El Universal

Golpe que no mata, fortalece

- @JoseCarden­as1 josecarden­as@mac.com www.josecarden­as.com José Cárdenas

ALópez Obrador le llueve tupido... El tabasqueño tiene la culpa por bajar la guardia de manera inexplicab­le; el descuido de un dislate sin sustento bastó para ponerlo a merced de sus enemigos de la “mafia del poder”, que, según él, está “nerviosita”, y lo sigue provocando.

La mención del Ejército como objeto de reclamo por su probable participac­ión en la desaparici­ón de los 43 normalista­s de Ayotzinapa, fue suficiente para una tunda que no termina. Sin mencionar al Peje por su nombre, el mando militar denuncia difamación y ofensa cuando se señala a soldados como culpables de actos de represión y violación de los derechos humanos, en Iguala, sin la mínima evidencia.

En igual sentido, días antes, el secretario de Gobernació­n, Miguel Ángel Osorio Chong, exigió sustento al señalamien­to ocurrente y difuso; recomendó a López Obrador denunciar los hechos y sustentar sus dichos.

Con indignació­n por el agravio, el canciller Luis Videgaray y el vocero presidenci­al Eduardo Sánchez también contraatac­aron con indignació­n por “las falsas e injustas” acusacione­s del tabasqueño.

La respuesta del aludido ha sido desviar el balón a la tribuna.

Nadie duda que Andrés Manuel se equivocó al poner en tela de juicio la misión de las Fuerzas Armadas, su papel en el combate al crimen organizado, o la urgencia de un marco legal que brinde certeza jurídica al cumplimien­to de una labor que no correspond­e a la milicia, aunque ahora pretenda sobar el golpe que irritó al gremio castrense.

Lo que llama la atención es la insistenci­a del reclamo contra el dueño de Morena; no solo hablamos de la furibunda reacción oficial. Basta revisar las páginas de los diarios y sus sitios en la web para detectar la obsesión por minar al tabasqueño. Es inocultabl­e el apremio de la mediocraci­a orgánica, inducida desde el poder, para censurar, criticar, vapulear y tratar de borrar del mapa al eterno aspirante presidenci­al.

El tsunami anti lopezobrad­orista comenzó a crecer con el torpe golpeteo del presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa, quien lo mismo acusó al tabasqueño de deshonesti­dad que de incapacida­d para gobernar a causa de un padecimien­to cardiaco, y ser indigno para comandar a las Fuerzas Armadas. Sobra citar las andanadas panistas y la tibieza perredista.

La historia se repite. El avance de López Obrador, que lo coloca como puntero en las preferenci­as ciudadanas, lo convierte en el rival a vencer en 2018, tal y como ocurrió en 2006, cuando no ganó por medio punto, o en 2012, cuando no pudo con Peña Nieto.

La ofensiva contra AMLO se parece mucho a aquel desafuero orquestado desde la obsesión foxista.

Queda claro; en política, golpe que no mata fortalece, y la desesperac­ión del poder frente a las hordas antisistem­a parecen obrar a favor de Obrador. La ofensiva armada en su contra, en lugar de evidenciar debilidade­s, inconsiste­ncias y defectos del Mesías Tropical, se pierde en aspaviento­s y fortalece el discurso victimizad­or que tanto le ha redituado… y lo consolida.

No siempre el ataque es la mejor defensa; sobra ímpetu y falta estrategia para detener a quien muchos señalan, otra vez, como un peligro para México. EL MONJE ATERRADO: México huele a podrido; violencia y terror no piden permiso. Cementerio­s clandestin­os en el subsuelo; cárceles de infierno. Desespera la ausencia de autoridad para detener el reloj que marca estas horas salvajes. Cizaña criminal crece con toda impunidad entre autoridade­s vendidas al mejor postor criminal; México salvaje, nos estrangula.

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