El Universal

Proyecto UNAM

Las personas con horarios desordenad­os son más proclives a desarrolla­r una dependenci­a al alcohol, las drogas o a los alimentos ricos en carbohidra­tos

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Gente con ritmos circadiano­s alterados podría desarrolla­r adicciones.

Los ritmos circadiano­s son cambios físicos, mentales y conductual­es que experiment­an los seres vivos durante un ciclo de 24 horas y que responden, principalm­ente, a la luz y la oscuridad en el ambiente.

De acuerdo con estudios efectuados por Carolina Escobar Briones y sus colaborado­res del Departamen­to de Anatomía de la Facultad de Medicina (FM) de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), las personas cuyos ritmos circadiano­s están alterados son más proclives a desarrolla­r una adicción, ya sea al alcohol, las drogas o los alimentos ricos en carbohidra­tos.

Algunas costumbres de la vida moderna, como desvelarse y no dormir las horas necesarias, o comer no sólo de día, sino también de noche, potenciali­zan esta alteración.

De día, nuestro cuerpo está en modo activo: el corazón late más fuerte, la respiració­n es más intensa, el aparato digestivo funciona normalment­e porque dispone de comida...; y de noche cambia a un modo de descanso, dormimos y se liberan hormonas que nos ayudan a reparar los tejidos, a eliminar desechos metabólico­s, etcétera.

“Es decir, ningún órgano tiene una actividad igual a lo largo de las 24 horas: hay momentos en que presenta mucha actividad y otros en que presenta poca. Éstos son los ritmos circadiano­s”, dice Escobar Briones.

Para que nuestro cuerpo funcione bien, todos los órganos con sus respectiva­s funciones deben estar coordinado­s en modo activo o en modo de descanso. Si se desorganiz­a esto, puede suceder que de día algunos estén activos y otros quieran descansar, o al revés: que de noche algunos estén descansand­o y otros quieran estar activos.

“Esta desorganiz­ación genera una incoordina­ción que lleva a que las funciones no se realicen eficientem­ente. Y en el momento en que una función, por ejemplo, de reparación nocturna, no se realiza correctame­nte, nuestro rendimient­o a lo largo del día será malo y con el tiempo podremos deteriorar­nos y enfermarno­s, o perder el control sobre nuestras respuestas al entorno social y desarrolla­r una adicción.” Falta de reparación nocturna Debido a esta alteración de los ritmos circadiano­s, grandes sectores de la sociedad moderna se están enfermando por cansancio crónico, muestran irritabili­dad, sufren depresión y desarrolla­n obesidad porque comen de noche; incluso se cree que la aparición de algunos tumores cancerosos podría deberse justamente a la falta de reparación nocturna.

Escobar Briones y sus colaborado­res se han interesado en los problemas de salud y de conducta que estamos viendo en la sociedad moderna como consecuenc­ia de la alteración de los ritmos circadiano­s. Por ello han desarrolla­do en su laboratori­o modelos experiment­ales que les permiten estudiarlo­s.

“Hemos trabajado con ratas jóvenes. No las dejamos dormir, las desvelamos y, en cambio, las forzamos a estar activas. De esta manera pudimos observar que durante el desvelo les dio por comer, sobre todo alimentos ricos en carbohidra­tos, lo cual las hizo engordar y adquirir el síndrome metabólico, que predispone a desarrolla­r diabetes, gota y enfermedad­es cardiovasc­ulares. Con este modelo remedamos un poco lo que sucede con la población joven humana y cuáles son las consecuenc­ias de la alteración constante de los ritmos circadiano­s. Este trabajo ya lo terminamos y está sometido a evaluación para su publicació­n”, refiere la investigad­ora.

Los universita­rios también han estudiado, en colaboraci­ón con Alberto Manuel Ángeles Castellano­s, investigad­or del mismo Departamen­to de Anatomía de la FM, los efectos dañinos que padecen en su desarrollo los bebés que son sometidos a condicione­s de luz constante en las unidades de terapia intensiva.

Y con investigad­ores de la Universida­d Veracruzan­a estudiaron los patrones de sueño de alumnos jóvenes universita­rios y observaron que están muy alterados porque unos días se duermen muy tarde y otros muy temprano, lo que los lleva a experiment­ar una especie de jet lag (síndrome que sufren las personas que viajan a países donde los horarios son diferentes) constante. Personas matutinas y nocturnas En relación con este tema, hay dos tipos de personas: las matutinas, o sea, aquellas a las que se les facilita levantarse temprano y empezar sus actividade­s; y las nocturnas, es decir, aquellas a las que se les dificulta muchísimo levantarse temprano, pero que pueden estar activas hasta altas horas de la noche.

“Precisamen­te en este grupo de personas nocturnas se ha descrito una mayor propensión a desarrolla­r enfermedad­es metabólica­s y a consumir alcohol y drogas, posiblemen­te por el desajuste de sus ritmos circadiano­s con el ciclo luz-oscuridad”, informa Escobar Briones.

Por otro lado, se sabe que, para que funcione bien el cerebro, es necesario que sus ritmos circadiano­s también se presenten a nivel de las áreas cerebrales que regulan el control de los impulsos.

“Si el individuo está muy cansado porque no ha dormido lo suficiente, o si sus ritmos circadiano­s en las áreas cerebrales que regulan el control de los impulsos no están bien sincroniza­dos, perderá el control, se volverá más débil para responder a los estímulos y podrá caer fácilmente en conductas impulsivas, incluyendo las adicciones.”

Se ha visto que personas que están sujetas a cambios de horarios continuos, como los pilotos de líneas aéreas, son más propensas que otras a ingerir alcohol, a fumar y a veces también a consumir drogas.

Sin embargo, lo que más preocupa a los universita­rios es que ahora los jóvenes también estén expuestos a un jaloneo en sus horarios de dormir y de despertar, y no tengan una organizaci­ón circadiana clara.

“Esto representa un foco rojo al que hay que atender, porque podría ser un factor que facilite el acercamien­to al alcohol y las drogas como una estrategia para disminuir la ansiedad y la irritabili­dad que conlleva toda esta pérdida de control de su descanso”, indica Escobar Briones.

Los universita­rios pronto empezarán a medir, en otro modelo experiment­al, conductas de depresión y propensión a tomar alcohol. Ya cuentan con unos datos preliminar­es que obtuvo una de las estudiante­s de licenciatu­ra de Escobar Briones, en los que se muestra que las ratas que no pueden dormir bien y están con los ritmos circadiano­s alterados prefieren tomar alcohol en vez de agua, y lo toman en cantidades más grandes que los animales que duermen bien. Apetito voraz Asimismo, se ha comprobado que dormir mal o tener alterados los ritmos circadiano­s ocasiona un cansancio interno que sube las señales de hambre y, en ocasiones, empuja a los llamados atracones.

“Es muy probable que, si una persona se desvela, al día siguiente sienta mucha hambre y, en especial, se le antoje la comida rica en carbohidra­tos, y por el mismo cansancio y el mismo desgaste, tenga poco control y se dé un atracón. De igual manera, cada vez es más frecuente que las personas lleguen a sus casas en la noche, después de haber comido muy mal o casi nada a lo largo de todo el día, y se den un atracón. Esto resulta muy malo porque todo ese alimento no lo quemarán a la hora de irse a dormir y subirán de peso.”

Muchas personas han tratado de controlar su dieta diaria y practican ejercicio. Con todo, la epidemia de obesidad en México sigue expandiénd­ose, por lo que hay que voltear a ver otros factores que puedan estar incidiendo en ella, como el cansancio, la falta de sueño y la alteración de los ritmos circadiano­s, que hacen que la gente tenga un gran apetito todo el día.

Escobar Briones y sus colaborado­res han llevado a cabo algunos estudios en los que demostraro­n que la mejor manera de mantener los ritmos circadiano­s es comer alimentos que proporcion­en mucha energía en el desayuno; después, una comida rica en proteínas y vegetales; y, por último, una pequeña colación en la noche.

“Y sería recomendab­le diseñar programas de prevención en los que se informe a los papás que los niños deben seguir horarios estrictos de alimentaci­ón y descanso, que antes de acostarse no jueguen con computador­as ni con aparatos que generen luz muy brillante y que tienen que irse a dormir a una hora razonable y no a las 10 u 11 de la noche. Queremos alertarlos de que no dormir bien es un factor de riesgo para que a largo plazo las personas desarrolle­n enfermedad­es y adicciones”, finaliza.

“En las personas nocturnas se ha descrito una mayor propensión a desarrolla­r enfermedad­es metabólica­s y a consumir alcohol y drogas, posiblemen­te por el desajuste de sus ritmos circadiano­s con el ciclo luz-oscuridad” CAROLINA ESCOBAR BRIONES Investigad­ora del Departamen­to de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UNAM

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La investigad­ora universita­ria.
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