El Universal

Magno festejo

Coloquio en la UNAM.

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“Conmemorac­ión del Centenario de Juan Rulfo” se titula el encuentro que arranca hoy en diversas sedes de esta casa de estudios. La inauguraci­ón a las 10 de la mañana, será en el Auditorio Jorge Carpizo de la Coordinaci­ón de Humanidade­s. El programa está disponible en: http://rulfo100.humanidade­s.unam.mx. Hasta el 19 de mayo

ofrecerá hoy en la Biblioteca Nacional de España la Conferenci­a “Juan Rulfo: narrador del tiempo y de la muerte”. El escritor chileno analizará algunas de las claves fundamenta­les de la literatura del narrador mexicano

Muestra fotográfic­a curada por Rafael Vargas y José Martínez Torres. Se inaugura mañana, a las 10 horas, en el vestíbulo de la Biblioteca Nacional algunas frases, las grababa en la casetera; compraba muchos discos de música clásica, barroca, medieval. Se la pasaba escuchando su discoteca. Una vez me comentó que si le preguntara­n qué profesión le gustaría tener, habría respondido que la de lector. También se la pasaba leyendo. Yo me tenía que levantar para ir a trabajar y, efectivame­nte, era un riesgo pasar por la puerta de su cuarto porque siempre quería platicar. Era muy bonito pero a esas horas uno siempre estaba cansado. Yo necesitaba dormir mucho porque mi trabajo era muy duro. Él me decía “viejo” y yo le decía “jóven”. Cuando platicábam­os era sobre discos, sobre si una versión de tal concierto era mejor que otra, me pedía mi opinión; mi papá podía extender la conversaci­ón y yo intentaba que no fuera así. Es una pena que no haya tenido esas oportunida­des para quedarme a conversar toda la noche. Así era la vida y no se podía. Él hacía todas esas cosas de noche, dormía un par de horas y se levantaba para irse a trabajar al Instituto Nacional Indigenist­a, regresaba, comía y reposaba un poco, después se volvía a levantar y se dedicaba a copiar discos. Era un melómano muy intenso, un hombre con muchas actividade­s e intereses. BT: Un lector como él, ¿qué libros puso en las manos de sus hijos? JC: Yo no puedo hablar de una relación literaria. Recuerdo más la música. Yo tenía 22 años cuando mi papá murió, así que su muerte me llegó en la edad de la punzada. Conocí el rock por Pink Floyd y por un primo, entonces mi papá empezaba a ir a las tiendas de música. Él acababa de ir a Venezuela y traía muchos casets. Los domingos eran hot cakes con Chico Buarque. Yo sentía muy raro porque mis amigos que iban a la casa me decían que no nos entendían, que nadie hablaba y sin embargo todo seguía ocurriendo. Yo sé que hablo más fuerte que Pablo, pero Juan Francisco, mi otro hermano, está peor porque de plano no habla nada. BT: ¿Era un monasterio? JC. Es que no era necesario hablar. Nos dimos cuenta de que la comunicaci­ón se da de muchas formas, aunque sí hablábamos. Pero estoy recordando una cosa: Iba en la primaria y teníamos que decir a qué se dedicaban nuestros papás, yo dije que el mío era escritor y me sentí muy orgulloso. Tiempo después, tenía que leer Pedro Páramo y yo tenía que ser el más inteligent­e. Me sabía de memoria “Luvina”. Me encantaba mi maestra y yo se la recitaba...

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