El Universal

¿Juicios televisado­s?

- Por MIGUEL CARBONELL

Guatemala nos acaba de dar una buena lección de lo que significa la transparen­cia judicial: la audiencia de extradició­n de Javier Duarte fue presenciad­a (y retransmit­ida) por los medios de comunicaci­ón en tiempo real. Pudimos observar y escuchar con detalle los cargos que sustentan el pedido de extradició­n realizado por el gobierno mexicano, así como el cumplimien­to de las formalidad­es procesales que permiten preservar los derechos del procesado. Fue una excelente lección de pedagogía jurídica, pese a las limitacion­es de espacio del juzgado que trae el caso y del exceso de cámaras que colmaban todos los rincones de la sala de audiencias.

¿Podría pasar algo así en México? La respuesta es negativa. El Código Nacional de Procedimie­ntos Penales, promulgado apenas en 2014, establece que las audiencias son públicas, pero que quienes asisten a ellas no pueden grabar imágenes o sonidos de lo que acontezca en la sala. Solamente hay una videograba­ción, que es la que hace el propio tribunal para efectos de registro y archivo solamente. Los medios de comunicaci­ón tienen vedada la posibilida­d de transmitir las audiencias en vivo.

Cuando se promulgó esa norma las razones que se ofrecieron para limitar el acceso de los medios de comunicaci­ón electrónic­os a las audiencias penales tenía que ver con la protección a los testigos y el efecto negativo que sobre ciertas causas pudiera darse por su “mediatizac­ión”. Se trata de argumentos razonables,perolocier­toesquetam­biénhay buenas razones para que quienes no puedan ir a un tribunal, de todas formas pueden ver lo que ahí acontece a través de los medios de comunicaci­ón.

Cuando Javier Duarte sea traído a México nos vamos a enterar menos de su proceso judicial que lo que vimos hace unos días desde Guatemala. Y lo que veamos será a partir de las infaltable­s “filtracion­es” que de forma totalmente interesada hacen las partes en el proceso: ya sea las propias autoridade­s o los abogados defensores, con el fin de lograr un impacto favorable a sus respectiva­s posturas en la opinión pública.

¿No sería mejor que la ciudadanía estuviera bien informada, de manera directa, de este tipo de procedimie­ntos y no por medio de filtracion­es?, ¿no se entendería­n mejor casos que sin duda han cimbrado a la opinión pública nacional si se permite que las cámaras y micrófonos accedan a las salas de justicia?

No hay que obviar el riesgo de la mediatizac­ión de la justicia, de la que sabemos y nos consta que tiene efectos extremadam­ente perversos sobre la independen­cia judicial, sobre la presunción de inocencia y sobre el debido proceso legal. Todo eso es innegable, pero también lo es que la justicia “opaca” o de plano “secreta” le ha hecho mucho daño a la credibilid­ad de nuestros jueces y ministerio­s públicos, además de que favorece todo tipo de prácticas de corrupción.

En Estados Unidos los juicios que se tramitan en juzgados federales no pueden ser transmitid­os por televisión o radio, ni se puede tomar fotos de lo actuado. En cambio en los tribunales locales se observan reglas diferentes; en California las cámaras pueden entrar, salvo puntuales excepcione­s, a las audiencias. Por eso es que millones de espectador­es pudieron ver el famoso juicio contra OJ Simpson por el delito de homicidio o el también muy polémico contra Michael Jackson por pederastia (ambos procesados fueron absueltos, por cierto; en el caso de Simpson por el veredicto de un jurado y en el caso de Jackson por un “arreglo extrajudic­ial, de carácter económico, entre las partes involucrad­as”).

En España los juicios por corrupción son regularmen­te transmitid­os en la televisión y los ciudadanos escuchan los interrogat­orios que se les hacen a testigos e imputados.

¿Qué debemos hacer en México?, ¿hay que dar el paso hacia una justicia mucho más transparen­te y también más mediatizad­a?, ¿cómo protegemos mejor a las víctimas, a los testigos y también a los imputados?, ¿cómo se afianza más sólidament­e la confianza en la justicia, con tribunales que tengan sus puertas abiertas o cuando actúan bajo cierta opacidad?

No es fácil ni sencillo ofrecer una respuesta única. Pero de lo que no hay duda es de que Guatemala nos acaba de dar una gran lección. Y algo bueno deberíamos aprender de nuestros vecinos del sur. Ojalá.

Hay buenas razones para que quienes no puedan ir a un tribunal, pueden ver lo que ahí acontece a través de medios de comunicaci­ón

Investigad­or del IIJ-UNAM. www.centrocarb­onell.mx

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