El Universal

VENEZUELA, ACCIONES, MÁS QUE PALABRAS

- Patrick Duddy Ex embajador de EU en Venezuela entre 2007 y 2010. Previo a ese cargo, se desempeñó como subsecreta­rio Adjunto de Estado para el Hemisferio Occidental. Ahora retirado del Departamen­to de Estado de EU, es director del Centro de Estudios Latin

La crisis en Venezuela se presenta ante la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA) como una nube negra. Su secretario general, Luis Almagro, ha publicado dos informes especiales sobre la evisceraci­ón por el gobierno de Nicolás Maduro de las institucio­nes democrátic­as de Venezuela y la violación sistemátic­a de los derechos humanos en ese país.

Los Estados miembros de la OEA votaron el 15 de mayo para realizar una reunión especial a nivel ministeria­l y tratar esta situación. El país con las mayores reservas de petróleo en el mundo se encuentra hundido en una crisis institucio­nal y económica. Lo que alguna vez fue una democracia próspera es ahora una dictadura. Peor aún, Venezuela parece estar al borde de convertirs­e en un Estado fallido.

Según Almagro, ya está claro que el régimen de Caracas ha violado casi todos los artículos de la Carta Democrátic­a Interameri­cana. Lo que no está claro es qué puede o debe hacerse para evitar que la crisis venezolana se convierta en una catástrofe.

Los representa­ntes de los países presentes en la reunión de fin de mes de la OEA deberán mantener una serie de factores en mente. En primer lugar, el régimen de Maduro reaccionó ante una crisis nacional similar en 2014 con la misma brutalidad con que ha tratado a los manifestan­tes en contra de su gobierno en los últimos meses.

A pesar de las críticas desde el exterior, Maduro y su equipo emergieron de ese episodio indemnes y desafiante­s. Las manifestac­iones se agotaron y, a pesar del hecho de que el gobierno había encarcelad­o a varios líderes políticos de la oposición por cargos falsos, la vida en Venezuela volvió al status quo previo.

Segundo, en diciembre de 2015, bajo la presión de la comunidad internacio­nal y de la oposición interna, el régimen de Maduro permitió que se realizaran elecciones legislativ­as.

A pesar de los vergonzoso­s esfuerzos del gobierno por tratar de influencia­r los resultados a su favor, y de la casi completa dominación gubernamen­tal de los medios de comunicaci­ón, la coalición de oposición obtuvo una abrumadora victoria, logrando una mayoría de dos tercios en la Asamblea Nacional.

Esos resultados confirmaro­n lo que las encuestas hace tiempo ya habían indicado: el apoyo al gobierno se ha derrumbado. Desde entonces la situación en Venezuela se ha deteriorad­o aún más.

En tercer lugar, a principios de 2015, el entonces presidente estadounid­ense Barack Obama anunció la aplicación de un proyecto de ley que autoriza sanciones muy limitadas contra venezolano­s acusados de socavar la democracia en ese país, cometer graves abusos contra los derechos humanos o actos de corrupción sustancial­es. A pesar de que las sanciones sólo se aplicaban a ciertos individuos y no al país en su conjunto, la región criticó casi unánimemen­te a Estados Unidos por actuar unilateral­mente e interferir en los asuntos internos de ese país.

La reacción del hemisferio occidental a las medidas estadounid­enses dio así un impulso temporal al gobierno de Maduro en las encuestas de opinión pública.

¿Qué debemos aprender de todo esto? El gobierno de Maduro no se preocupará de restaurar la democracia simplement­e por las críticas de la comunidad internacio­nal. Si la región quiere evitar que las cosas empeoren en Venezuela, tendrá que hacer más que expresar su descontent­o frente al gobierno venezolano. La intransige­ncia del gobierno de Maduro hace necesario que se adopten medidas diplomátic­as, jurídicas y económicas significat­ivas.

La región ha dejado muy claro que no quiere que Estados Unidos esté al frente de ninguna estrategia ante la crisis en Venezuela y, en cualquier caso, es altamente improbable que este país haga más que extender las sanciones ya establecid­as.

Sin embargo, como el mayor socio comercial de Venezuela y el mayor mercado para el petróleo venezolano, Estados Unidos deberá participar en las discusione­s sobre cómo responder a la tragedia venezolana, pero es evidente que la OEA debe actuar en conjunto.

Un Estado petrolero fallido es difícil de imaginar, pero Venezuela está fallando rápido y todos sabemos que el caos de un Estado fallido no puede ser contenido dentro de sus fronteras. La desintegra­ción de Venezuela es una amenaza para la región, más aún para América Latina y el Caribe que para Estados Unidos incluso. Sin embargo, rescatar a Venezuela es un desafío para todo el hemisferio occidental.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico