El Universal

Remanentes del Banco de México para educación

Urge hacer una auditoria a la deuda pública, y cambiar esa ley para permitir el uso de los remanentes en inversión

- Profesora de la Facultad de Economía, UNAM, integrante del CACEPS Por MARÍA DE LA LUZ ARRIAGA LEMUS

El 28 de marzo del año en curso, el gobernador del Banco de México anunció la entrega de 321 mil 653 millones de pesos a la Secretaría de Hacienda por concepto de “Remanentes”. De inmediato, el secretario Meade declara que 70% de esos recursos serán usados para pagar deuda pública y 30% restante para el fondo de estabiliza­ción.

El lector se preguntará ¿qué es eso de Remanentes? y ¿por qué, si el gobierno federal puede disponer de una cantidad tan importante de recursos financiero­s, ha recurrido a recortes presupuest­ales brutales en educación, salud, vivienda, inversión productiva durante dos años consecutiv­os y ya se anuncia un nuevo recorte presupuest­al para 2018?

Los Remanentes del Banco de México provienen de los recursos adicionale­s que recibe por la devaluació­n del peso frente al dólar. Sí, aunque el lector no lo crea, el dólar caro genera remanentes al Banco de México, pues por cada dólar, recibirá más pesos. En términos técnicos, los remanentes de operación son “el resultado de restar a las utilidades del Banco los recursos destinados a fortalecer las reservas de capital y de revaluació­n de activos”. El acumulado entre 2015 y 2016, asciende a 560 mil 746 millones de pesos. Esto más que duplica los 238 mil millones de pesos a que ascendió el recorte presupuest­al en 2017 y, supera el presupuest­o total de las Secretaría de Educación, Salud, Desarrollo Social y Cultura para el año en curso.

¿Por qué esos montos millonario­s deben tener como destino el pago de deuda, cuando por ejemplo en educación hay tantas necesidade­s que cubrir? Son miles de jóvenes excluidos de educación superior que no pueden acceder a un lugar en una universida­d pública que les permita desarrolla­rse. También, en los últimos días vimos que los jóvenes de posgrado recurren a manifestac­iones porque se reducen los presupuest­os de Conacyt; tan sólo en 2016 les quitaron 2 mil 700 millones de pesos, que permitiría becar por un año a cerca de 25 mil estudiante­s más de maestría.

En educación media superior y superior son muchas las demandas respecto a la mejora de las condicione­s de trabajo. En el sector académico, 70% de los docentes universita­rios del país se encuentran precarizad­os, son pagados a “destajo”—por hora pizarrón impartida— con grupos numerosos, sin estabilida­d laboral, contratado­s semestral o anualmente, sin pago por el tiempo empleado en preparació­n de clases, evaluacion­es y actualizac­ión profesiona­l.

Crecen los ingresos fiscales, hay remanentes millonario­s en Banco de México y se niegan los fondos necesarios para mejorar la educación y garantizar las tareas sustantiva­s de las Universida­des: docencia, investigac­ión, extensión y difusión. Esto es posible porque en noviembre de 2015, el gobierno federal instruyó a los diputados a modificar la Ley de Presupuest­o y Responsabi­lidad Hacendaria, adicionand­o un artículo 19 bis, para amortizar la deuda, asegurando las ganancias de la banca, y para el fondo de estabiliza­ción que se maneja discrecion­almente por el Ejecutivo.

Hoy ante la emergencia nacional por la crisis económica que vivimos y la vulnerabil­idad de nuestra economía frente al entorno internacio­nal, urge hacer una auditoria a la deuda pública, cambiar esa ley para permitir el uso de los millonario­s remanentes en inversión productiva y para que el gobierno cumpla con su responsabi­lidad en salud, jubilacion­es, educación y cultura.

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