¿Por qué todos quieren ser LEED?
No es fácil obtener la certificación, pero vale la pena porque aporta muchos beneficios a quienes logran conseguirla
El proceso no es sencillo, las exigencias son altas y el sello no es precisamente económico, sin embargo, la certificación LEED es uno de los recursos más buscados por constructores e inversionistas en la actualidad.
LEED (Liderazgo en Edificación y Diseño Ambiental, por sus siglas en inglés) es el sello más popular, al menos en occidente, para los edificios que cuentan con algún grado de sustentabilidad y cuyo ahorro de recursos energéticos puede ir del 20% al 80%.
Pero los beneficios van más allá. Según Sergio Meléndez García, verificador de Edificación Sustentable de Semarnat, el LEED representa una ventaja económica para quienes invierten en nuestro país.
“A los inversionistas extranjeros les interesa una certificación internacional reconocida por los beneficios económicos que obtienen en México al momento de regresar a su país, entre ellos, exenciones de impuestos amparadas por el LEED”, explica.
Certificación
Para obtener la certificación es necesario cumplir con una serie de parámetros que determinan el nivel de ahorro de recursos y la calidad ambiental de los edificios: emplazamiento sostenible (el cual toma en cuenta aspectos como la orientación del edificio y la conectividad hacia el exterior); gestión de agua (sistemas de reducción de consumo y reciclado de la misma); energía y atmósfera (uso de energías renovables, optimización del gasto energético, etcétera), y materiales y recursos (que evalúan el uso de reciclados en la construcción y materia prima de bajo impacto ambiental, desde la producción hasta la transportación).
Otros puntos que toma en cuenta la certificación son la innovación en diseño, calidad del aire interior, confort en los espacios y la automatización del edificio.
Es decir, la firma creada en 1998 y controlada por el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos, no solo considera el proceso de construcción, sino también la posterior operación de los edificios.
“Aunque en un principio la certificación es costosa –la más cara que hay en México si se compara con otros sellos sustentables--, se ha demostrado que, a mayor cantidad de criterios de eficiencia energética y de ahorro, esta inversión se amortizará más rápido”, aseguró Meléndez García.
En México las certificaciones de sustentabilidad son todavía un recurso voluntario, no obligatorio para ningún constructor, ni para la operación de edificios.
“Más allá de ser algo conveniente o no, la sustentabilidad es necesaria. No solo se trata de mostrar que la edificación es casi autosuficiente, sino de cambiar la actitud de constructores para impactar menos al medio ambiente y generar mayor confort para los usuarios. Necesitamos convencernos de esas bondades y beneficios”, finalizó.