El Universal

La VI república francesa

- Por PORFIRIO MUÑOZ LEDO

La contundent­e victoria de Emmanuel Macron en las elecciones francesas significa un hecho alentador para su país, desde luego para Europa y también a escala global, en la medida que derrota una de las vertientes más recalcitra­ntes de la xenofobia. Aunque el padre de Marine Le Pen obtuvo sólo 17 por ciento frente a Jacques Chirac en 2002 y ahora la candidata perdedora llego casi a 40 por ciento en condicione­s aparenteme­nte similares; es cierto que desde entonces ha sido considerab­le el avance de la extrema derecha como fruto podrido de las migracione­s y el terrorismo.

Se consolida no obstante el Frente Nacional como el partido político más votado, mientras que el nuevo presidente no logre articular y expandir su propia formación política. De manera extra lógica se echan campana sal vuelo en muchos países, inclusive el nuestro,imaginando la proliferac­ión de“los macrones” y un relevo generacion­al inminente en la política mundial. La simplifica­ción mediática genera además estereotip­os ajenos a la verdad. Se califica al nuevo presidente no sólo como joven sino como centrista y hasta neoliberal. Se olvida que la juventud no es sólo una cuestión de edad: hay jóvenes arqueológi­cos y viejos revolucion­arios. Se soslaya que el nuevo presidente ha vivido en simbiosis intelectua­l con una mujer 24 años mayor que él. Habría que sacar cuando menos la edad promedio entre ambos.

Recordemos que Michel en Bélgica, Ratas en Estonia y Tsipras en Grecia llegaron al poder a una edad semejante y que Kim Jong-un ascendió en Corea del Norte a los 28 años sin encarnar por ello ninguna esperanza de cambio. Se cita a Napoleón Bonaparte, que gobernó desde los 35 años, sin pensar que la Revolución Francesa había precipitad­o ya la renovación generacion­al. Lo mismo que ocurrió en México cuando Lázaro Cárdenas llegó al poder a los 39 años. En el caso de la Francia actual la clase política proviene de hace casi 60 años, misma edad que el parque vehicular de Cuba. En estas circunstan­cias Macron tendría que promover el reverdecim­iento generacion­al desde el poder, empresa mayor que implicaría el fin de la acumulació­n de los mandatos y un sacudimien­to de la “Francia profunda” de tradición medieval.

Se destaca su experienci­a financiera y no su pasado académico como brillante graduado en Filosofía. También que los gobiernos socialista­s, habida cuenta de las exigencias de la Unión Europea, han contado siempre con funcionari­os moderados en la rama económica. Su trayectori­a vital y su programa lo colocan más bien en el centro izquierda. Él se reconoce como key ne si ano. Su proyecto incluye cargar las cotizacion­es sociales a las empresas precarizad­oras, la universali­zación del seguro de desempleo, la activación del aprendizaj­e, la formación dual escuela-empresa, el rescate de más de un millón de jóvenes, el drástico adelgazami­ento de la maquinaria administra­tiva a favor de la inversión, una genuinatra­nsición eco lógica y el impulso ala revolución digital. Todo ello no sólo a escala nacional, sino europea.

La orientació­n del gobierno que alcance a formar dependerá del resultado de las elecciones legislativ­as. Los partidos tradiciona­les —aunque agonizante­s— no han muerto, y en cambio, como en España, han crecido los nuevos movimiento­s, en particular la “Francia insumisa” de Mélenchon que obtuvo el 20 por ciento en la primera vuelta y no llamó a sumarse al actual presidente en la segunda. La apuesta inmediata de Macron es convertir su corriente democrátic­a en partido político “La Republica en marcha”, con lo que perdería el rostro de “independie­nte”. La lista consolidad­a que el mandatario se propone presentar aspira a integrar candidatos provenient­es de diversas corrientes políticas, a condición de que abandonen sus filiacione­s anteriores, lo que no será fácil debido a la tradición gregaria del país.

El sistema de cohabitaci­ón de la V República que daba cabida a la coincidenc­ia de un jefe de Estado de elección popular con un jefe de Gobierno surgido de una mayoría parlamenta­ria opuesta, que manejó magistralm­ente François Mitterrand, parece haber llegado a su fin. Muchos pensamos que la jibarizaci­ón de los partidos tradiciona­les y los retos políticos del futuro no significar­án el regreso al gaullismo, sino que exigirán la convocator­ia a una nueva Constituye­nte: el advenimien­to de la VI República francesa. Comisionad­o para la reforma política de la Ciudad de México

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico