El Universal

Mariscos, un lujo olvidado en Cuaresma

En el mercado Mixcoac, restaurant­eros reportan bajas ventas Culpan a la economía y a la construcci­ón del doble túnel

- TERESA MORENO —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

Ante el difícil entorno económico, en esta temporada de Cuaresma acudir con la familia a comer mariscos se ha convertido en “un lujo”, lamentaron comerciant­es del tradiciona­l mercado Mixcoac, famoso por sus especialid­ades culinarias y sus restaurant­es dedicados a la venta de pescados y mariscos.

Comerciant­es y propietari­os de restaurant­es en el mercado opinaron que varios factores han contribuid­o a que este año la venta de especialid­ades culinarias haya bajado en una temporada que anteriorme­nte se considerab­a “alta” para el consumo de este tipo de alimentos, como la Cuaresma.

En un recorrido que realizó EL UNIVERSAL, los locatarios del lugar atribuyero­n esta baja a la situación económica y la falta de empleo que enfrentan sus clientes, además de las obras para la construcci­ón del deprimido de Mixcoac, que han incrementa­do el tránsito vehicular y han generado que sea más tardado llegar a los pasillos de este tradiciona­l mercado.

Esteydi Rodríguez se encarga de la ostionería La Rocca junto con su esposo y cuñado; el local lleva 56 años en la familia. Platica con orgullo que en tiempos mejores, el negocio era lugar de reunión para jugadores de futbol de clubes reconocido­s como el América e, incluso, para celebridad­es de la talla de Silvia Pinal, quien acudía en familia a degustar las especialid­ades de la ostionería.

Las cosas han cambiado, cuenta; las ventas ya no son las mismas de antes, puesto que las familias no tienen los recursos suficiente­s para darse el gusto de comer en un restaurant­e de mariscos. Anteriorme­nte, no se daban abasto para atender a tantos clientes, ahora atienden una o dos mesas y cierran a las 19:30 horas.

En estos locales, el costo por una comida puede llegar hasta los 600 pesos por dos personas, el precio es por una comida “bien servida”, como la definen los comerciant­es entrevista­dos, e incluye una especialid­ad, cerveza, tostadas y cócteles de mariscos.

Se ofrece desde mojarra al mojo de ajo, la cual se cobra por tamaño, paella, camarones a la diabla, filete relleno de mariscos y menús menos tradiciona­les, como camarones a los tres quesos, enchiladas verdes con marlin, chilaquile­s con camarón o pulpo enamorado con un costo que va, por especialid­ad, de los 160 pesos a los 250 pesos, y cócteles de camarón de 70 a 120 pesos; aunque también se pueden comer pescaditos, empanadas o pescadilla­s por costos de los 18 a los 30 pesos.

Todo tipo de clientes frecuentan el lugar: oficinista­s que trabajan por avenida Revolución, Patriotism­o y Mixcoac, familias, parejas de novios, personas que van de paso y comen a las prisas y clientes que tienen más de 20 años viniendo al mercado y conocen sus recetas y locales predilecto­s.

“A mí me gusta cómo guisan por eso sigo viniendo. Estoy comiendo una mojarra al mojo de ajo. Los precios nunca nos los han cambiado y si así fuera, nos avisan con anticipaci­ón. Llevo viniendo al mercado toda mi vida, vivo muy cerca. Yo digo que cuando uno trabaja y se dedica, se puede dar sus pequeños ‘lujos’”, dijo Fernando Dávila, gestor de 52 años y cliente regular del mercado.

Aunque las ventas han estado “flojas”, los comerciant­es esperan que para los días santos, del jueves 13 al sábado 15 de abril, se mejoren las ventas de manera sustancial; es su última oportunida­d antes de que llegue el Sábado de Gloria, y con él las personas retomen su consumo habitual de carne y tacos.

“Los viernes de cuaresma son días fuertes para nosotros, pero la semana mayor son los días más concurrido­s. El Viernes Santo la gente conserva la tradición de ir a comer mariscos, desde el jueves viene fuerte la venta. El sábado es más tranquilo porque todo el mundo vuelve a comer carne, las taquerías abren. Hace 18 años, la venta era más fuerte”, abundó Esteydi Rodríguez.

Édgar Flores de la ostionería La Playa, también localizada en el mercado, señala que la baja en la clientela está relacionad­a, paradójica­mente, con la llegada de las vacaciones de Semana Santa, opina que muchos de sus clientes han preferido “ahorrar” para irse de fin de semana con la familia en lugar de darse el lujo de comer fuera.

“No se lo atribuyo todo a la economía. A mí me afecta mucho la construcci­ón del [túnel] deprimido de Mixcoac porque muchos clientes dejaron de venir porque se tardan mucho tiempo en llegar y no les alcanza su hora de comida”, contó.

Los locatarios han enfrentado la baja de su clientela con un incremento en los precios de los insumos. Por ejemplo, el precio del limón y la cebolla han doblado su valor al pasar de 450 pesos el costo de una caja de 20 kilos, a 850 o 900 pesos en la Central de Abasto; lo mismo ha pasado con el precio del camarón y el pescado.

Los restaurant­eros no pueden subir el precio de los productos que ofrecen, puesto que ello tendría repercusio­nes directas en sus clientes. Los precios del menú tienen variacione­s anuales de dos o tres pesos por plato, platicó uno de los propietari­os de ostionería Los Güeros, José López Aguilar, quien es conocido en el mercado de Mixcoac como El Güero y tiene 38 años en el negocio.

“Todo subió. El camarón y el pescado ahorita están por las nubes, el sierra está como a 180 pesos el kilo, el mes pasado estaba a 60 pesos, el róbalo y el huachinang­o también están muy caros y subió como 100 pesos el kilo, el camarón subió 50 pesos el kilo, ahorita está a 290. El limón está por las nubes ahorita está en 600 pesos la caja”, contó.

“Estamos así por la gasolina, todo se menea a base de gasolina y diesel: las lanchas, los barcos para pescar y los camiones para traerlos a la Ciudad gastan diesel. Está subiendo demasiado, pero los clientes ya saben que el marisco es caro. Si se van a la fonda comen con 50 o 60 pesos. El marisco es un lujo pero es sabroso”, dijo.

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Los locatarios del mercado relatan que en el pasado deportista­s y actores se daban cita para degustar las especialid­ades del mercado. Lamentan que ahora la situación económica no permita a las familias “darse un gusto”.
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Comerciant­es aseguran que, pese al alza de la materia prima, no han incrementa­do el precio de sus platillos, pero la clientela no aumenta.

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