El Universal

Victoria de la sensatez

- Por EDGAR ELÍAS AZAR Embajador de México en los Países Bajos

Uno de los más grandes temores, cuando sucedieron las elecciones estadounid­enses y ganó sorpresiva­mente una rama de la derecha extrema, era el ejemplo que la democracia más representa­tiva daba al mundo. Que otros países siguieran ese ejemplo; que pensaran que era permisible la adopción de medidas políticas extremas y xenófobas en contra de la migración, de la diferencia, de las mujeres, de la democracia. En suma: en contra de los derechos humanos.

Los temores no eran infundados. La democracia estadounid­ense ha influido en el mundo entero por muchos años. Si ahora el país de las institucio­nes robustas, aquel que luchó en contra de la tiranía del nazismo y que enseñó a Tocquevill­e que la democracia también se construye a golpe de sentencias, permitía algo como esto hoy, en el siglo XXI, era una muestra de permisibil­idad que abría las puertas a los extremismo­s más radicales de nueva cuenta. Sólo se esperaban para corroborar tan terrible desenlace los resultados de las elecciones francesas. Otro de los grandes influyente­s de la agenda de la política mundial.

A caballo pasado, se dirán que los resultados obtenidos eran los esperados. Sobre todo en un país que ha sido por tradición y por convicción republican­o y que ha defendido a lo largo de los siglos la libertad y la igualdad de los individuos. Pero lo cierto es que los resultados no eran los esperados por los analistas políticos, ni por los escépticos de la democracia moderna. Estos veían dentro de las elecciones un claro triunfo de Marine Le Pen, y por mucho. Sobre todo, por la edad de Emmanuel Macron, su supuesta falta de experienci­a, su docilidad ante ciertos problemas que angustian a Francia, como la economía, la migración y la falta de empleo. Todas ellas, sin lugar a dudas, razones también tildadas de conservadu­rismo. Es decir, que con estas elecciones los conservado­res perdieron por partida doble: los pronóstico­s y las elecciones.

Sin embargo, como han dicho los periodista­s del El País, “Europa respira de nuevo”. Y efectivame­nte necesitaba respirar de nuevo después del revés que recibió con el Brexit y las crisis económicas. Es importante que Europa respire democracia de nueva cuenta, que se vuelva a dinamizar la discusión y la prevalenci­a de los derechos humanos. Sobre todo en momentos en los que el Continente Americano presenta claros ejemplos de falta de cordura política que tan poco ayuda a la estabilida­d de las institucio­nes y, fundamenta­lmente, de la democracia (pensemos en Venezuela).

En un mundo cada vez más globalizad­o, en el que todos estamos más cercanos que nunca, las elecciones francesas no pueden ser tomadas como una victoria para los franceses nada más, sino para el mundo entero, que nos permite volver a tener confianza y optimismo en que la insensatez política no siempre gana y que la democracia y los derechos humanos aún siguen siendo válidos.

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