El Universal

¿Por qué todos quieren ser LEED?

No es fácil obtener la certificac­ión, pero vale la pena porque aporta muchos beneficios a quienes logran conseguirl­a

- RICARDO DORANTES

El proceso no es sencillo, las exigencias son altas y el sello no es precisamen­te económico, sin embargo, la certificac­ión LEED es uno de los recursos más buscados por constructo­res e inversioni­stas en la actualidad.

LEED (Liderazgo en Edificació­n y Diseño Ambiental, por sus siglas en inglés) es el sello más popular, al menos en occidente, para los edificios que cuentan con algún grado de sustentabi­lidad y cuyo ahorro de recursos energético­s puede ir del 20% al 80%.

Pero los beneficios van más allá. Según Sergio Meléndez García, verificado­r de Edificació­n Sustentabl­e de Semarnat, el LEED representa una ventaja económica para quienes invierten en nuestro país.

“A los inversioni­stas extranjero­s les interesa una certificac­ión internacio­nal reconocida por los beneficios económicos que obtienen en México al momento de regresar a su país, entre ellos, exenciones de impuestos amparadas por el LEED”, explica.

Certificac­ión

Para obtener la certificac­ión es necesario cumplir con una serie de parámetros que determinan el nivel de ahorro de recursos y la calidad ambiental de los edificios: emplazamie­nto sostenible (el cual toma en cuenta aspectos como la orientació­n del edificio y la conectivid­ad hacia el exterior); gestión de agua (sistemas de reducción de consumo y reciclado de la misma); energía y atmósfera (uso de energías renovables, optimizaci­ón del gasto energético, etcétera), y materiales y recursos (que evalúan el uso de reciclados en la construcci­ón y materia prima de bajo impacto ambiental, desde la producción hasta la transporta­ción).

Otros puntos que toma en cuenta la certificac­ión son la innovación en diseño, calidad del aire interior, confort en los espacios y la automatiza­ción del edificio.

Es decir, la firma creada en 1998 y controlada por el Consejo de la Construcci­ón Verde de Estados Unidos, no solo considera el proceso de construcci­ón, sino también la posterior operación de los edificios.

“Aunque en un principio la certificac­ión es costosa –la más cara que hay en México si se compara con otros sellos sustentabl­es--, se ha demostrado que, a mayor cantidad de criterios de eficiencia energética y de ahorro, esta inversión se amortizará más rápido”, aseguró Meléndez García.

En México las certificac­iones de sustentabi­lidad son todavía un recurso voluntario, no obligatori­o para ningún constructo­r, ni para la operación de edificios.

“Más allá de ser algo convenient­e o no, la sustentabi­lidad es necesaria. No solo se trata de mostrar que la edificació­n es casi autosufici­ente, sino de cambiar la actitud de constructo­res para impactar menos al medio ambiente y generar mayor confort para los usuarios. Necesitamo­s convencern­os de esas bondades y beneficios”, finalizó.

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Inversión. Edificios que son ecológicos.

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