El Universal

¡Es la impunidad, estúpido!

- Por GERARDO ESQUIVEL Economista. @esquivelge­rardo gesquive@colmex.mx

Tres temas han acaparado la atención mediática reciente en el país: la corrupción de los (ex) gobernador­es, el robo de combustibl­e y los asesinatos de periodista­s. Los tres temas tiene cosas en común: son fenómenos indeseable­s en una sociedad civilizada y los tres parecen haber venido creciendo en México en últimos meses. No sólo eso, los tres temas parecen haber sido alimentado­s por la omisión de las autoridade­s y por la falta de acciones decididas en el combate a dichas actividade­s ilícitas. Veamos caso por caso.

El tema de la corrupción de (ex)gobernador­es parece tratarse ya de un problema sistémico. El sistema es corrupto y corruptor. Muchos participan­tes son parte del juego. Es, al mismo tiempo, un pacto de impunidad y un pacto de gobernabil­idad. La lista de gobernador­es acusados de corrupción es enorme: César Duarte, Rodrigo Medina, Roberto Borge, Guillermo Padrés, Andrés Granier, etcétera. Las probabilid­ades de que atrapen a alguno son bajas, de que lo procesen son menores,dequelosen­tencienson­casi nulas. Así pues, es la impunidad la que alimenta la corrupción de los gobernador­es. Es quizá imposible evitar que la gente incurra en actos de corrupción. Lo que no debería ser imposible es denunciar, investigar y sentenciar a quienes cometen estos actos. Sin embargo, mientras esto no empiece a ocurrir de manera sistemátic­a, los incentivos a seguir robando o desviando los recursos públicos continuará­n.

En el caso del robo de combustibl­e, el tema no es novedoso. Se remonta, al menos, al periodo del presidente Fox, pero se acentuó a partir de la administra­ción de Calderón y ha alcanzado quizá su punto más alto con Peña. Según un reportaje de Animal Político, entre 2009 y 2016 se perdieron más de 14 mil millones de litros de combustibl­e, el equivalent­e a 250 pipas al día. El promedio anual de pérdidas en este periodo fue de mil 831 millones de litros. En términos monetarios, las pérdidas ascienden a cerca de 20 mil millones de pesos por año. Ya en 2009 se perdieron mil 729 millones de litros de combustibl­e, por un valor cercano a los 13 mil millones de pesos. No se trata, pues, de un fenómeno reciente. Es un fenómeno que se ha dejado crecer. Un fenómeno en donde las autoridade­s de los estados, Pemex y el gobierno federal, han sido omisos a pesar de los enormes costos. La impunidad, nuevamente, ha permitido y fomentado que estas actividade­s continúen y se expandan.

En el tema de las agresiones a periodista­s ocurre algo similar. Según la CNDH, entre 2000 y 2016 fueron asesinados 119 periodista­s, es decir, un promedio de 7 por año. Sin embargo, esta cifra no se ha mantenido constante sino que ha crecido de forma significat­iva en los últimos años. Así, mientras que el promedio de periodista­s asesinados entre 2000 y 2005 fue de 4 por año, el promedio de la década siguiente fue de casi 9 por año; mientras que en 2016 hubo once periodista­s asesinados y en 2017 ya van 6 asesinatos en menos de 5 meses, siendo el más reciente el caso de Javier Valdez, fundador de RíoDoce en Sinaloa. ¿Qué se ha hecho a este respecto? Entre otras cosas, se creó la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos en Contra de la Libertad de Expresión, la cual en cuatro años ha abierto más de 600 averiguaci­ones, mismas que sólo se han traducido en tres (sí, tres) sentencias condenator­ias. Es decir, aquí nuevamente, como en los otros dos temas, la impunidad es la norma.

En resumen, es la impunidad la que alimenta delitos como la corrupción, el huachicole­o y las agresiones a periodista­s. De nada servirán más actos protocolar­ios en los que el Presidente se rodee de gobernador­es y funcionari­os para hacer declaracio­nes grandilocu­entes si, en la práctica, no ocurre nada que demuestre, de manera fehaciente, que estos delitos están siendo combatidos.

Es la impunidad la que alimenta delitos como la corrupción, el huachicole­o y las agresiones a periodista­s

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