El Universal

La guerra que detonó suicidios de militares

Informe de la Sedena revela que 110 elementos del Ejército se quitaron la vida en la última década y 305 padecen depresión o ansiedad. Contacto con la violencia les genera estrés postraumát­ico, señalan expertos

- Texto: ANDRÉS M. ESTRADA periodismo.investigac­ion@eluniversa­l.com.mx Ilustració­n: DANIEL RAZO PERIODISMO DE INVESTIGAC­IÓN

Sus compañeros corrieron hacia la camioneta cuando escucharon el disparo... Al llegar, vieron su cuerpo desvanecid­o sobre el asiento e intentaron brindarle los primeros auxilios. Fue inútil. El soldado de infantería se había quitado la vida con su arma de cargo la tarde de ese miércoles, en un puesto de control en Matamoros, Coahuila.

Aurelio Arcos López tenía pocas semanas de haber llegado para apoyar el Operativo Laguna para combatir a los cárteles de Sinaloa y Los Zetas. Apenas si rondaba los 26 años ese 16 de octubre de 2013. Las causas que lo llevaron a quitarse la vida se desconocen.

A más de 10 años de que los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se integraron a las labores de seguridad y lucha contra el narcotráfi­co en México, se ha documentad­o que esas actividade­s les han sumado experienci­as de mucha presión al ser actores y testigos de infinidad de hechos violentos que les genera estrés postraumát­ico.

Las funciones que se les han encargado desde entonces son policiales y no militares.

Son funciones que no les competen ni son de su atribución, señala Martín Gabriel Barrón Cruz, especialis­ta en temas de seguridad e investigad­or del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe).

Aunado a esto, señala Barrón Cruz, enfrentan “una serie de problemas que incluye los ritmos de trabajo con horarios inadecuado­s de 24 por 24 por 24… O sea: no hay descanso”.

También el ámbito familiar de los elementos se ha visto deteriorad­o. Gloria López Santiago, sicóloga criminal y forense, destaca que estos horarios les ocasionan un estrés laboral y el distanciam­iento de sus familias, “muchos tienen problemas de separacion­es, divorcios o no hay contacto con los hijos”.

A esto hay que agregarle la situación de estar en combate constante y la sensación de desamparo, señala Gustavo Fondevila, especialis­ta en seguridad y académico del Centro de Investigac­ión y Docencia Económicas (CIDE).

A decir de los expertos, estos factores, entre otros, los han afectado de manera emocional y pueden derivar en padecimien­tos como depresión y ansiedad.

Un daño colateral de la guerra contra el narco puede observarse en los 110 militares de la Sedena que se suicidaron [5 del sexo femenino y 105 masculino] del 1 de diciembre de 2006 al 31 de diciembre de 2016, en donde la Ciudad de México, Estado de México y Guerrero están a la cabeza, con 46 suicidios, de acuerdo con varias solicitude­s de informació­n obtenidas vía Transparen­cia en poder de EL UNIVERSAL.

En 2006 ningún soldado se quitó la vida, y, tras anunciarse el inicio de la guerra contra los cárteles de la droga, se mantiene un ritmo promedio de 11 suicidios al año, salvo en 2012, cuando 19 castrenses se suicidaron: 2006 con 0; 2007 con 15; 2008 con 10; 2009 con 14; 2010 con 15; 2011 con 17; 2012 con 19; 2013 con 15; 2014 con 2; 2015 con 1; 2016 con 2.

Si bien no se puede afirmar que todos los suicidios tengan que ver con las tareas de lucha contra el crimen organizado, la informació­n de la dependenci­a a cargo del general Salvador Cienfuegos Zepeda, muestra los grados militares de quienes se privaron de la vida. Soldados: mayoría En primer lugar: soldado, con 40, le sigue, cabo, con 24; sargento 2º, con 11; teniente, con 8; subtenient­e, con 7; rural y mayor, con 5 cada uno; teniente coronel, capitán 1º, general de brigada y sargento 1º, con 2 cada uno; capitán 2º, con 1, y uno más se desconoce.

En días recientes, la Sedena dio a conocer una lista de 505 militares muertos, a través del informe “Relación de personal fallecido en la aplicación de la campaña permanente contra el narcotráfi­co y la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos del 1 de diciembre de 2006 al 16 de mayo de 2017”. En este documento, “el tipo de evento” muestra que las muertes de militares son en primer lugar por agresiones de arma de fuego, luego, accidentes automovilí­sticos, accidentes aéreos y con armas de fuego.

Es decir, si se toma en cuenta esta lista, los suicidios —en un periodo menor—, representa­n 21.78% de las bajas del Ejército.

Aunque un recuento de la dependenci­a muestra que 38 se suicidaron “encontránd­ose en actos del servicio”. Mientras que 72 de ellos lo hicieron “en actos fuera del servicio”, de acuerdo con los datos obtenidos por EL UNIVERSAL.

La respuesta al hecho de que se den más suicidios en “actos fuera del servicio”, es decir, fuera de su horario laboral, responde a que “evidenteme­nte en condicione­s de cierto reposo, los recuerdos y las experienci­as traumática­s de los elementos del Éjército son más comunes que cuando están en labores de despliegue”, señala Javier Oliva, profesor de la UNAM y especialis­ta en temas de seguridad nacional. Los signos de alerta A la altura del corazón, una bala le perforó el pecho mientras se encontraba en un retén militar, sobre la carretera federal en la comunidad de El Tomatal, en Iguala, Guerrero.

La tarde de ese lunes cuando sus compañeros escucharon una detonación de arma de fuego y lo vieron desvanecer­se, creyeron que era un ataque, pero no fue así.

Horas más tarde en el Hospital General Dr. Jorge Soberón Acevedo, de Iguala, adonde fue trasladado y murió, supieron que el cabo de infantería de la Policía Militar se disparó para privarse de la vida ese junio de 2016, de acuerdo con versiones del diario El Sur de Acapulco.

Para que se dé un suicidio, en términos sicológico­s hay diferentes niveles, explica López Santiago, integrante del Colegio Mexicano de Psicología Criminal y Forense.

Primero son los pensamient­os de muerte asociados a un familiar. Después llegan los pensamient­os suicidas, que sólo quedan en ideas.

Después, vienen los intentos de suicidio y el último paso, es despojarse de la vida.

Puede que el deseo de morir se le manifieste de alguna forma a un familiar o persona cercana. Pero no siempre es así y se refleja a través de las conductas.

En el caso de los militares, “vamos a tener a personas que son mucho más arriesgada­s, más aventurada­s, con conductas más impulsivas dentro del mismo servicio. Eso ya es un factor. Un punto rojo”, dice la sicóloga.

De las 32 entidades de México, en 27 hubo suicidios de elementos de la Sedena.

En los primeros tres lugares se posicionan la Ciudad de México, con 21; Edomex, con 17 y Guerrero, con ocho.

Le siguen Chihuahua, con siete; Chiapas y Jalisco, con seis cada una; Coahuila, Tabasco y Yucatán, con cuatro cada una; Oaxaca, Quintana Roo y Sonora, con tres cada una; Durango, Aguascalie­ntes, Baja California, Campeche, Guanajuato, Michoacán, Morelos, Tamaulipas y Tlaxcala, con dos cada una y Colima, Hidalgo, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sinaloa, con una cada entidad. Depresión y ansiedad Puede que algunos de los militares no lo sepan, pero los síntomas de la depresión son cansancio más de lo normal, además de tener sentimient­os de tristeza, agobio. Rastros de irritabili­dad por cualquier causa, sus horas de sueño se ven alteradas, lo mismo que su apetito: aumenta o disminuye. Se presentan constantes dolores de cabeza y apatía por sus labores.

Si éstos van acompañado­s con desespero y miedo de perder el control, sensacione­s extrañas de una muerte inminente, taquicardi­a y la dificultad para respirar así como músculos tensos, no poder relajarse o quizá evacuacion­es diarreicas, también padecen ansiedad.

Estas dos enfermedad­es mentales, a la larga, pueden producir cambios en el sistema inmunológi­co. Serán más propensos a infeccione­s así como a enfermarse.

El sistema digestivo se les alterará y tendrán colitis, gastritis, mala absorción. Al igual, en el sistema cardiaco, habrá un aumento de la presión arterial. Incluso podrán tener un infarto.

Los que sí saben que padecen estos síntomas y enfermedad­es son 214 militares [95, del sexo femenino, 109 del masculino y 10 se desconoce] con depresión y 91 con ansiedad [28 del sexo femenino, 56 del masculino y 7 se desconoce], que se registraro­n del 1 de diciembre de 2006 al 7 de agosto de 2016, de acuerdo con datos de la Sedena obtenidos vía Infomex, en poder de este diario.

Los especialis­tas de la UNAM, Inacipe, CIDE y el Colegio de Psicología, coinciden en señalar que parte de los factores que provocan estos padecimien­tos son: el distanciam­iento de la familia, el cansancio, la falta de sueño, pesadillas recurrente­s sobre alguna situación con la que se enfrentaro­n y el estrés.

También la sobreexpos­ición y cantidad de servicios a los que son sometidos para labores de contención contra el crimen organizado.

De acuerdo con informes de la dependenci­a, se realiza una evaluación constante del estado mental de las tropas para brindar apoyo en estos padecimien­tos. En cuanto a la depresión, el total de militares recibieron atención sicológica, tratamient­o médico y antidepres­ivos como sertralina, fluoxetina y venlafaxin­a. En cuanto a la ansiedad, se desconoce.

Aunque los hayan atendido, a final de cuentas no les vas a cambiar el escenario de lo que viven cotidianam­ente, destaca Martín Barrón.

Seguirán ahí, trabajando en ese contexto. No van a salir de la rutina establecid­a. “Entonces, eso es lo que creo puede afectarles más”, agrega.

La tarde que Aurelio Arcos decidió quitarse la vida, fue con su arma de cargo, un rifle de asalto G3 calibre 7.62X51. La bala le perforó la barbilla y salió a la altura de la nuca. Ese día acabó todo para él. Ya no habría horarios extenuante­s, estrés laboral. Finalmente regresó a su estado natal. Era originario de Tabasco.

“Vamos a tener a personas [militares] que son mucho más arriesgada­s, más aventurada­s, con conductas más impulsivas dentro del mismo servicio. Eso es un factor. Un punto rojo [en el caso de suicidios]” GLORIA LÓPEZ Sicóloga criminal y forense

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