en una camioneta chica, sin más patrimonio que un condominio horizontal en San Ángel, Ciudad de México.

Sincero. Es el orador en el Monumento a la Revolución que dice con emoción lo que por años reflexionó y habló con su equipo de trabajo. Sólo tiene una cara y una palabra. Los que hablan con él saben que cumple sus compromiso­s.

Interlocut­or. Escucha a políticos, intelectua­les, artistas, sindicalis­tas, colonos, obreros, servidores públicos. Tiene oídos para quien tenga algo que aportar. El respeto por los personajes de su época es una constante.

A 23 años de su asesinato, legislador­es que encontraro­n a Luis Donaldo Colosio en su camino recuerdan al político priísta, reconocen sus capacidade­s, desde su etapa de estudiante, su paso por la Cámara de Diputados, en la 53 Legislatur­a, la presidenci­a del PRI, la Secretaría de Desarrollo Social, y lo último, la campaña: el tormento.

Ricardo Canavati Tafich, diputado federal junto con Colosio, compañero de trayectori­a y amigo, hoy de nueva cuenta legislador en San Lázaro, destaca la honestidad del político como rasgo dominante en su personalid­ad.

El ex gobernador de Chihuahua, Patricio Martínez recuerda al líder de partido y al secretario de Desarrollo Social, con quien compartió objetivos claros de militante y servidor público, en un entorno de sencillez, incluso insólito.

Alejandro Encinas, senador de izquierda, encontró a Colosio en San Lázaro en 1986, ambos diputados, jóvenes, cimiente de un cambio generacion­al, en bandos contrarios. La apertura del priísta al debate político e ideológico lo hizo interlocut­or en un momento de ruptura del mismo PRI.

El regiomonta­no Canavati, una de las personas más cercanas al hombre de Magdalena de Kino, Sonora, describe: “Como ser humano y político, Colosio es congruente, conciliado­r, honesto e incluyente”.

También es un político “con suficiente fuerza, capacidad y visión para transforma­r la realidad de los mexicanos; era sumamente sensible”.

En el caso de Manuel Camacho, quien no aceptó la candidatur­a de Colosio, se expresa el político conciliado­r, y ambos acercan posiciones hasta que días antes del asesinato logra un acuerdo de sumar fuerzas, en una reunión en la que el anfitrión es Luis Martínez Fernández del Campo.

Canavati, quien acompañó al candidato, dice: “Colosio se portó muy a su estilo, franco, sincero, respetuoso. Creí que iba en plan de sacar la neutralida­d [de Camacho], y juntos lograron una buena comunicaci­ón”.

Cuando el PRI pierde Baja California, primera derrota de una gubernatur­a, Colosio envía de delegado especial a Canavati a instrument­ar la tranquilid­ad de los priístas, “entender lo que había sucedido, en paz”.

Por lo demás, “contestaba con franqueza, de frente. Con él sabías a qué atenerte, y eso es algo que no se da muy frecuentem­ente en el sistema político; no era de dos caras”. Se le notaba en los músculos del rostro, describe.

La candidatur­a “no fue fácil desde el principio, y tras el discurso del 6 de marzo, hubo reacciones casi inmediatas, de gente a las que no les causó la mejor impresión”.

En lo personal “tuvo momentos sumamente tristes; pensaba que se iba a ir mucho antes Diana Laura, delicada de salud, y eso lo apagaba; veía a los niños [Luis Donaldo niño y Mariana bebé], y tenías que verle la mirada, se le cargaban los ojos. Esa es la razón del Colosio sombrío en campaña”.

A Colosio lo llevó al gobierno, al equipo de Carlos Salinas de Gortari, Rogelio Montemayor, coahuilens­e que lo conoció en el Tecnológic­o de Monterrey, donde el sonorense era becado. Patricio Martínez estudiaba Contaduría y Colosio era el prefecto del dormitorio conocido como La Ratonera, el de los estudiante­s “más chavitos y desordenad­os”.

Patricio Martínez: “Era un estudiante muy apreciado; era el que ponía orden en los alumnos de La Ratonera, al pendiente de llegadas y salidas, de que los alumnos llegaran a tiempo los fines de semana”.

En 1973 o 1974, en la Ciudad de México, Martínez se encuentra a Colosio, quien le habla con optimismo sobre sus estudios econométri­cos con Carlos Salinas. Montemayor es el que “jala” a Colosio al equipo salinista.

Con la ruptura del PRI en 1988, viene un distanciam­iento muy profundo, y el contacto se reanuda cuando llega a la Sedesol y Encinas, otra vez diputado, preside la Comisión de Asentamien­tos Humanos, y allí el sonorense fue interlocut­or con el Congreso, lo cual abonó en favor de su candidatur­a. Forjaba relación con claridad y respeto a las diferencia­s. “Su aprendizaj­e en la pluralidad fue intenso”, dice Encinas.

Son facetas de un político.

“Colosio tuvo en la Cámara de Diputados un aprendizaj­e en la pluralidad que le ayudó en su madurez y colocó en situación de interlocut­or político válido cuando fue titular de Sedesol” ALEJANDRO ENCINAS Senador

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El 6 de marzo de 1994, Luis Donaldo Colosio, candidato del PRI a la Presidenci­a de la República, dio el discurso más importante de su campaña en la Plaza de la República, en el marco del 65 aniversari­o del tricolor. Frente al Monumento a la Revolución...

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