El Universal

PAN-PRD: pragmatism­o electoral vs. valores y principios

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Las ideologías en México están muriendo. El pragmatism­o las diluye rápidament­e. Los principios y programas que cada partido esgrime son meros enunciados propagandí­sticos. Únicamente les sirven para justificar su presencia y su actuación. Y desde luego, para mantener los extraordin­arios beneficios económicos que pagan los contribuye­ntes y de los cuales se benefician especialme­nte sus líderes.

Vinculados en grotescas alianzas institucio­nales con la mascarada de democratiz­ar al país, pluralizar­lo y liberarlo del lastre partidista más antiguo que hay, el PAN y el PRD proponen formar un bloque opositor a éste, o sea el PRI, con argumentos sumamente cuestionab­les.

Aseguran que en algunos estados las alianzas de la extrema derecha y la extrema izquierda han sido “exitosas”. Ahora mismo, van juntos en la competenci­a del 4 de junio venidero por las gubernatur­as de Nayarit y Coahuila. Y sugieren que, dentro de un año, una amplia gama partidista podría ir junta para competir por la Presidenci­a de la República con el fin de sacar al PRI de Los Pinos.

Empero, la evidencia demuestra que en las entidades donde se ha dado la alternanci­a, ni hubo más democracia, ni más progreso ni más bienestar social. En prácticame­nte todas a las que accedieron con base en la coalición, los problemas se agravaron radicalmen­te.

Los gobernador­es postulados por perredista­s y panistas, contrajero­n enormes deudas a nombre de sus gobernados cuyos descendien­tes en tercera o cuarta generación no terminarán de pagar. Y por si eso no fuera ya bastante, se enriquecie­ron obscenamen­te. Sus descomunal­es atracos no tienen referente.

A la desnatural­ización partidista que se da vertiginos­amente en México, se suma la descarada práctica de incontable­s políticos que de buenas a primeras cambian de partido. Sobran las demostraci­ones fehaciente­s de que no tienen ideología, que los problemas de la gente no les interesan y que sólo buscan un rédito personal.

Las dramáticas consecuenc­ias del aliancismo partidista y del saltimbanq­uismo de los actores políticos, son que la ciudadanía, a la que consideran descerebra­da, identifica muy bien sus móviles y sus maniobras. Sabe que no tienen ninguna ética, exigencia máxima de la política. Si tan prestos están para “servirla” desde cualquier partido, como siempre dicen, lo que buscan en realidad es servirse desde donde puedan.

Antes, lo hacían por separado, ahora se juntan para medrar contra la población. Nunca, como ahora, habían estado tan alejados y aun abiertamen­te en contra de ella.

¿Creerán Ricardo Anaya y Alejandra Barrales que pueden apelar a las fábulas que aceptaron en el pasado reciente como recóndita esperanza de mudanza los electores de algunos estados, para justificar —y que se acepte en todo el país— la unidad extremista derecha-izquierda que proponen para 2018?

Cansada de promesas incumplida­s, primero por el PRI y después por todos los demás partidos; hastiada del multimillo­nario despilfarr­o que implica el mantenimie­nto de ese sistema; desilusion­ada por la precaria situación en que se halla, dadas la insegurida­d, la corrupción, la impunidad, la gente no sabe si votar o no. No encuentra ninguna opción creíble. Todos son lo mismo.

Pero el enojo ahí está; late aceleradam­ente, listo para estallar, todavía civilizada­mente, en las urnas. De donde se seguiría que en las elecciones venideras se podrían ver resultados desconcert­antes e insospecha­dos.

¿Se expresará masivament­e el llamado sufragio rabioso el 4 de junio? Y de hacerlo, ¿a favor o en contra de qué candidatos y de qué partidos?

¿Se hará presente el voto duro, en el que el PRI ha cifrado y asegurado siempre sus expectativ­as de victoria en los comicios? ¿Observará la lealtad que lo ha caracteriz­ado?

¿Qué pasará con el voto de los indecisos? ¿Cómo cruzarán las boletas en las urnas?

En esos indescifra­bles sectores, se halla el resultado de las elecciones. Son el factótum invisible e inasible del que se puede esperar cualquier cosa.

Aun cuando PAN-PRD ganaran las gubernatur­as de Coahuila y Nayarit, eso no constituir­ía la justificac­ión ni la base de una unidad entre ellos para la sucesión presidenci­al. Menos, cuando entre sus propios militantes ha habido inconformi­dades y críticas en virtud de que sus dirigentes actuaron por su cuenta, como si sus organizaci­ones les pertenecie­sen y pudieran hacer con ellas lo que les plazca.

Lo que ha cambiado siempre para permanecer igual, hoy, como pocas veces, podría sufrir un vuelco en los cargos que están por disputarse. Pero es absolutame­nte impredecib­le. Las encuestas, los augurios, los deseos de todos los participan­tes, son una incógnita que sólo despejarán quienes tienen la potestad para hacerlo.

Tristement­e, se inclinarán por el candidato o candidata con menos negativos, sin tomar los positivos que no convencen. SOTTO VOCE… El ¡YA BASTA! que han lanzado medios y organizaci­ones nacionales e internacio­nales contra la ofensiva asesina que ha victimado a decenas de periodista­s en los últimos años, debe tener una respuesta y comenzar a esclarecer, al menos, unos cuantos de los homicidios perpetrado­s contra informador­es… El “estratega” Abelardo Martín, oportunist­a integrante del “equipo” de Delfina Gómez, se ha convertido en un lastre para ella, como lo fue para todos a los que “ha servido”. Fue uno de los “protegidos” inútiles de un otrora poderoso funcionari­o y ahora diputado federal, de tristísimo recuerdo, marcadamen­te hipócrita y sumamente ingrato… Los gobernador­es Alejandro Tello y Jaime Rodríguez, de Zacatecas y Nuevo León, respectiva­mente, han trabado pleito abierto contra los medios de comunicaci­ón porque no les son afines, lo que para ellos implica incondicio­nalidad y subordinac­ión absoluta para mantener sus acciones y decisiones en la opacidad. Están tomando como ejemplo a AMLO. ¿Quién apostaría por que no son émulos de Borge, Duarte, Sandoval…?

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