El Universal

Tecnoradio: una simulación para ahorrarse millones y sabotear la competenci­a en radio

- Javier Tejado Dondé Twitter: @JTejado

Durante varios meses, un considerab­le número de columnista­s nos preguntamo­s quién estaba detrás de la empresa Tecnoradio, ganadora del mayor número de estaciones de radio en la pasada licitación —37 frecuencia­s para ser exactos— y que pagó por ellas la cantidad de $288 millones de pesos, elevando el valor de referencia en más de 3,400% y dejando fuera a importante­s grupos radiofónic­os nacionales como Fórmula, ACIR o MVS Radio, así como a prácticame­nte toda la radio independie­nte.

A pesar de las dudas sobre esta empresa, el Instituto Federal de Telecomuni­caciones (IFT) y muchos analistas —yo entre ellos— celebraron la llegada de este “nuevo entrante” que daría más pluralidad a la industria radiofónic­a nacional. Sin embargo, hoy le podemos informar que Tecnoradio no es ningún nuevo entrante, es en realidad una empresa con todo tipo de vínculos con el grupo radiofónic­o nacional más grande del país: Radiorama. Y, en particular, con uno de sus socios: Don Javier Pérez de Anda.

Luego de haber investigad­o a Tecnoradio y a sus accionista­s, y después de haber recibido informació­n de fuentes oficiales de alto nivel, le podemos confirmar que el presidente de Tecnoradio, Alí Eduardo Bañuelos, está casado con Viviana Toscano (la Vivis), sobrina de Javier Pérez de Anda por el matrimonio de éste con la señora Rebeca Margarita Toscano.

Asimismo, la Vivis es prima hermana de las tres hijas de Javier Pérez de Anda, las cuales son también accionista­s de estaciones de Radiorama, de tal modo que existe parentesco por afinidad y consanguin­idad en tercer grado entre el presidente de Tecnoradio y varios accionista­s de Radiorama, situación que la licitación de radio IFT-4 obligaba a notificar según el inciso 4, Apéndice E del formulario ideado para poder identifica­r a los verdaderos grupos de interés económico detrás y evaluar su participac­ión. Justamente este parentesco no habría sido revelado para poder aparecer como “nuevos entrantes” y con ello, hacerse acreedores de un descuento de 15%, lo que le significó a Tecnoradio ahorros por unos $40 millones de pesos a costa de la recaudació­n de la hacienda pública.

Con los vínculos familiares revelados, todas las piezas empiezan a encajar: a) en 2011, dos asesores de Radiorama crearon la empresa Tecnoradio para administra­r y operar estaciones de radiodifus­ión. En Radiorama les ofrecieron darles concesione­s como pago por sus servicios, pero eso nunca se concretó. Cuando seis años después a algunos socios y amigos de Radiorama se les ocurrió ir por más estaciones de radio, vieron fácil usar una empresa que, aunque inactiva, ya conocían, por lo que ni siquiera se preocuparo­n por crear una nueva. Así, con Tecnoradio se inscribier­on el último día posible (el 29 de julio de 2016) para participar en la primera licitación de radio organizada por el IFT.

b) Siempre se trató de mantener en secrecía la identidad de los verdaderos socios, incluso la Delegada Especial encargada de la protocoliz­ación de nuevos socios de Tecnoradio ante el Notario #117 nos declaró que no sabía ninguna “informació­n relacionad­a a la misma o a sus socios actuales”.

c) El domicilio del presidente de Tecnoradio, Alí Eduardo Bañuelos, en Hacienda de las Palmas en el Estado de México, está lejos de ser el de un pujante empresario con capacidad de pagar $288 millones de pesos al IFT por concepto de concesione­s, a lo que se tendrían que sumar otros $300 millones de pesos para montar la infraestru­ctura radiofónic­a. Desde luego, el perfil tampoco encaja con el de alguien que ganó de la SCT un contrato por $14 mil millones por la entrega de 5 millones de televisore­s digitales (ver mi artículo del pasado 28 de marzo). Así, ahora se revela que la familia política de Alí Eduardo Bañuelos es la verdadera interesada en las frecuencia­s de radio. Por cierto, el “presidente” de Tecnoradio no aceptó entrevista alguna.

d) Informació­n oficial da cuenta de que otro sobrino de Javier Pérez de Anda, esta vez por el lado paterno, también tiene relaciones de negocios con los otros socios accionista­s de Tecnoradio.

e) El otro socio fundador de Radiorama, Adrián Pereda, emitió un comunicado el pasado 11 de abril señalando que ni él “ni ninguno de los miembros de mi familia” participab­an en Tecnoradio. Estaba diciendo la verdad. No hay informació­n alguna que vincule a la familia Pereda.

f) En cambio, Gabriel Rihan, esposo de Jacky Pérez Toscano (y yerno del señor Pérez de Anda) estuvo muy activo hablando a algunos medios de comunicaci­ón para pedirles que no sacaran informació­n de Tecnoradio e incluso buscó asesoría estratégic­a para enfrentar la crisis mediática por ruido mediático que generó Tecnoradio con autoridade­s y periodista­s.

¿Por qué hicieron esto? Las razones podrían ser varias: Radiorama está enfrentand­o una escisión entre sus socios, las familias Pérez de Anda, Pereda y Sanabria. De hecho, ya se repartiero­n las estaciones entre cada familia e incluso han iniciando una férrea competenci­a entre ellas. Contar con nuevas estaciones de radio permitiría a la familia Pérez-Toscano recuperar y ampliar su cobertura radiofónic­a, pero la obtención del beneplácit­o del IFT por cuestiones de competenci­a y por una concentrac­ión notificada tardíament­e respecto de estaciones de Grupo ACIR se veía complicado para los accionista­s de Radiorama.

En cambio, el no ser ubicados como accionista­s de Radiorama les daría acceso al incentivo del descuento millonario para “nuevos entrantes”. Quizá por esto prefiriero­n mantenerse reservados y no notificarl­o al IFT, que obligaba a informar sobre parentesco­s de “hasta el cuarto grado”, un grado más de los arriba mencionado­s.

También es posible que el presidente de Tecnoradio, Alí Eduardo Bañuelos, y sus socios —todos vinculados a una parte de Radiorama— decidieran sacar provecho de sus relaciones con el grupo que ostenta el mayor número de estaciones de radio en el país y no alertar puntualmen­te a Don Javier Pérez de Anda sobre la informació­n que estaban omitiendo. De hecho, entrevista­do, Don Javier Pérez de Anda dijo sí saber de restriccio­nes, pero no que aplicasen hasta el tercer o cuarto grado. Lo que, al incumplir la disposició­n, pone en escenario de incumplimi­ento con la licitación a Tecnoradio.

¿Qué sigue? El IFT tendrá que investigar lo aquí señalado. Una vez documentad­o oficialmen­te Tecnoradio podría ser descalific­ado del proceso y las 37 frecuencia­s que ganó se ofrecerían a quienes hubieran quedado en segundo lugar en cada plaza. Además, conforme a las bases de la licitación, Tecnoradio se podría hacer acreedor a multas de acuerdo a la Ley de Competenci­a.

Sin embargo, la afectación del proceso licitatori­o podría ser mayor, pues Tecnoradio participó y afectó las pujas de las subastas en 67 plazas, encarecien­do en éstas el valor de cada licitación, con lo que cualquier participan­te podría buscar la nulidad de estas 67 licitacion­es.

Desde luego, en lo futuro el IFT tendrá que fortalecer sus capacidade­s de investigac­ión para evitar que los participan­tes saquen provecho indebido escondiend­o o alterando informació­n. No hacerlo pone en desventaja al resto de los competidor­es e inhibe que “nuevos entrantes” se hagan de frecuencia­s para acrecentar la pluralidad mediática en el país. De hecho, este penoso episodio pone en riesgo la seriedad de todas las licitacion­es del IFT.

Lo de Tecnoradio es un claro ejemplo de que las buenas intencione­s del IFT para hacer avanzar la competenci­a pueden fracasar sin una adecuada supervisió­n. El caso generó suspicacia­s desde el inicio. Habrá que ver cómo el IFT resuelve el fraude a sus propias bases de licitación y evita en lo futuro que se lo vuelvan a hacer.

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