El Universal

En el acceso a la informació­n sí importa el cómo

- Por XIMENA PUENTE DE LA MORA

Las acciones de transparen­cia, en un sistema democrátic­o, intentan evitar las posiciones de poder que resultan de poseer informació­n frente a otros que no la poseen. Cuando estas acciones se dirigen a cualquier persona física o moral que recibe o ejerce recursos públicos como indica la ley general en la materia, disminuyen la opacidad y la posibilida­d de corrupción. Es así que se ha buscado que en la burocracia eliminemos cualquier predisposi­ción a reservar los datos, y por el contrario, los ofrezcamos a la sociedad como parte de su empoderami­ento y de una forma de trabajo natural de las autoridade­s para mejorar la eficacia, eficiencia y calidad de las labores.

Una caracterís­tica que debe acompasar esta voluntad de cambio es el uso de datos abiertos, es decir, de informació­n presentada bajo una serie de parámetros que facilitan a cualquier interesado la utilizació­n, reprocesam­iento y redistribu­ción de la misma. Aunque falta muchísimo por hacer, algunas entidades y organismos públicos han ido incorporan­do estas caracterís­ticas en sus archivos, alejándose así de, por ejemplo, la entrega de datos en formato PDF, que poco permite la consulta interactiv­a, provocando frustració­n en el usuario. En este sentido México ocupó en 2016 el lugar 16 de 173 países evaluados (la posición 3 si se dejan fuera las naciones europeas) en cuanto a la apertura de la informació­n estadístic­a oficial que permite ayudar detectar áreas de oportunida­d, mejorar el diálogo con la sociedad y generar políticas públicas, de acuerdo con los resultados del Open Data Inventory. Esa es una buena noticia porque, al fin y al cabo, la estadístic­a oficial debe ser vista como un bien público.

No obstante, un caso que tuve oportunida­d de revisar recienteme­nte permite ilustrar cómo la entrega de la informació­n y la utilizació­n de datos abiertos no bastan: se debe hacer un esfuerzo adicional por ayudar a comprender lo presentado. Eso pertenece en parte a los ejercicios llamados de transparen­cia proactiva, en la cual se liberan datos, sí, pero incluso en presentaci­ones que resulten útiles y claras para la ciudadanía. Ejemplos de ello son las plataforma­s Comisiones abiertas y de Transparen­cia en Publicidad Oficial que utiliza el Inai. Pero digo solo en parte porque lo que debe haber de fondo es la voluntad de las autoridade­s para atender y brindar la informació­n adecuada a quien la solicitó.

El caso es el de una persona que pidió a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público la relación de los 20 municipios más endeudados del país, incluyendo el monto y la fecha de registro de deuda ante la dependenci­a. En respuesta la SHCP dirigió al solicitant­e a un vínculo en el cual se encuentra una base de datos donde se puede consultar la informació­n. Sin embargo, el interesado recurrió la respuesta, ya que lo entregado le pareció confuso. Y ese es el punto en cuestión, la SHCP hizo bien en remitir a una informació­n disponible en formato de datos abiertos, pero omitió señalar cómo realizar la consulta en la base de datos, de tal manera que se dé respuesta a la solicitud de informació­n del interesado. Incluso, debería haber indicado si la base permite conocer el detalle de los municipios o delegacion­es más endeudados.

Los datos abiertos sirven para la administra­ción, la planeación, la investigac­ión, la comunicaci­ón y la promoción de derechos, pero no debemos perder de vista que la informació­n por sí misma no es lo que permite todo lo anterior, sino su posibilida­d de uso y relevancia. Cuando una instancia no acompaña al solicitant­e lo suficiente, cuando solo remite a documentos en los que el interesado podría encontrarl­oquebusca,equivaleas­eñalar un pajar en lugar de entregar la aguja.

El asunto no es menor. Parte del futuro de la relación entre la ciudadanía y las autoridade­s estará determinad­o por el vínculo de confianza que se haya logrado crear a través de la disponibil­idad y facilidad de uso de la informació­n existente. Así que es menester ir más allá, entender que el servicio no se agota con la oferta del servicio, sino con la satisfacci­ón de quien lo requiere.

Lo que debe haber de fondo es la voluntad de las autoridade­s para atender y brindar la informació­n adecuada a quien la solicitó

Comisionad­a presidente del Inai. @XimenaPuen­te

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