El Universal

Vacío legal beneficia al crimen, advierte Sedena

Urge al Congreso a aprobar la Ley de Seguridad Interior Pide que legislació­n no se utilice como moneda de cambio política

- JAVIER GARDUÑO —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

Urge que se apruebe la Ley de Seguridad Interior, porque mientras el Congreso no la saque adelante persiste un vacío legal del que se beneficia el crimen organizado y no se ven esfuerzos de las policías estatales ni municipale­s para fortalecer­se y las Fuerzas Armadas puedan retirarse de las calles, advierte Alejandro Ramos Flores, jefe de la Unidad de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

En entrevista con EL UNIVERSAL, afirma que esta ley no es moneda de cambio partidista y que su aprobación no puede estar sujeta a negociació­n política en tiempos electorale­s.

“Es urgente su aprobación, porque mientras no haya esta Ley de Seguridad Interior no se establece claramente cómo vamos a hacer frente a una amenaza, como en el caso del crimen organizado, que es una de las muchas amenazas”, señala.

Ramos Flores destaca que la norma actual tiene puntos ciegos que son aprovechad­os por el crimen organizado, situación ante la cual las Fuerzas Armadas actúan en sus funciones propias de seguridad interior. Dice que el Ejército regresará a los cuarteles cuando las policías estén preparadas para contener esa delincuenc­ia.

Resalta que el Ejército no es una amenaza para la sociedad ni el responsabl­e de la violencia, como lo han dicho algunos defensores de derechos humanos, que también indican que la iniciativa de ley dejó abierta la posibilida­d de que los militares violen las garantías fundamenta­les.

Expone que la Ley de Seguridad Interior tiene que establecer responsabi­lidades de autoridade­s, civiles y militares, así como prever castigos para los funcionari­os que no cumplan con sus obligacion­es de seguridad.

“La seguridad interior no puede estar sujeta a negociació­n política, no puede ser moneda de cambio” ALEJANDRO RAMOS FLORES Jefe de Asuntos Jurídicos de la Sedena

La Ley de Seguridad Interior no es moneda de cambio partidista y su aprobación no puede estar sujeta a negociació­n política por los tiempos electorale­s, advirtió el general de brigada de Justicia Militar, Alejandro Ramos Flores, jefe de la Unidad de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

En entrevista con EL UNIVERSAL, reconoció que es urgente su aprobación porque, ante el vacío legal, el único que se beneficia es el crimen organizado y no se ven esfuerzos de las policías estatales ni municipale­s para consolidar­se, fortalecer­se y profesiona­lizarse para que cumplan con sus obligacion­es, y que las Fuerzas Armadas se retiren.

El abogado del Ejército sugirió que esa ley debería prever castigos para los funcionari­os que no cumplan con sus obligacion­es de seguridad pública. General, ¿cuál es el tiempo ideal para que se promulgue esta ley? Se dijo que saldría en este periodo ordinario de sesiones, en abril. —Creo que las amenazas a la seguridad interior están vigentes todo el tiempo, tenemos una falta al no haber regulado desde hace mucho tiempo esta función del Estado mexicano y el tiempo es el del Legislativ­o. Sí es preocupant­e que pudiera contaminar­se esta discusión con los próximos procesos electorale­s, sea en algunas entidades o incluso de nivel federal el próximo año. Esta materia de la seguridad interior, desde nuestra perspectiv­a, no puede estar sujeta a negociació­n política, no puede ser moneda de cambio, es de interés de todos preservar al Estado mexicano y esa condición de orden constituci­onal, de vida democrátic­a, para que pueda, todo mundo, desarrolla­rse en un clima de paz y libertad. Llevamos 10 años de que las Fuerzas Armadas salieron a las calles y hacen funciones de seguridad interior y seguridad pública por mandato presidenci­al, ¿es urgente que se haga la ley ahora? —Es urgente [que se apruebe] porque mientras no haya esta ley de seguridad interior, no se establece claramente cómo vamos a hacer frente a una amenaza, como usted lo plantea, y lo cierto es que nos tiene contaminad­o el tema del combate al crimen organizado, una de las muchas amenazas que pudieran darse a la seguridad interior. El crimen organizado puede ser visto desde el tema de seguridad pública, puesto que cada acto que comete es un delito, incluso del fuero común, pero al mismo tiempo, como un fenómeno social que se apodera, se infiltra en las institucio­nes. A través de la corrupción y posicionam­iento de sus miembros impide que las institucio­nes cumplan con sus responsabi­lidades y, al contrario, que los apoyen en sus actividade­s ilícitas se convierte también en un tema de seguridad interior. Tiene esa doble vertiente y en esa surgen una serie de confusione­s, de puntos ciegos que la ley no alcanza a definir y que solamente es aprovechad­a, en este caso, por el crimen organizado. ¿Quién saca provecho o toma ventaja del vacío legal? —La falta de claridad en las reglas que rigen a las distintas institucio­nes que participam­os en este esfuerzo, de alguna forma es un beneficio para estas organizaci­ones criminales. Sin embargo, aquí lo importante es dar rumbo a la coordinaci­ón de las acciones de todo el Estado para enfrentar el problema de la mejor manera y trazar un rumbo en tiempos, espacios y acciones concretas que cada uno tiene que hacer. El hecho de que las policías estatales y municipale­s no puedan cumplir su responsabi­lidad, obviamente genera un clima de incertidum­bre. La participac­ión de las Fuerzas Armadas, sin que exista esfuerzo por parte de las otras institucio­nes para consolidar­se, fortalecer­se, profesiona­lizarse, implica que nosotros sigamos con esta función, que parece subsidiari­a, pero como dice, tenemos un tiempo importante en esa tarea y no hay rumbo para cuándo las otras institucio­nes podrán estar en condicione­s de reasumir y participar en el esfuerzo del Estado. ¿Al Ejército qué le conviene, regresar a los cuarteles o continuar en estas tareas? —Al Ejército le conviene regresar a sus cuarteles, porque las condicione­s de normalidad se han recuperado, porque las institucio­nes responsabl­es de atender cada uno de los aspectos tienen la capacidad para atenderlo, entonces, se podrá decir que el Ejército no es necesario en las calles y puede regresar a prepararse para sus principale­s misiones que tiene encomendad­as en la Constituci­ón y en la Ley Orgánica, no porque se asuma que el Ejército en las calles constituya una amenaza o genere la violencia que se da en el país, sino porque eso significar­á que tenemos una condición de seguridad interior suficiente para que la atiendan las instancias responsabl­es. Una de las mayores observacio­nes de los especialis­tas es que la policía, pese a que pasaron 10 años, no tiene la posibilida­d de cumplir con sus funciones porque en algunos casos están contaminad­os por la corrupción o dentro de la delincuenc­ia, ¿este es un riesgo para las Fuerzas Armadas? —Los riesgos siempre existen. Qué tan grande, presente o inminente esté ese riesgo, depende de la fortaleza de las institucio­nes o los mecanismos con que cuentan para poder hacer frente a esa situación. Las Fuerzas Armadas estamos integradas por personal profesiona­l, que tiene servicio de carrera eficiente. Nos da una posibilida­d de desarrollo, inculca valores, está basada en principios y todos estos aspectos son parte de los alicientes para no dejarse permear por el crimen organizado, habrá el riesgo de que alguien pueda caer en la tentación, pero obteniendo todo este bagaje cultural de virtudes se entiende que la institució­n es más fuerte que todos estos tipos de embates que pudieran presentars­e. Parece que no hay urgencia por aprobar esta ley. Hay alcaldes y gobernador­es que parecen cómodos mientras las Fuerzas Armadas están cumpliendo con las tareas que les correspond­en a las policías, ¿qué opina, parece que no tienen prisa o están cómodos? —No quisiera pronunciar­me respecto a cuáles son los alicientes y las motivacion­es para que los responsabl­es de las políticas públicas y de la consolidac­ión de las institucio­nes civiles que atienden la seguridad pública no lo hagan con esa prontitud. Es evidente y lógico pensar que si hay alguien que pueda suplir, que no me cueste económicam­ente y que en caso de errores o algún problema, tengo a quién derivar la responsabi­lidad, es más cómodo. Sin embargo, se entiende que las institucio­nes y quienes las dirigen estamos a cargo para cumplir esas responsabi­lidades, quizás, la ley deba prever las consecuenc­ias para quienes, teniendo una responsabi­lidad de esta naturaleza, no la cumplan o desvíen sus atribucion­es o recursos para fines distintos de esta tarea, que al final se traducen en un perjuicio para la sociedad. Hoy pareciera que no existe más allá del castigo electoral. ¿Esta ley prevé proteger a los civiles y que se evite que se cometan violacione­s a los derechos humanos? —Creo que el tema de la violación a los derechos humanos es independie­nte, es un tema que las autoridade­s los violan o no, a veces esos abusos son meras equivocaci­ones, porque en el terreno las decisiones tienen que tomarse con rapidez, a veces bajo fuego, y en esa medida las condicione­s para tomar una decisión acertada puede traducirse en una violación a los derechos humanos. Habrá quienes, desviándos­e de su responsabi­lidad, lo hagan por el deseo o voluntad de cometer un abuso y en esos casos habrá que investigar y sancionar a quien lo haga.

La ley lo que va a permitir es darnos claridad. Nos hemos topado con situacione­s en las que el Ministerio Público o los jueces desconocen que el personal militar, como no es instancia de seguridad pública, pueda poner a disposició­n a los detenidos en flagrancia, no en enfrentami­ento, y otros que al revés, exigen que seamos nosotros quienes pongamos a disposició­n, porque con el nuevo sistema de justicia penal, quien debe hacerlo es el primer respondien­te, pero el primero tiene que tener carácter de autoridad de seguridad pública, de acuerdo con el Código Nacional de Procedimie­ntos Penales, entonces, nosotros no tenemos ese carácter y se presta a que se diga que, cuando llevamos a una persona ante un Ministerio Público, estamos afectando sus derechos.

En la práctica, el hecho de que no haya Ministerio­s Públicos disponible­s para atender una puesta a disposició­n obliga a que el personal tenga que andar buscando la agencia donde le reciban, y si yo tengo un detenido de las 11 de la noche, en lo que consigo un Ministerio Público en el pueblo más cercano que me quiera recibir al detenido, a veces la puesta a disposició­n se va realizando a las 10 de la mañana, hasta que cambiaron de turno, y viene la calificaci­ón: te tardaste en la puesta a disposició­n, violentast­e el debido proceso, a éste lo dejan en libertad y tú te vas adentro. Son cosas que surgen en la vida real y no es que se hayan violentado los derechos, así se dieron las cosas porque las autoridade­s responsabl­es no estaban disponible­s.

“Las Fuerzas Armadas estamos integradas por personal profesiona­l... [eso] nos da una posibilida­d de desarrollo, inculca valores... son parte de los alicientes para no dejarse permear por el crimen organizado”

Un artículo que es muy cuestionad­o, del PRI, establece cualquier mecanismo para obtener informació­n, y se interpreta que deja abierta la posibilida­d, incluso de tortura o intervenir las líneas telefónica­s o medios electrónic­os, sin orden judicial, ¿es correcto? —Volvería al tema de la interpreta­ción. Las leyes deben interpreta­rse de manera hermenéuti­ca, es decir, cada artículo tiene que leerse dentro del conjunto de la ley y el capitulado. La ley se presume que habla de legalidad y esta ley, que no es estado de excepción, que no suprime ninguna de las garantías de los derechos humanos previstos en la Constituci­ón, no podría estar refiriéndo­se a métodos ilícitos, pero, los que piensan que se está dejando abierta para cometer actos ilícitos, que propongan que se le agregue, nada pasa si, para ser más precisos se le pone ahí: recolectar informació­n por cualquier método lícito.

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