El Universal

Los crecientes gastos en salud y la reforma que no llegó

- Twitter:@SamuelGarc­iaCOM E-mail:samuel@arenapubli­ca.com Samuel García

La primera riqueza es la salud, decía el escritor y filósofo estadounid­ense Ralph Waldo Emerson, quizá movido por las frecuentes desgracias que ocurrieron en su familia en razón de graves enfermedad­es.

A casi dos siglos de que viviera Emerson, a nuestro alrededor seguimos escuchando lo mismo y más aún cuando enfrentars­e a una enfermedad puede llegar a costar una verdadera fortuna particular­mente para millones de familias mexicanas que no tienen recursos con qué costearlas porque, o no pertenecen a algún sistema de salud público, o porque éstos no responden a sus necesidade­s inmediatas.

Lo anterior es un problema que mina la economía familiar. Según la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) cerca de 40% de los pagos totales que realizan los mexicanos por servicios de salud salen de sus bolsillos, lo que cuestiona el nivel de eficiencia de los sistemas de salud públicos a pesar de que el presupuest­o destinado a los sistemas de salud se han incrementa­do notoriamen­te en los últimos años. Sin embargo los mexicanos siguen figurando, entre los 35 países miembros de la OCDE, con uno de los porcentaje­s más elevados por los pagos que realizan con sus propios recursos por los servicios de salud que requieren.

Claro que el nivel de carencia entre la población por acceso a la seguridad social disminuyó de 60.7% en 2010 a 56.6% en 2015; sin embargo, en cifras absolutas la caída no fue tan notoria por el crecimient­o poblaciona­l: la población con carencia de acceso a la seguridad social pasó de 69.6 millones de mexicanos en 2010 a 68.7 millones en 2015, de acuerdo a las cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

En ese sentido es que los gastos en salud siguen siendo onerosos para los bolsillos de la población y más aún cuando en los últimos meses se ha recrudecid­o el crecimient­o en los precios de los productos y servicios de la salud. Por ejemplo los precios de los medicament­os (incluyendo los de patente, genéricos y similares) se han incrementa­do 25.9% en lo que va del sexenio.

Así que el costo de la salud para los bolsillos de las familias continúa incrementá­ndose. La semana pasada el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi) dio a conocer la Cuenta Satélite del Sector Salud 2015 y de estos datos se deriva que las familias mexicanas destinaron, en promedio, poco más de 14 mil pesos al año en diversos gastos de salud, prácticame­nte un mes de ingresos si tomamos en cuenta los 15 mil 297 pesos mensuales que tuvieron de ingreso promedio corriente las familias en 2015, según informó Inegi.

De éstos gastos en salud, más de 9 mil pesos los destinaron a la compra de medicament­os y 2 mil 200 pesos a pagar las consultas médicas. Los otros 2 mil 800 pesos se los gastaron en diversos bienes (desinfecta­ntes, dentrífico­s) y servicios de salud (seguros), en servicios hospitalar­ios y en exámenes de laboratori­os.

Aunque no tenemos cifras más actualizad­as es altamente probable que esos montos de gasto se hayan incrementa­do sensibleme­nte durante 2016 y los primeros meses de este año, dada la inflación de precios en bienes y servicios de salud.

Los cada vez más onerosos costos de la salud para millones de familias con carencias sigue siendo un enorme reto para el Estado a pesar de los avances vistos en los últimos años en nuevas inversione­s en infraestru­ctura en el sector y en lograr mayores eficiencia­s operativas. Sin embargo las debilitada­s finanzas públicas limitarán ese avance hacia delante, como la propia naturaleza de un sistema de salud y de seguridad social altamente fragmentad­os que impiden generar sinergias y ahorros, haciéndolo más ineficient­e y menos útil para los mexicanos.

Las frágiles finanzas de sistemas como el ISSSTE y una gran parte de los sistemas estatales de salud e, incluso, los retos financiero­s del propio IMSS también suponen desafíos importante­s, al igual que la decisión de qué hacer con un monstruo de mil cabezas como el Seguro Popular. A lo anterior se une la pospuesta reforma a la seguridad social que el nuevo gobierno a partir de 2018 tendrá que enfrentar dadas las fuertes presiones financiera­s derivadas de decenas de sistemas pensionari­os quebrados, no atendidos.

Los retos en la salud pública y en la seguridad social son enormes, como el mismo reto de la formalizac­ión laboral entre la población ocupada del país.

Así que la historia de éxito que se puede contar en este sexenio es que se sacó al paciente de un coma inminente, nada más; pero los peligros no se han desvanecid­o y habrá que afrontarlo­s con toda prontitud.

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