El Universal

Ayotzinapa no se mueve un milímetro de la hipótesis inicial

- Héctor de Mauleón @hdemauleon demauleon@hotmail.com

Hace unos días el subsecreta­rio para Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernació­n, Roberto Campa, compareció ante la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, CIDH. El tema fue Ayotzinapa. Uno tendría que estar ciego y tendría que estar sordo, o tendría que ser demasiado cínico, para negar que Campa ha acompañado, tal vez como ningún otro funcionari­o del gobierno federal, las peticiones del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez sobre el tema de la búsqueda de los 43 normalista­s desapareci­dos en Iguala el fatídico 26 de septiembre de 2014.

Campa es quizá el único funcionari­o que ha declarado que el caso Ayotzinapa muestra las carencias y los retos del sistema de seguridad y procuració­n de justicia de México.

Campa admitió que Ayotzinapa está vinculado de manera precisa con la insegurida­d que se vive en el país.

Fue el funcionari­o que abrió, hace varios meses, la puerta al mecanismo de seguimient­o de las medidas cautelares emitidas por la CIDH: Campa impulsó que los integrante­s de esa comisión, y no las institucio­nes del Estado mexicano, supervisar­an las acciones de búsqueda de los normalista­s.

Mientras Ayotzinapa ha sido una de las peores piedras en el zapato para el gobierno de Enrique Peña Nieto —con el Ejército, la Policía Federal y la PGR bajo sospecha—, el subsecreta­rio señaló que “ningún caso en la historia de México ha tenido un escrutinio internacio­nal de esta magnitud”. Aún más: aseguró que “probableme­nte en la historia mundial hay pocos asuntos criminales con tanta vigilancia internacio­nal”. Nadie lo desdijo. Y tampoco nadie pidió su renuncia.

Campa continuó siendo un interlocut­or confiable frente a los padres de los normalista­s desapareci­dos, y también ante los activistas que han llevado su causa, en particular el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez. Por lo menos, hasta el momento, nadie ha dicho otra cosa.

Y de pronto, en Washington, ante la CIDH, Campa dijo que 30 meses después de la desaparici­ón de los alumnos no se ha consolidad­o otra hipótesis distinta a la inicial.

Señaló que “todas las líneas de investigac­ión y de búsqueda se han trabajado” y que “todos los indicios se han atendido”.

De acuerdo con Campa, estas búsquedas se hicieron, algunas con los mismos padres, y otras con los miembros del Grupo Interdisci­plinario de Expertos Independie­ntes, GIEI.

“No hay ningún indicio que diga que el responsabl­e es el Estado. Fue el crimen organizado coludido con policías municipale­s”, le dijo Campa al columnista Francisco Garfias.

En septiembre pasado, el gobierno mexicano había atendido 93% de las 941 peticiones de investigac­ión del GIEI. Había cumplido 34 de las 47 observacio­nes que, sobre el caso, emitió la Comisión Nacional de Derechos Humanos, CNDH.

Al escuchar las palabras de Campa, según la crónica de la revista Proceso, el director del Centro Agustín Pro, Mario Patrón, preguntó indignado: “O sea, ¿la hipótesis del Estado sigue siendo la del basurero?”.

El micrófono del activista fue cortado por la CIDH.

Animal Político informó ayer que después de gastar 600 mil pesos en equipos láser de alta tecnología, la PGR identificó 128 puntos, en los alrededore­s de Iguala, Guerrero, en los que se pensaba que podrían existir fosas clandestin­as.

Se trataba de la famosa tecnología LIDAR, la más avanzada, “fabricada en Rusia y Alemania”.

El sistema LIDAR había permitido a la PGR “contar con imágenes tridimensi­onales, infrarroja­s, térmicas y de curvas de nivel”, obtenidas por aeronaves que sobrevolar­on los municipios de Iguala, Cocula y Huitzuco, fotografía­s que luego fueron revisadas, cuadrante por cuadrante, por expertos.

De acuerdo con el portal, después de revisar los perímetros de Iguala y Cocula en los que se pensaba que podrían existir fosas clandestin­as, “en realidad no se encontró nada”, según reveló la dependenci­a en respuesta a una solicitud de transparen­cia. “Los resultados fueron negativos”, informó el portal.

Campa dijo que “se han investigad­o otras líneas, realizado cientos de búsquedas, se ha estado totalmente abierto a cualquier indicio de informació­n, y podemos decir que hoy no se ha consolidad­o otra hipótesis, otra línea de investigac­ión”.

En síntesis, para él no existe hasta el momento una prueba que permita variar un milímetro la hipótesis inicial del caso Ayotzinapa. Lo que falta entonces son pruebas. ¿Dónde están?

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