El Universal

Una buena dosis de autoridad

- Por EDNA JAIME

No hay sistema de justicia que pueda procesar 24 mil muertes violentas en un año. Ese es el número al que nos podemos acercar si la tendencia del primer trimestre se sostiene en el resto del año. El problema es enorme porque es circular: una muerte no esclarecid­a y no sancionada manda una señal de debilidad estatal que refuerza el ciclo de la violencia. Pero hay un efecto adicional. Asesinatos no esclarecid­os nos mantienen en la ignorancia sobre el fenómeno de la violencia en el país. Cuando se nos pregunta cuáles son los precursore­s de tan altos niveles de violencia contestamo­s, convencido­s, que son las actividade­s del crimen organizado. La verdad es que tenemos muchas conjeturas y pocas certezas. No hay manera de entender las dinámicas de la violencia si la abrumadora mayoría de homicidios queda sin investigar­se.

Por eso levantar la eficacia de las institucio­nes de justicia penal, particular­mente las de la procuració­n de justicia, resulta central para tratar de resolver la ola de violencia que viene de nuevo y viene con fuerza. Lo es por una cuestión de justicia para las víctimas y de salud para nuestra nación, pero también porque el Estado mexicano no puede seguir siendo vapuleado. Es el hazmerreír de criminales que segan la vida de otros con una probabilid­ad cercana a cero de ser llevados a la justicia y procesados por sus actos.

Ana Laura Magaloni comenzaba uno de sus estudios sobre justicia mexicana con una imagen muy precisa: decía que la procuració­n de justicia es un auto viejo y desvalijad­o que queremos poner a correr en la carretera de nuestro tiempo. Y sí, el aparato de investigac­ión criminal del Estado mexicano en sus distintos ámbitos no funciona. Fue creado para el control político, para la persecució­n del enemigo y la protección del amigo, por eso nunca desarrollo las capacidade­s de investigac­ión profesiona­l. Y aunque hemos querido ponerlo al día con las reformas de carácter penal que se aprobaron en el país en el 2008, las inercias y la falta de recursos materiales y humanos son difíciles de remontar.

Las líneas anteriores dan pie para mencionar algunos hallazgos de la investigac­ión que un grupo de académicos realizó sobre la operación del sistema de justicia en el Estado de México para los años 2010 y 2014, ya bajo el modelo de justicia reformado (esta investigac­ión fue publicada por México Evalúa y se encuentra disponible en su página). Estos hallazgos son reveladore­s. En principio revelan que el aparato de justicia del estado está volcado en la atención de delitos menores, robos la mayoría de ellos, cometidos por individuos jóvenes en solitario y por primera vez. Esto es, el país enfrenta niveles de criminalid­ad de alto impacto preocupant­es, pero a decir de esta investigac­ión, los recursos institucio­nales están puestos en el delito menor. Quizá esto no sea producto de una decisión deliberada de política criminal, sino de lo que la procuració­n de justicia puede dar. Y no da para investigac­iones complejas como lo demuestra el hecho de que la gran mayoría de los casos que ingresan al sistema son derivados de detencione­s en flagrancia. Son muy pocos los casos que se imputan luego de una investigac­ión.

Transcurri­rán años antes de que ésta y otras procuradur­ías puedan mostrar músculo y resolver casos complejos. Pero es muy necesario que empiecen a tener algunas victorias. Empezar a despojar al Estado y sus procuradur­ías de su mal nombre, del sino del “no se puede” y comiencen a ganar respeto de quienes los desafían. Que el efecto disuasivo de la eficacia de la justicia penal sea un componente de la estrategia para contener la violencia.

En lo que resta de esta administra­ción bien harían nuestros gobernante­s en poner su capital político y recursos institucio­nales en esclarecer asesinatos de gran significad­o. Todas las vidas cuentan igual, sin duda, y todas las vidas cegadas violentame­nte deberían recibir justicia. Pero nos urge comenzar por algo y hacerlo de manera contundent­e. Necesitamo­s una buena dosis de autoridad.

Bien harían nuestros gobernante­s en poner su capital político y recursos en esclarecer asesinatos de gran significad­o

Directora de México Evalúa. Twitter: @EdnaJaime @MexEvalua

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