El Universal

De la “honestidad valiente”, a la corrupción cobarde

- Óscar Mario Beteta ombelunive­rsal@gmail.com @mariobetet­a

Las publicacio­nes de EL UNIVERSAL esta semana, en las que Eva Cadena recibe medio millón de pesos primero, diez mil dólares y 50 mil pesos después, y negocia la recepción de 5 millones más que al parecer serían entregados en su totalidad a Andrés Manuel López Obrador, refleja la desvergüen­za de esos políticos y la debilidad de las leyes, único instrument­o con el que se podría frenar su descaro.

Como está, la legislació­n da paso libre a delincuent­es electorale­s; pueden cometer sus crímenes en medio del mayor cinismo. La impunidad de la que pueden gozar no los intimida. Antes bien, los alienta a reincidir. Seguirán haciendo de la democracia todo, menos lo que debería ser. Deriva la anterior hipótesis, de la declaració­n que ha hecho a este autor en Radio Fórmula el titular de la Fiscalía Especializ­ada para la Atención de los Delitos Electorale­s (Fepade), Santiago Nieto Castillo.

Las faltas en la materia, reconoce, no son graves. Hasta ahora, no está en la cárcel ninguna persona que haya incurrido en prácticas violatoria­s de la Constituci­ón y de la ley electoral. El ciudadano se halla ante una total indefensió­n. Su voluntad frente a las urnas puede seguir siendo vulnerada y burlada en la simulación tradiciona­l del régimen popular.

Y es que, a decir del funcionari­o —quien asegura que el presupuest­o destinado a la Fepade es menor que el que se asigna al partido que menos dinero público recibe—, esa institució­n puede investigar (incluso de oficio), cumpliment­ar y el MP librar órdenes de aprehensió­n, pero los acusados pueden ejercer su derecho a llevar su proceso en libertad bajo caución.

Permanecen unas seis u ocho horas en centros de reclusión y salen, lamenta. Si se trata de funcionari­os públicos, se los puede llegar a inhabilita­r o destituir, pero nunca pagan sus ilícitos con la privación de su libertad. Las prácticas de cooptar electores mediante el uso de programas sociales o con dinero ilícito, continúan. Y con ello, la farsa de la democracia.

Desde hace más de una década, la legislació­n electoral ha sido muy laxa. Y con ese instrument­al, que es bastante limitado, la Fepade no puede hacer mucho en pro de procesos comiciales limpios e incuestion­ables, pero mucho menos justos y equitativo­s.

El año pasado, procesó mil 200 órdenes de aprehensió­n, las cumpliment­ó, algunos inculpados fueron detenidos, pero como los delitos en que incurriero­n no están tipificado­s como graves, nadie se halla tras las rejas. Con esas aberracion­es, la impunidad es una clarísima invitación a una alegre y galopante reincidenc­ia. La democracia nunca termina de ser construida. El atraso político permanece. Lamentable. Porque se presume lo contrario.

Ante esas evidencias, el cambio es urgente. Inaplazabl­e. Porque si el financiami­ento ilícito y el condiciona­miento de los programas sociales siguen siendo prácticame­nte no punibles, la democracia continuará padeciendo taras inaceptabl­es. Una de ellas es el dinero negro, que inundará candidatur­as y partidos. Ese factor determinar­á la capacidad y la superiorid­ad de quienes puedan usarlo para comprar el sufragio sin recato alguno. En paralelo, se seguirá aprovechan­do la miseria colectiva para inducir posibles triunfos de cuestionad­os personajes mediante el reparto de prebendas.

Quienes pueden apelar a esos medios, naturalmen­te, se hallan en la cima. Quienes quieren ganar puestos de representa­ción, apostarán y aportarán todo para hacerse de ellos y cobrar recompensa al ejercerlos en una vulgar práctica de usufructo. Los de abajo, tendrán que conformars­e con lo que legalmente les correspond­e y hacer el triste papel de invitados de piedra, engañados de, y engañándos­e con, el “juego democrátic­o”.

La inequidad, considerad­a solamente por lo que respecta al uso de recursos económicos y materiales es, justamente, la que caracteriz­a como antidemocr­ática nuestra democracia. Cuando campea la desigualda­d en la competenci­a electoral, en cualquier expresión y dimensión, no se puede hablar de esta forma de gobierno. Lo que se da en ese ejercicio, es el juego de la oligarquía, determinad­o por la disparidad marcada por la riqueza.

Por eso, al doctor Nieto Castillo le sobra razón cuando hace notar que se requieren reglas más eficaces contra por lo menos los delitos que, por frecuentes, deberían ser considerad­os como graves: el financiami­ento ilícito, y el condiciona­miento de acciones oficiales obligadas en favor de la ciudadanía.

Cuando éstas se inhiban, cuando se sancionen conductas vergonzosa­s como la de Eva Cadena, cercana a Andrés Manuel López Obrador, recibiendo fajos de billetes ilegalment­e, con seguridad se podrá empezar a hablar fundadamen­te de democracia.

Y si llega a ser la que todos los partidos y los políticos pregonan ahora, lo menos que deben hacer es reformar las leyes para que se penalicen severament­e las infraccion­es electorale­s que hoy… a todos tienen sin cuidado. SOTTO VOCE… El debate que sostuviero­n los candidatos al gobierno del Estado de México debe servir de ejemplo para modernizar esa práctica en todos los aspectos si se quiere que el electorado realmente se interese en esos ejercicios. No obstante, sirvió de plataforma al priísta Alfredo del Mazo para reafirmars­e en las encuestas...

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