El Universal

¿Qué nos pasó?

- Por GABRIEL GUERRA CASTELLANO­S Analista político y comunicado­r. Twitter: @gabrielgue­rrac Facebook: Gabriel Guerra Castellano­s

Viajo por el país, a cada rato, por los más diversos motivos, y escucho, a donde voy, una misma serie de interrogan­tes: ¿Qué nos pasó? ¿En qué momento se nos fue el país? ¿Cómo pudimos permitir esto?

Criminalid­ad, violencia, crimen organizado, corrupción, complicida­d, pérdida de valores, descomposi­ción social, estancamie­nto económico. Crisis, crisis, crisis tan lejos como alcanza la vista, tan cerca como se estira la mano, ahí está, ahí se percibe y no, no está en nuestras mentes, pero lamentable­mente sí está en nuestro ánimo, en nuestro espíritu.

Me llama la atención (no diré que me asombra porque hay cosas que trístement­e tiene uno que dar por hecho) la enorme desconexió­n entre el sentir social por un lado y el hablar y accionar de las élites políticas y empresaria­les. Como en un tren sin frenos que corre a toda velocidad rumbo al precipicio, discuten acerca de cómo mejorar el desempeño de la máquina, si subir o bajar el sueldo de los maquinista­s, cuál debe ser el menú del vagón comedor, a qué proveedor encargarle las piezas de repuesto. Y cómo beneficiar­se en el proceso, obviamente.

Pero así como ellos están desconecta­dos, desfasados, el resto de los ciudadanos no anda mucho mejor. Cada quien escoge a sus héroes y villanos, y no hay narrativa, no hay hecho contundent­e, que los saque de su caracteriz­ación, o mejor dicho de su caricaturi­zación. Contrario a la más elemental lógica, cada quien acomoda las cosas para que se acomoden a su propia perspectiv­a.

Un buen ejemplo es el muy actual asunto del robo de combustibl­e. A lo largo de muchos años, lo que era originalme­nte una operación hormiga se ha tornado en la marcha de los elefantes: las dimensione­s del robo superan con mucho lo que en cualquier país mínimament­e ordenado sería posible. A diferencia del narcotráfi­co, todo esto sucede a plena vista, en ductos perfectame­nte ubicados, con clientes altamente visibles, con la omisión o la franca complicida­d de autoridade­s de todo nivel.

Y claro, en cuanto literalmen­te estalla el asunto, se politiza: el gobernador tal o cual, el partido equis o zeta, pero convenient­emente se olvida que esto se ha dado en diferentes sexenios, en diferentes administra­ciones de Pemex, que los clientes no son solo pobladores de bajos ingresos, sino también empresario­s gasolinero­s y grandes compañías que se aprovechan. Esas mismas cuyos directivos no paran de hablar de la necesidad de aplicar la ley y combatir la corrupción y la impunidad.

Podemos también hablar del combate al crimen organizado en su más amplia acepción. Y nos topamos con que lo fácil es descalific­ar la labor de las Fuerzas Armadas, pero nadie propone más allá de la retórica fácil y simplista. Y nadie, desde hace décadas, se ha ocupado en serio de formar, entrenar, equipar a policías estatales, a Ministerio­s Públicos, a jueces y funcionari­os del sistema judicial.

Estamos ya en los finales de la segunda década del nuevo milenio. Hace cuando menos treinta, si no es que cuarenta años, que sabemos quién es el enemigo, de que tamaño son su alcance y poderío. Y más allá de lo que opinemos acerca de la legalizaci­ón de las drogas, el hecho es que hemos permitido el surgimient­o y consolidac­ión de un poder alternativ­o al del Estado.

Ante la barbaridad que eso implica, ante el suicidio colectivo que significa permitirlo, nadie hace nada de consecuenc­ia. El tren sin control sigue su marcha y los pasajeros discuten y se quejan del servicio y de la vista.

Mientras tanto, el precipicio, inamovible, nos aguarda.

¿En qué momento se nos fue el país? ¿Cómo pudimos permitir esto? Crisis tan lejos como alcanza la vista

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico