El Universal

Prisiones ‘light’

- Por IGNACIO MORALES LECHUGA Notario público y ex procurador general de la República

Las recientes fugas que se han suscitado en distintos centros de readaptaci­ón social de la República, han evidenciad­o problemas más graves que aquellos que se han dado a conocer a través de los medios.

El problema es añejo y recurrente desde los ochenta, la presión demográfic­a en los reclusorio­s acabó con la seguridad y todo se agravó aún más cuando se catalogaro­n quinientas conductas ilícitas como graves, aumentando en consecuenc­ia la población de internos; de tal suerte que la mayoría de las conductas, incluso las no violentas, ameritaban prisión preventiva.

La maraña de corrupción que impera en los reclusorio­s ha demostrado que quienes gobiernan al interior de los mismos son los propios internos y no la autoridad; se vuelve en consecuenc­ia una tarea prioritari­a para los estados y la Federación recuperar la gobernabil­idad de los reclusorio­s para así detener las fugas, eliminarlo­s privilegio­s, limpiarla corrupción y abatirla impunidad y esto es solo el inicio del trabajo.

Cada una de las fugas evidencia directamen­te la corrupción y coparticip­ación de las propias autoridade­s a cuyo encargo se encuentran los reclusorio­s.

Recienteme­nte, el secretario de Gobernació­n enfatizó que los recursos federales destinados a los centros de readaptaci­ón social y seguridad no son totalmente destinados a los fines para los cuales fueron etiquetado­s; lo cual, de ser cierto, evidencia la comisión de delitos.

En consecuenc­ia, la Segob debe denunciar de manera inmediata el desvío de estos recursos por parte de los gobernador­es o sus funcionari­os que los han usado de manera distinta al fin para el cual fueron asignados.

El análisis de las fugas del Chapo Guzmán, las de Sinaloa, Tamaulipas y otras entidades, dejan en el ambiente el sabor amargo de la corrupción, pues hay preguntas que no tienen respuesta, como: a quién se le ocurre enviar a delincuent­es acusados de narcotráfi­co y homicidio sauna prisión light, o quiénes más han participad­o en las fugas del Chapo, a quién solo le faltó salir con honores y por la puerta principal.

Si analizamos las fugas, en el contexto del narcotráfi­co, lo que ha ocurrido dentro de ello, hago referencia al escándalo por la detención del fiscal de Nayarit, sorprendid­o con depósitos por 250 mdd, la presencia de Los Zetas en Veracruz y ahora el Cártel Jalisco Nueva Generación en la misma entidad, y por supuesto la orden de detención librada por la Fiscalía de EU en contra de los ex gobernador­es To más Yarring ton, E u genio Hernándezy­otr os casos similares, debemos concluir que el narco se metió hasta la cocina, es decir, ha infiltrado centros vitales del poder político como son los gobiernos de los estados y áreas federales estratégic­as e importante­s para la seguridad nacional.

Si a esto agregamos algo que empieza a ser cíclico, como es la sustitució­n de carteles en distintas entidades, nos lleva a la conclusión de que el problema es más grave de lo que pensamos. Las reacciones hasta ahora del gobierno federal no se conocen, ni sobre las órdenes de detención pendientes, ni sobre el gobierno de Nayarit, quien otrora fue ejemplo de cómo abatir la insegurida­d en las entidades.

Lo menos que se puede solicitar al gobierno federal es fijar una posición y revisar el Sistema Nacional de Seguridad, la informació­n o su ausencia sobre estos casos y hasta el papel de la Conago. Para acabarla de fastidiar en Veracruz y Chihuahua los gobiernos han asumido un papel de fiscales y diariament­e declaran sobre los graves ilícitos que se cometen en sus entidades, culpando o exonerando, realizando funciones que no les competen, protagonis­mos que evidencian su impotencia. Lo grave es que pueden incurrir en conducta s que afectan el debido proceso.

La población y los periodista­s están pagando de entrada el alto costo de esta realidad. Habría que ver nada más el incremento de las estadístic­as en homicidios violentos en el país y asesinatos de periodista­s. Que al final de cuentas son víctimas directas del narcotráfi­co pero también de un Estado que no asume sus obligacion­es en forma eficiente y al que le están pasando frente a las narices el narcotráfi­co como un naciente poder político con su estela de crímenes y delitos.

Lo menos que pueden hacer es investigar, como antes, a los candidatos de puestos de elección popular. No hacerlo, ya vimos, es un precio alto.

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