Golpe institucional
El jueves se consumó un golpe institucional que tendrá enormes implicaciones para el país. Afecta a una de las instituciones más importantes y respetadas: el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Ese día se aprobó el nombramiento de Paloma Merodio como vicepresidente del Inegi. Este tipo de nombramientos, que normalmente pasan desapercibidos para la mayoría de la población, esta ocasión causó un enorme revuelo entre distintas organizaciones de la sociedad civil, así como entre diversos grupos de académicos o especialistas que utilizan o contribuyen a generar la información estadística en el país. Todos ellos, de muy diversas tendencias y orígenes, tenían una posición en común: rechazaban el nombramiento de Merodio por su relativa inexperiencia y/o por tener dudas sobre su autonomía al ser apoyada por altos funcionarios de esta administración (en especial por el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, y por la subsecretaria del ramo, Vanessa Rubio).
Uno de los aspectos cruciales de este nombramiento era si la candidata cumplía o no con los requisitos mínimos para ser nombrada (5 años de experiencia en trabajos de “alto nivel”). En su decisión, el Senado consideró que la candidata había desempeñado este tipo de trabajos incluso cuando apenas era estudiante de licenciatura o cuando había realizado trabajos claramente de menor rango y/o responsabilidad como ser asistente de investigación. En diversos aspectos de su currículum, la candidata exageró la importancia de sus trabajos y en otros mintió abiertamente. Mintió, por ejemplo, al poner que había impartido un curso en la Universidad de Harvard, cuando sólo había sido una asistente de tercer nivel en dicho curso. Mintió cuando dijo en su comparecencia que ella había preparado algunas clases junto con el profesor, cuando esa es una labor muy lejana a la que realizan ese tipo de asistentes (quienes sólo resuelven dudas y califican algunas tareas). Mintió en su comparecencia cuando dijo que había dirigido 4 o 5 tesis, pero solo hay evidencia de que ha dirigido una. Mintió también cuando firmó una carta en la que decía que ella era “una académica de prestigio en materia de economía”, lo cual es falso porque, como ella mismo reconoció, esa no era la trinchera en la que había elegido participar. Así pues, en una institución que genera información que debe caracterizarse por su veracidad, el gobierno de Peña Nieto propuso (impuso, sería más correcto) a una candidata incapaz de proporcionar información veraz sobre sí misma y su trayectoria.
Algo más: el evidente interés y cabildeo en favor de Merodio por funcionarios de muy alto nivel de las Secretarías de Hacienda y de Desarrollo Social. ¿Por qué tendrían tanto interés en nombrar a una candidata que no cumplía con los requisitos? En unos meses el Inegi publicará el ingreso de los hogares en 2016, a partir de la cual se realizarán las estimaciones oficiales de pobreza por parte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social(Coneval).Noolvidemostambiénqueyaelaño pasado hubo un gran cuestionamiento a las cifras del Inegi. De hecho, un diferendo de opiniones entre Coneval e Inegi provocó que no se publicaran las cifras de pobreza de 2015. En agosto de este año nuevamente nos vamos a enfrentar a este tema y nuevamente saldrán a la luz potenciales diferencias de criterio sobre cómo medir el ingreso de los hogares y, por lo tanto, sobre la magnitud, extensión y profundidad de la pobreza. Tampoco podemos obviar otro factor: el evidente interés de Meade en ser gobernador del Banco de México y el hecho de que el encargado de medir la inflación en México sea el Inegi. Precisamente para evitar potenciales conflictos de interés desde hace algunos años la medición de la inflación se había movido del Banco de México hacia el Inegi. Hoy ese fantasmareaparece.Loanterioreshastaahorauna especulación. Ojalá que alguien la recuerde si el secretario de Hacienda resulta uno de los aspirantes a ser gobernador del Banco de México.