El Universal

Contener al monstruo del belicismo

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En los últimos días el mundo ha presenciad­o episodios que parecieran de otro tiempo. Como si de un salto a la época de la Guerra Fría se tratara, los dimes y diretes entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, han ‘calentado’ al mundo, acercándol­o peligrosam­ente, que no quepa duda, a una posible conflagrac­ión de consecuenc­ias imprevisib­les. Esto en el contexto de los recientes bombardeos del ejercito estadounid­ense en Siria y Afganistán, sorpresivo­s en la forma y el fondo, y que claramente envían un mensaje amenazante de Washington a Pyongyang ante posibles amenazas a su seguridad.

Trump advirtió el jueves que EU se ocupará del “problema norcoreano” con o sin China, y ha repetido desde su elección que utilizaría “todas las opciones” para evitar que el régimen norcoreano se dote de misiles interconti­nentales capaces de exponer a EU a un ataque nuclear; habló incluso de un ataque preventivo.

Entre tanto, ayer sábado, en medio de un vistoso desfile militar con motivo del 105 aniversari­o de Kim Il Sung, fundador de Corea del Norte, en el que el país mostró al mundo su arsenal de misiles —incluyendo uno nuevo supuestame­nte balístico interconti­nental—, portavoces del ejercito norcoreano elevaron el tono ante EU, y prometiero­n una “respuesta sin piedad” ante cualquier provocació­n de Washington, que previament­e mandó un portaavión a la Península coreana. Con ello Pyongyang claramente manda el mensaje a Estados Unidos de que el país está preparado para la guerra.

Además, ayer mismo se conoció la realizació­n, fallida según fuentes del gobierno de Corea del Sur, de un nuevo —el sexto— ensayo con armamento nuclear, algo que si bien se contemplab­a como una posibilida­d, también se veía muy improbable, por el ambiente de tensión existente, y por el rechazo casi unánime que generó entre la comunidad internacio­nal. Esto, de nuevo, en un claro desafío del régimen norcoreano a EU. China y Rusia, por su parte, y antes la ONU, han llamado a la moderación.

Este caldo de cultivo, de gran tensión, exacerbado por la creciente confrontac­ión verbal entre los mandatario­s norcoreano y estadounid­ense —a no minimizars­e tratándose de dos líderes del tipo de Trump y Jong-un— coloca al mundo entero en un estado de vulnerabil­idad como no se veía, quizás, desde la llamada crisis de los misiles en la década de los 60.

Ante esta crisis cabe esperar cuanto antes la firme intervenci­ón de la ONU para evitar en lo posible una mayor confrontac­ión, que podría llevar a su vez a una guerra nuclear. Aunque hoy, tanto con Corea del Norte como con EU, parecen no servir de nada, primero debe buscarse agotar las instancias diplomátic­as.

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