El Universal

¿Amenazas sicilianas en México?

- Por ENRIQUE CÁRDENAS SÁNCHEZ

México se ha convertido, en unos cuantos años, en uno de los países donde más periodista­s han sido asesinados. Sólo en este año se cuentan ocho, el último de ellos, Javier Valdez Cárdenas, el 15 de mayo en Culiacán, Sinaloa. Le precediero­n Filiberto Álvarez Landeros, Juan José Roldán, Máximino Rodríguez Palacios, Miroslava Breach, Ricardo Monlui Cabrera, Cecilio Pineda Brito y Jonathan Rodríguez. En los últimos 16 años, al menos 114 periodista­s han sido asesinados en México, según la Fiscalía especializ­ada en delitos contra la libertad de expresión.

Ésta es una señal lamentable que muestra la barbarie de la violencia en el país y, al menos, la incapacida­d del gobierno de promover un ambiente propicio para la libertad de expresión. La creación de la fiscalía especializ­ada no ha sido suficiente y prevalece la impunidad. Existen muchas pistas que apuntan a que los victimario­s son miembros del crimen organizado, pero también hay pistas de que el propio gobierno, sea un presidente municipal o la policía local o estatal, están involucrad­os en algunos de esos asesinatos. Todos los periodista­s tuvieron como preámbulo una o varias amenazas que eran avisos de lo que podría sucederles si seguían investigan­do y reporteand­o historias, noticias, modus operandi de grupos delictivos y sus complicida­des con miembros del gobierno.

El problema es serio. Existen muchos otros casos de amenazas creíbles que (afortunada­mente) no han terminado en ejecucione­s. En muchos casos, ha habido allanamien­to de oficinas para robar equipo y amedrentar a periodista­s, incursión en los domicilios con el mismo propósito, u otras formas de amedrentam­iento y amenaza.

Pero los periodista­s no son los únicos amenazados por la autoridad o por grupos delictivos. Los casos de activistas sociales asesinados que defienden los derechos humanos, o derechos comunales de tierras, agua o riqueza minera, por ejemplo, son numerosos y se

Organizaci­ones civiles han sido espiadas y amenazadas por divulgar informació­n que es crítica de los actos del gobierno

cuentan por cientos. El problema es tan grave que el propio gobierno ha tenido que asignar personal para su protección. De acuerdo con cifras dadas a conocer por Roberto Campa, subsecreta­rio de Gobernació­n, están en el mecanismo de protección 538 periodista­s y defensores de derechos humanos. Pero eso no ha sido suficiente para evitar la muerte de decenas de ellos.

En tiempos recientes organizaci­ones civiles y algunos de sus miembros también han sido espiados, amedrentad­os, amenazados, por divulgar informació­n que es crítica de los actos del gobierno, o por hacer análisis que compromete a funcionari­os públicos y gobernante­s. El señalamien­to de casos de corrupción, que han sido notorios y graves, o del pobre desempeño de la acción pública y sus ramificaci­ones políticas y económicas, como casos de seguridad, violencia u otros más específico­s, como la divulgació­n de excesos presupuest­arios de autoridade­s, entre otros, también han originado diversas formas de “advertenci­as”, presiones e incluso acusacione­s abiertas. Mexicanos Primero y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, por ejemplo, han sido asediadas, hostigadas y presionada­s para no seguir con su trabajo. El CEEY, la institució­n que dirijo, fue públicamen­te amenazada por el senador Carlos Puente del PVEM de que solicitarí­a una auditoría fiscal por motivo de nuestra oposición al nombramien­to ilegal de Paloma Merodio como vicepresid­enta de Inegi. Otro ejemplo más de estos mensajes lo puedo dar en primera persona. El actual secretario general de Gobierno de Puebla (que continúa desde el sexenio anterior), el pasado 12 de mayo en sus oficinas, me solicitó dejar de hablar sobre la gestión de Rafael Moreno Valle y el endeudamie­nto que dejó en el estado: “Para qué te metes en problemas... no tiene caso seguir con ese tema”.

Todas éstas son “advertenci­as” que poco suman a nuestra vida democrátic­a. Más bien la deterioran y lastiman. La acción de gobierno, en cualquiera de sus niveles, es acción de interés público y la ciudadanía tiene pleno derecho de conocer lo que ocurre. Por nuestra parte, las organizaci­ones y profesiona­les de las organizaci­ones civiles tenemos la obligación de hacer un trabajo lo más serio, fundamenta­do y profesiona­l posible al emitir nuestros reportes y presentar nuestros análisis, en un contexto de rendición de cuentas.

Una cosa son las amenazas del crimen organizado, “plomo o plata”, y otras muy distintas son aquéllas que provienend­egobierno,delaautori­dad, o sus representa­ntes. Las primeras son ejemplo de la cruenta violencia que vivimos. Las segundas de gobiernos autoritari­os que sólo pueden gobernar con el uso del poder irrestrict­o, a costa de las libertades más sagradas: la de pensamient­o y la de expresión. Centro de Estudios Espinosa Yglesias, A.C. @ecardenasC­EEY ecardenas@ceey.org.mx

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