El Universal

No más impunidad

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Javier Valdez Cárdenas, periodista y escritor, fue asesinado sin que se tenga conocimien­to de sus agresores ni del móvil del homicidio. Es el sexto periodista ultimado en lo que va de 2017, más de uno cada mes. Javier fue un cronista que daba seguimient­o a las actividade­s del crimen organizado en Sinaloa. Como varios más que buscan desenmasca­rar oscuros intereses, recibió a cambio disparos que lo dejaron sin vida.

El periodismo en México no tiene garantías para su ejercicio pleno. Nuestro país, sin estar en guerra, es el tercero más peligroso para los periodista­s a nivel mundial, solo detrás de Siria y Afganistán, de acuerdo con Reporteros sin Fronteras. Desde 2000 han muerto más de cien periodista­s en el territorio nacional, muchos de los cuales han estado detrás de investigac­iones delictivas sobre personajes de poder político y económico, así como del crimen organizado.

Según organizaci­ones civiles, 99.75% de los casos de reporteros asesinados no han sido aclarados. Impunidad total. Además, la mitad de quienes amenazan a la prensa son funcionari­os públicos. Así pues, los enemigos de la libertad de expresión en México se ubican tanto en oficinas de gobierno como entre los distintos grupos del crimen organizado.

La fortaleza institucio­nal no alcanza para garantizar la seguridad de los periodista­s mexicanos. Es claro que la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (Feadle), pertenecie­nte a la Procuradur­ía General de la República (PGR), es por lo menos insuficien­te para evitar que persistan las amenazas, el acoso y los asesinatos a miembros de la prensa.

En muchas zonas del país los periodista­s se enfrentan a la violencia estructura­l que promueve el crimen organizado; es en esas regiones en donde la incapacida­d, omisiones y hasta complicida­d de las autoridade­s ponen en riesgo la actividad informativ­a, con los resultados conocidos hasta ahora. Un periodista o un medio con informació­n que denuncia la actividad de políticos y empresario­s corruptos, así como de criminales, necesita la protección debida. Eso en México hoy no existe.

El periodismo, entre otras cosas, ejerce contrapeso­s hacia los abusos de poder, la corrupción y la impunidad. La prensa, en todo caso, responde al interés público más profundo de una sociedad. Este gremio hoy en México requiere menos solidarida­d discursiva y sí más medidas desde los gobiernos que permitan el pleno ejercicio de la libertad de expresión sin miedo, sin cortapisas.

Que termine la dolorosa impunidad de quienes han asesinado periodista­s, que no se imponga la tentación del silencio. Si la prensa calla frente a los abusos del poder, cualquiera que sea, en el fondo se habrá enterrado uno de los derechos más sagrados de la nación entera, el de la libertad de expresión.

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