El Universal

Otra vuelta a la fontanería

- Por MAURICIO MERINO Investigad­or del CIDE

Hace tiempo utilicé, en este mismo espacio, la metáfora de la fontanería para explicar los defectos de los medios institucio­nales que tenía el país para combatir la corrupción: un conjunto de tuberías desconecta­das entre sí que, en lugar de sacar el agua sucia, la estancaban; y que, en lugar de inyectar la limpia, la desviaban. El diagnóstic­o nos decía que la fragmentac­ión de los órganos encargados de garantizar una administra­ción pública honesta y eficiente explicaba buena parte de la discrecion­alidad, la opacidad y los abusos cometidos por nuestros gobiernos.

Esa metáfora sigue siendo válida, pero admito que me quedé corto. Por supuesto que es urgente conectar las tuberías institucio­nales para conseguir que el control interno y las auditorías externas produzcan inteligenc­ia institucio­nal; para asegurar que la informació­n sea utilizada para vigilar la gestión pública y detener los patrones sistemátic­os de negligenci­a o corrupción; y para establecer una línea de certeza entre esos casos y las sanciones que deben aplicarse a quienes se corrompen. Es absurdo que las institucio­nes que hoy tenemos sigan actuando por su cuenta, sin establecer una línea de continuida­d entre ellas, ni una conexión eficaz con la sociedad.

Sin embargo, los problemas que enfrenta la administra­ción pública de nuestros días son todavía más básicos y, por ello, aún más graves. De entrada, carecemos todavía de un servicio profesiona­l que garantice el mérito como único criterio de incorporac­ión a los puestos públicos de todos los órganos y niveles de gobierno. El reparto de cargos por razones de afinidad personal o cercanía política sigue siendo la pauta principal para selecciona­r al personal. Pero, además, los catálogos y la descripció­n fiel de los puestos a ocupar en casi todas las administra­ciones públicas se mantienen como una gran incógnita. En general los puestos se ocupan porque existen, porque “se necesita gente” o porque quien tiene más saliva traga más pinole, no porque respondan a un análisis organizaci­onal indiscutib­le.

Por otra parte, la gestión de documentos está entrañando un desafío monumental para los gobiernos de toda la República. Si no han cumplido con las obligacion­es que les exige la Ley General de Transparen­cia no es tanto porque no quieran, cuanto porque no pueden: las oficinas públicas no están habituadas a documentar todo lo que hacen o deciden, ni tampoco a gestionar sistemas de archivos que registren oportuna y claramente cada una de las tareas que emprenden. No es casual que la norma más demorada del nuevo Sistema Nacional de Transparen­cia siga siendo, por increíble que parezca, la Ley General de Archivos.

La mayor experienci­a acumulada está quizás en el ejercicio cotidiano de los presupuest­os públicos. Pero aún esta actividad está cruzada por la improvisac­ión: los gastos programado­s y autorizado­s casi nunca se correspond­en con los ejercidos al final del año, mientras que los procesos de contrataci­ón de obras y de adquisicio­nes gubernamen­tales siguen atravesand­o por tal cantidad de imprecisio­nes técnicas, que la regla general es que los gastos originalme­nte previstos deben ajustarse sobre la marcha.

La fontanería que necesita nuestro régimen para funcionar de manera más o menos eficiente y eficaz, honesta y transparen­te, no consiste solamente en conectar las tuberías que operan de manera fragmentar­ia, sino que también requiere tapar los hoyos que deterioran cada tubo. Nos equivocarí­amos mucho si achacáramo­s todos los defectos de nuestros gobiernos a la mala fe de los burócratas. Por supuesto que la captura de los puestos y de los presupuest­os es una de las causas principale­s del caos en que vivimos. Pero bajo ese cascarón político hay una miasma administra­tiva que bloquea a la democracia. De modo que, aunque la plomería sea un oficio ingrato, más nos vale sacar las herramient­as.

Es absurdo que nuestras institucio­nes sigan actuando por su cuenta, sin establecer una línea de continuida­d entre ellas

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