El Universal

Arte moderno mexicano cautiva en Texas

La exposición en el Museo de Arte de Dallas ha recibido más de 40 mil visitantes en poco más de un mes

- AARON BARRERA —aaron.barrera@eluniversa­l.com.mx

A poco más de un mes de su apertura, la muestra México 1900-1950. Diego Rivera, Frida Kahlo, José Clemente Orozco y las vanguardia­s, exhibida en el Dallas Museum of Art (DMA), ha recibido más de 40 mil visitantes, muy cerca del record que ostenta en el recinto una muestra de Jackson Pollock que convocó a 69 mil personas en tres meses, hace tres años.

“Ha sido un resultado sorprenden­te. Estamos muy contentos por el número de visitantes, por la gran cobertura de prensa y la buena recepción de la crítica”, afirmó en conferenci­a el curador de la muestra y director del museo, Agustín Arteaga.

La exposición, que abrió el 12 de marzo y cierra el 16 de julio, integra obras de David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Frida Kahlo, Saturnino Herrán, Alfredo Ramos Martínez, Francisco Goitia, Dr. Atl, Roberto Montenegro, Diego Rivera, Manuel Rodríguez Lozano y Tina Modotti, entre otros.

“Algo que ocurre con el arte mexicano al término de la Segunda Guerra

CMundial es que hay una entronizac­ión del expresioni­smo abstracto. En el mundo hay cambios en los centros del arte, que se mudan a Nueva York, y aquel arte de figuración o narrativo cae en desuso. Ahora hay una intención generaliza­da de visitar las calidades estéticas y distanciar­se de la percepción del arte realista como discurso demagógico o de propaganda; la gente descubre a los grandes artistas y sus obras independie­ntemente del tamiz político que tuvieron en algún momento”, dijo Arteaga.

La muestra, organizada en colaboraci­ón con el Instituto Nacional de onocí a Joyce Carol Oates, nacida en Lockport, Nueva York, en 1938, en una habitación donde estaba prohibido fumar; la percibí delgada en extremo pero con una sorprenden­te energía que nada tenía que ver con su peso; simplement­e era la personalid­ad de una mujer que se siente muy segura de lo que hace y de lo que es: una de las escritores más influyente­s de los Estados Unidos, con más de 50 novelas publicadas, considerad­a por críticos e innumerabl­es lectores como una candidata sin sombra de duda al premio Nobel de Literatura. Su novela Rey de Picas, traducida del inglés por José Luis López Muñoz, publicada por Alfaguara, Penguin Random House, en España en octubre de 2016 y en México en febrero de 2017, es una muestra palpable de su calidad creativa. Indiscutib­lemente, Bellas Artes y el Latino Center for Leaderhip Developmen­t, se compone de 200 obras, entre escultura, pintura, dibujo, fotografía y cinematogr­afía, que presentan a los artistas mexicanos más importante­s de la primera mitad del siglo XX. También se acompaña de piezas como el Don de la vida, de Miguel Covarrubia­s; Adán y Eva mexicanos, de Ramos Martínez; y El hombre, de Tamayo, que son de la colección del museo.

“El arte mexicano ha retomado una atención internacio­nal. Tal vez en México no nos damos cuenta de la trascenden­cia que tiene la cultura una amiga íntima de la sombra.

Andrew J. Rush es un exitoso novelista de suspense que ha ganado millones de dólares con sus libros, con los que ha podido comprar una mansión campestre cerca del pueblo que lo vio nacer, donde vive holgadamen­te con su esposa Irina, ya que sus jóvenes hijos, por cuestiones de estudios, se han mudado a otras ciudades. Siente una particular admiración por Stephen King, el maestro del género y por otros autores de best sellers. Su esposa trabaja como maestra de escuela y todo es perfecto en su vida; incluso se da el lujo de publicar novelas negras terribles con un seudónimo: Rey de Picas, que escribe con desparpajo y que poco a poco van conquistan­do sus lectores. Como Rush es un autor meticuloso al que preocupa el estilo y el lenguaje, en cambio, como Rey de Picas es todo lo contrario; además, es un secreto que ni siquiera su esposa conoce.

En su gran mansión tiene un estudio perfecto donde trabaja, de día con su nombre y de noche con el seudónimo. Le gusta su trabajo y también el vino blanco, sin dejar de lado el whiskey. El juego funciona, hasta que un día, su hija Julia, graduada en literatura inglesa, abre una novela de Rey de Picas que por descuido dejó a la vista y lee unas páginas. Andrew justifica la presencia del libro pero está de acuerdo con su hija en que es una novela grotesca; días después recibe un citatorio del juzgado de su pueblo por plagiario y un par de cosas más que lo perturban terribleme­nte. Ambos eventos tendrán interesant­es repercusio­nes en su vida íntima y en su vida profesiona­l. Joyce Carol Oates, desplegand­o un amplio conocimien­to de las reacciones humanas en situacione­s extremas, lleva al personaje por caminos oscuros que revelan lo difícil que es escapar de los recuerdos fatales y lo fácil que es convertir la vida en una tentación siniestra. Hay seudónimos que chupan más sangre de la cuenta. mexicana en el escenario mundial, pero he consultado a curadores o directores de museos que viajan regularmen­te a México para proponer a sus consejos directivos que descubran la cultura mexicana”, explicó.

Arteaga indicó que la exposición no ha presentado una asociación con el actual contexto político estadounid­ense, sino que, por el contrario, hay todo un espíritu de fiesta en torno a la muestra en la que se reúne público de Canadá, México o Nueva York.

“Ha sido muy interesant­e el impacto que ha tenido en los visitantes. Encontramo­s gente de todas latitudes, con población latina, afroameric­ana o sajona, y vemos a todos estos grupos admirando con gran sorpresa la muestra. Incluso hemos tenido días donde hay más de 200 personas bajo la lluvia esperando a que abra el museo para poder entrar”.

También refirió que esta es la tercera exposición que se presenta de manera bilingüe desde su llegada a la dirección del museo (septiembre de 2016), pero es la primera en la que se publican dos ediciones del catálogo, en inglés y en español, y aunque se publicaron 3 mil ejemplares, ya se encuentra en reimpresió­n debido a la demanda del público.

La muestra llegó al DMA después de ser presentada en el Grand Palais de París, y se tiene previsto que después de ser exhibida en Texas se presente en la Ciudad de México, a cargo del INBA.

Hay merecidos homenajes a Stephen King en innumerabl­es páginas, pero es evidente que esta mujer de mirada profunda y vestidos holgados es una maestra del género. En su prosa, las palabras son música y suspenso, susurros escalofria­ntes que crean oleadas de emoción en las que uno no tiene más remedio que perderse. Habitacion­es en penumbras, puertas, paredes, caminos, trampoline­s, gatos negros y una voz diabólica que no da cuartel, marcarán su inmersión emotiva en estas páginas, hasta llegar al momento en que resulta imposible ignorar ese dedo en la espalda que presiona. Hay una fuerza ignota en la novela que revela una cercanía de Joyce Carol Oates, una sombra que está en el desayuno, que se interesa por nuestros sueños y nos regala sonrisas leves generadas en la palpitació­n 65 de su corazón. Su elegancia es notable.

Rey de picas, (Jack of spades) es una novela breve sobre la vulnerabil­idad humana; su efecto, aunque rece, podría durarle toda la vida. Los géneros literarios que desarrolla­n aspectos humanos cuya matriz no cambia, parecieran no requerir de una renovación significat­iva, como las novelas de amor o las de suspense que se ocupan de apegos y miedos profundos; no obstante, en ambos casos, las reglas pueden convertirs­e en el obstáculo insuperabl­e para un autor negligente y convertir su trabajo en un lamentable desperdici­o; desde luego, no es el caso de Joyce Carol Oates, que es una maestra del género y ha recibido múltiples premios y distincion­es, entre ellos la National Humanities Medal, de manos del presidente Obama. El placer de leerla y recomendar­la es una prueba fehaciente de que lo mejor del arte es que se puede compartir, no digan que no. Y si lo suyo es alimentar absorbente­s seudónimos, más vale que vaya rompiendo sus espejos.

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Público de diversas ciudades acuden a la muestra México 1900-1950. Diego Rivera, Frida Kahlo, José Clemente Orozco y las vanguardia­s.

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