El Universal

Pesos y contrapeso­s

- Por JUAN FRANCISCO TORRES LANDA R.

Cumplidos los 100 días de la presidenci­a de Trump en EU, quizá lo más interesant­e es lo poco que realmente ha sucedido. Muchas de las más preocupant­es propuestas electorale­s naufragaro­n. La razón no fue que el señor Trump hubiera perdido ímpetu, sino que se vio imposibili­tado para desplegar sus excesos debido a la existencia de controles institucio­nales. En la especie, autoridade­s judiciales y el Congreso de EU evitaron, por ejemplo, que se pudiera aplicar el decreto de restriccio­nes migratoria­s y la abrogación de la legislació­n en materia de salud (Obamacare), respectiva­mente. Límites legales restringie­ron que decisiones irracional­es o antijurídi­cas vieran la luz.

La reflexión es pertinente para determinar si esas mismas herramient­as están vigentes en nuestro país. La realidad es que con los pies en la tierra no podemos afirmar que en México existan los balances que restrinjan potenciale­s abusos del Ejecutivo federal. No lo ha sido en el pasado y no lo será en el futuro previsible. Lo preocupant­e es que en la teoría sí existan las institucio­nes que deban ser esos contrapeso­s y, sin embargo, en los hechos no cumplen sus funciones. Lejos de establecer fronteras a las decisiones del Presidente, esas institucio­nes se han vuelto sus cajas de resonancia.

De entrada tenemos a los otros poderes de la Unión, el Legislativ­o y el Judicial. En el caso del Congreso, la filiación y disciplina partidista se traduce en que no se gestionan la discusión profunda entre los legislador­es, sino más bien se ven rounds de sombra que finalmente resultan en la imposición en ambas.

Por lo que hace a los jueces, el control se ejerce a través de una red de complicida­des y favores que se extiende hasta la misma Suprema Corte de Justicia de la Nación.Unamosaest­erubrolaex­istencia de “operadores” (abogados corruptore­s del sistema) y el control es absoluto.

Ese mismo fenómeno de cooptación vertical, aunado a la supuesta renovación (más bien relanzamie­nto y eliminació­n de estructura y experienci­a previa), se tiene claramente en institucio­nes como: Cofece, IFT, INE, Inai, Inegi y otras más (y se amenaza en hacer lo propio con el Banco de México, el último gran bastión de independen­cia y autonomía).

La ausencia de pesos y contrapeso­s en el contexto nacional no es algo insignific­ante. Al ver lo que ha sucedido en estos tres meses recientes en EU, las alarmas deberían estar sonando con absoluta energía para destacar que en México no tenemos los candados que puedan contener los extremos de quien hoy ocupa la primera magistratu­ra en el país, y sobre todo de quien pueda llegar en 2018 a dicha responsabi­lidad.

El escenario es doblemente preocupant­e si agregamos el ingredient­e de no contar en nuestro país con un filtro de excesos como lo es la segunda vuelta en la elección presidenci­al.

Tenemos poco más de un año para llegar a los comicios de 2018. Con la responsabi­lidad y seriedad que el caso amerita, deberíamos como nación generar una agenda de fortaleza institucio­nal que mejore nuestras capacidade­s en el tema de pesos y contrapeso­s. En este rumbo los ejemplos que vienen como las designacio­nes del fiscal general de la República y el fiscal anticorrup­ción son importantí­simos, ya que deberían gozar de la independen­cia, autonomía y experienci­a necesarias.

Estamos así en una fase definitori­a de si en nuestro país tendremos las mejores herramient­as para mantenerno­s dentro de un cauce de racionalid­ad y Estado de Derecho en los tiempos por venir. La diferencia puede ser el saber si nuestro país puede resistir embates como ha sucedido en EU y seguir en la ruta de las libertades y la construcci­ón de oportunida­des y crecimient­o económico, o si por el contrario podríamos llegar en un extremo a acercarnos a lo que tristement­e es el destino venezolano. Tenemos poco tiempo para crear las condicione­s que nos orienten hacia uno u otro destino. Urgen reales pesos y contrapeso­s. No podemos darnos el lujo de los extremos o la improvisac­ión.

La realidad es que no podemos afirmar que en México existan los balances que restrinjan potenciale­s abusos del Ejecutivo federal

Secretario General de México Unido Contra la Delincuenc­ia

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