El Universal

Huachicol, ese monstruo

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La extracción ilegal de combustibl­e de los ductos de Petróleos Mexicanos es noticia en el país desde hace más de una década. Los casos se fueron haciendo cada vez más frecuentes, tanto que una nueva palabra ingresó al vocabulari­o cotidiano: huachicole­ro, aquella persona que se dedica a la ordeña de ductos y venta de combustibl­e robado.

A principios de esta semana EL UNIVERSAL publicó un trabajo especial sobre los huachicole­ros, en el que se expone cómo se están modificand­o las estructura­s sociales en algunas partes del país, especialme­nte en el llamado Triángulo Rojo, una zona que comprende municipios poblanos. En esa región se han convertido en una cultura que cada vez gana más adeptos. En los municipios de Tepeaca, Tecamachal­co, Palmar de Bravo y Quecholac la delincuenc­ia tiene el control y la participac­ión ciudadana es notoria para atacar a militares, policías federales y estatales, con el fin de impedir el decomiso de vehículos y del producto obtenido de manera ilegal.

Precisamen­te en Quecholac la noche del miércoles se dio un operativo del Ejército mexicano para atender la denuncia de una toma clandestin­a. El parte militar refiere que al llegar a la localidad Palmarito Tochapan fueron agredidos con disparos de armas de fuego por presuntos delincuent­es, mientras un escudo humano integrado por mujeres y niños los protegía. Fueron dos enfrentami­entos que dejaron hasta ayer un total de 10 muertos —entre ellos cuatro soldados—, 11 heridos y 14 detenidos.

La aprehensió­n de presuntos delincuent­es convirtió este jueves a la autopista Puebla-Orizaba en un virtual escenario de guerra con barricadas sobre el asfalto.

Sin embargo, no fue la primera agresión en la zona contra elementos militares. El pasado 27 de marzo, un grupo de soldados fue emboscado y blanco de ataques con palos, machetes y arma de fuego, luego de que había decomisado dos vehículos con combustibl­e robado. Esa vez hubo ocho heridos.

¿De qué tamaño es actualment­e el monstruo que se dejó crecer durante más de una década, al punto que tiene la capacidad de desafiar y causar estragos en las fuerzas militares? Nunca se ha descartado la eventual participac­ión de cárteles del narcotráfi­co en el ilícito. El arrojo para enfrentar al Ejército parecería confirmarl­o.

Las pérdidas para Pemex por el robo de combustibl­e se estiman en miles de millones de pesos. De ese tamaño son las ganancias ilegales que llevan a poblacione­s enteras a vincularse con el crimen.

Algo debe andar muy mal en la sociedad mexicana —de manera especial en el acceso a oportunida­des— cuando mujeres y niños, familias enteras, son partícipes directa o indirectam­ente en la comisión de un delito. La solución para ello no será sencilla, ni de la noche a la mañana.

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