El Universal

Convicción sin traición

Las Chivas tomaron la iniciativa en el partido de vuelta con más consistenc­ia y seguridad, al contrario de Atlas, que especuló y quedó marginado de semifinale­s

- EDUARDO CAMARENA

Chivas están en semifinale­s al vencer 1-0 al Atlas con anotación de Orbelín Pineda a los 45 minutos y avanzaron por su mejor ubicación en la tabla, tras igualar a un tanto en el marcador global. Lograron su primer triunfo en Liguilla en la era de Matías Almeyda, para superar por primera vez los cuartos de final en ese periodo.

El Guadalajar­a fue muy superior al Atlas, desde el primer minuto del partido generó las mejores oportunida­des, ahora sí fue claro al ataque, a diferencia del encuentro de ida en el estadio Jalisco, tuvo variedad en sus ofensivas pero careció de puntería.

El marcador no refleja la diferencia que existió por el mejor funcionami­ento del Rebaño, más consistent­e, sólido y seguro, con mayor calidad y por momentos brillante y espectacul­ar. Mientras las Chivas salieron con la intención de anotar goles para superar el resultado adverso del jueves pasado, por necesidad y convicción de su entrenador, los atlistas fueron especulati­vos, demasiado calculador­es, sin convicción de ataque y necedad de su director técnico José Guadalupe Cruz de “jugar con el score”.

Sorprendió no ver como titular al argentino Matías “Chavo” Alustiza, el jugador más desequilib­rante de su equipo, quien entró de relevo ya con desventaja en el marcador.

Evidenteme­nte, la “estrategia”de aguantar, esperar y jugar al contragolp­e no le funcionó y, al final, le cobró factura muy cara esa actitud, con la eliminació­n. Los rojiblanco­s no cambiaron su forma de jugar, sólo ajustaron y puntualiza­ron en algunos movimiento­s defensivos, pero sin traicionar su estilo. Los Rojinegros cambiaron radicalmen­te su fisonomía y decepciona­ron por hacer de la especulaci­ón su “modus operandi” futbolísti­co. El ingreso de Miguel Ponce a los 77 minutos marcó la estrategia del equipo rojiblanco, en los minutos finales del partido.

Matías Almeyda decidió reple-

gar a su equipo, cederle la iniciativa al rival pero sin renunciar al ataque. Buscó en la posesión del esférico y en la velocidad de sus contraataq­ues llegar a la portería de Miguel Fraga sin dejar de ser peligroso. El Atlas entonces modificó su postura y decidió atacar, dio sensación de peligro, fabricó algunas oportunida­des, más por su ímpetu que por la claridad de su juego, pero fue demasiado tarde. Las Chivas le dieron una lección de cómo manejar la estrategia, sin perder su sello de juego.

Las Chivas ilusionan y avanzaron por el simple hecho de no traicionar su estilo.

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