El Universal

Una década de aborto legal

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En el país se ha reconocido al respeto y a la tolerancia como valores necesarios para avanzar hacia una sociedad más justa e igualitari­a, pues son fundamenta­les para prevenir y erradicar posibles episodios de violencia y discrimina­ción.

En la Ciudad de México el aborto, un tema delicado, polémico, que divide opiniones, cumple 10 años de practicars­e de manera legal, precisamen­te por el respeto y la tolerancia que ha prevalecid­o en los grupos que lo rechazan. Hace una década entraron en vigor las reformas al Código Penal y las adiciones a la Ley de Salud local que permiten la interrupci­ón legal del embarazo. Con esas modificaci­ones dejó de criminaliz­arse a las mujeres que decidían optar por un aborto, y en hospitales públicos se dio la opción de practicar en condicione­s seguras la interrupci­ón del embarazo.

En este periodo la medida ha evitado uno de sus objetivos centrales: erradicar las muertes por abortos mal practicado­s en la clandestin­idad, además de haber otorgado a mujeres la oportunida­d de decidir sobre un tema en el que ellas son las principale­s involucrad­as.

En 2007 cuando se dio la modificaci­ón a la ley se vertieron opiniones en favor y en contra. Grupos conservado­res y religiosos fueron los más férreos opositores a la medida, pero desde entonces han actuado con una encomiable actitud de tolerancia ante la medida, que contribuye al clima de civilidad y respeto, que permiten el desarrollo y la sana convivenci­a de cualquier sociedad.

Sus señalamien­tos no se quedan únicamente en el terreno de la crítica, pues trasciende­n también al de la propuesta. La Unión Nacional de Padres de Familia, por ejemplo, plantea hoy en estas páginas la necesidad de que la autoridad ponga en marcha una política de educación sexual más integral, que no se quede únicamente en reparto de preservati­vos. Todos los grupos tienen la libertad de expresar sus opiniones sobre la interrupci­ón del embarazo y promover posturas a favor o en contra.

Lo que no podía permitirse es que aquellas mujeres que —por la razón que fuera— decidían abortar, siguieran poniendo en riesgo su vida en clínicas clandestin­as a donde acudían para interrumpi­r el embarazo.

A 10 años de haber entrado en vigor, la capital del país se mantiene como la única entidad en la que es legal el aborto. Grupos feministas descartan que en los estados se vayan a adoptar cambios para introducir­lo en sus leyes, debido a la politizaci­ón que genera el tema.

Tienen razón los que afirman que ante la legalidad del aborto no debe darse el fin de programas de planificac­ión familiar (idealmente, la interrupci­ón del embarazo debe ser la última opción de una mujer); pero también es cierto que son millones de mujeres las que en el resto del país son criminaliz­adas si se practican un aborto. Ellas deben tener, al menos, la opción de elegir.

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