El Universal

Administra­r la corrupción

- Por ALBERTO AZIZ NASSIF

Los recientes casos de Tomás Yarrington y Javier Duarte, ¿son una confirmaci­ón a la regla de la impunidad o una excepción en el combate a la corrupción? Cuando los resultados de las políticas públicas no llevan a un cambio, cuando seguimos igual que siempre, cuando los intereses mantienen el estado de cosas, lo que se hace es administra­r los problemas, no resolverlo­s. Eso pasa con la pobreza, que en los últimos 20 años se mantiene en los mismos rangos, con la desigualda­d que no se modifica y cada día concentra más el ingreso, y con la corrupción y la impunidad que ya se han vuelto sistémicas. Los casos más llamativos y más extremos de corrupción son los ex gobernador­es delincuent­es que ya se han vuelto un thriller político, pero están muy lejos de ser castigados por la justicia y de reparar el daño causado en sus estados.

Cuando vemos lo que hacen otros países para combatir la corrupción, el contraste con México resulta abismal. El manto de impunidad, que algunos han llamado pacto, cubre a una clase política que se reproduce sin rendir cuentas. Desde que estos dos ex gobernador­es fueron detenidos, gracias a la policía de otros países, Italia y Guatemala, se ha hecho más evidente el contraste entre administra­r la corrupción y combatirla. Guatemala pudo, con ayuda internacio­nal, sentenciar a dos de sus presidente­s. Brasil ha encarcelad­o a altos funcionari­os, legislador­es y empresario­s de primer nivel por la operación Lava Jato. En México, en cambio, seguimos en el viejo sistema de que caen en desgracia los que abusan demasiado y pierden elecciones, como le sucede a los Duarte en Veracruz y en Chihuahua, pero no le pasó a Humberto Moreira en Coahuila, que ya fue exonerado por la justicia.

La foto de la toma de posesión de Peña Nieto, rodeado de un grupo de gobernador­es, integrante­s de la llamada

En México seguimos en el viejo sistema de que caen en desgracia los que abusan demasiado y pierden elecciones

“generación podrida”, es para un estudio de la impunidad que abunda en el país. La mayoría han sido denunciado­s, otros tienen orden de aprehensió­n, y algunos más andan prófugos como César Duarte (Chihuahua); en la cárcel están Andrés Granier (PRI) y Guillermo Padrés (PAN) que se entregó a la autoridad. Esta foto se ha vuelto viral en las redes sociales y le han hecho diversas composicio­nes, entre las mejores está la que hizo la organizaci­ón Ahora, que les puso colores de acuerdo a su condición (rojo para los detenidos, amarillo para los procesados, verde para los que tienen orden de aprehensió­n y azul para los que han sido denunciado­s) y la pregunta del Twitter es: ¿de qué color terminará Peña Nieto?

El modelo que desplegó la empresa constructo­ra brasileña Odebrecht, que pagó millones de dólares para corromper a gobiernos en muchos países de América Latina, incluido México, sirve para contrastar cómo se aplica la justicia aquí y en Brasil. El mismo esquema se reproduce y multiplica con otras corporacio­nes, como sucede con la empresa OHL, una constructo­ra española que también está en México y que ha tenido importante­s contratos con el gobierno del Estado de México (Viaducto Bicentenar­io y Circuito Exterior Mexiquense). Estos contratos de obras, con sobrepreci­os y sobornos para financiami­ento de campañas políticas, están metidos en el DNA del actual gobierno de Peña Nieto. Mientras en Brasil el director general de Odebrecht ya está en la cárcel y en España acaban de detener al yerno del principal accionista de OHL, en México no pasa nada.

El caso de Javier Duarte se volvió el thrillerde­lasemana.Desdesudet­ención se especuló sobre una posible negociació­n. Hemos visto cómo este delincuent­e se enfrenta a la justicia en Guatemala y hace tortuguism­o con su extradició­n. El caso ha servido también para preguntar sobre el destino de la esposa, que ha sido implicada por el contador de Duarte y que ya huyó a Inglaterra. Uno de los temas más debatidos con Duarte es el uso político sobre su detención, si le servirá al PRI y a Peña para legitimars­e, o si se podrá usar para golpear a López Obrador, como ya lo han hecho el PAN y el gobernador Miguel Ángel Yunes.

Yarrington será juzgado en Estados Unidos y Duarte sigue en Guatemala, los dos casos confirman que en México no se combate la corrupción, se le administra… Investigad­or del CIESAS. @AzizNassif

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