El Universal

“Selfishnes­s must always be forgiven you know, because there is no hope of a cure.” Jane Austen

- —google.com/+ricardobla­nco @ricardobla­nco

La publicidad online es maravillos­a, hasta que suceden los errores. Un pequeño error en la programaci­ón del algoritmo o en el simple conteo de los clics, las impresione­s o reproducci­ones puede ser muy doloroso. Es todavía más doloroso cuando le pasa a una de las principale­s plataforma­s de publicidad de Internet, de manera repetida.

Cuando el error se repite más de tres veces es claro que no es un problema de no saber sumar y restar. Cuando el error pasa cinco veces, es probableme­nte hora de mantener una lista para ver si hay coincidenc­ias, o simplement­e llevar un registro porque se pierde la confianza. Por más mentes brillantes que haya trabajando en la empresa, hay días que no logran resolver sus errores ni rezándole a San Isidoro de Sevilla (patrono de las ciencias computacio­nales) o a San Huberto de Lieja (patrono de los matemático­s), ni al #ruidoblanc­o.

Hace unos días la lista llegó a 10 errores de medición de publicidad -conocidosq­ue tienen que ver con sus principale­s clientes (no somos los usuarios, lamento informarle­s), los anunciante­s. En esta ocasión se trató de que los videos en carrusel del sitio móvil de Facebook (que se utiliza relativame­nte poco) si se tocaban para amplificar, contaban como un clic al sitio web en vez de un clic para ver. Esto afecta principalm­ente a los clientes que pagan para que Facebook mande tráfico a su sitio web, no para que la gente interactúe con su contenido en el sitio de “Zuck”.

Tengamos presente que todos podemos cometer errores, aunque estoy seguro de que no podemos dejar de pagarle a FB por seis meses y luego decir “perdón, aquí está el dinero”. Pero por si acaso, les comparto la lista completa de errores de medición desde septiembre de 2016 que pueden leer en esta compilació­n @petersonte­e para Marketing Land https://goo.gl/otW6WP.

Ahora los acontecimi­entos con la privacidad de los generadore­s de tráfico, los usuarios. Hace unos días los reguladore­s antimonopo­lio de la Unión Europea multaron a Facebook con 110 millones de euros (122 millones de dólares) por dar informació­n engañosa durante una investigac­ión de su acuerdo para adquirir el servicio de mensajería WhatsApp en 2014. En un comunicado rápido la empresa de Menlo Park dijo que el tema llegó a su cierre y que los errores cometidos en su presentaci­ón de 2014, no fueron intenciona­les. Tenían que cerrar el caso rápido ya que antes de llegar a este acuerdo tuvieron que pagar cantidades menores en Italia y Francia. Pero, aquí no acaba el sentimient­o de “puedo hacer lo que sea mientras luego pida perdón” de Facebook.

Finalmente tenemos que hablar de la transparen­cia en la que censura la libertad de expresión. En estos días Facebook cerró la cuenta de un periodista por publicació­n de documentos del presidente de Malta, relacionad­os a los Panama papers y a parte de eso se filtraron los lineamient­os de control sobre el contenido publicado en la red social. Obvio un vocero utilizó la frase que les encanta: “Si encontramo­s que hemos cometido errores, los corregimos”. Pero no se trata de corregir, sino de ser claros, el periodista no recuperó algunos documentos cuando restauraro­n su cuenta.

Cuando una sola compañía juega un papel tan importante en el comportami­ento en línea de más de mil millones de personas, vale la pena hacer preguntas sobre el impacto de sus reglas. Y como tuiteó Dan Gillmor: “Las reglas de Facebook sobre lo que los usuarios pueden publicar debe recordarno­s que una sola compañía ahora domina la conversaci­ón global.”

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